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El poder de Jill Biden, protectora de un presidente debilitado

La primera dama fue la única en dar la cara después del poléminco indulto total concedido a Hunter Biden. Sus críticos la acusan de haber aislado a su marido y no haber impedido que impusiera su fracasada reelección

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David Alandete

David Alandete

Corresponsal en Washington

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Fue, en realidad, la única que dio la cara en uno de los días de mayor oprobio en la historia de la presidencia estadounidense. Su marido estaba en Angola, dejando atrás una sorpresa descomunal: un comunicado en el que anunciaba un perdón absoluto, sin ... matices, que cubría toda una década de delitos de su hijo, Hunter. Era lunes, y la Casa Blanca estrenaba su decoración navideña. Jill Biden asumió el papel de anfitriona y dueña de la casa. Invitó a familiares de soldados, se paseó entre guirnaldas, belenes y árboles de Navidad, mostrándose serena. Los reporteros le preguntamos insistentemente por el polémico perdón, tomado durante el fin de semana de Acción de Gracias en Nantucket. Queríamos saber si ella había estado detrás de la decisión, si había convencido a su marido, después de que él prometiera una y otra vez que no haría lo que finalmente hizo. «Por supuesto que apoyo el perdón de mi hijo«, respondió finalmente Jill Biden, buscando un micrófono, acercándose brevemente a él antes de esfumarse con una sonrisa, dejando tras de sí más preguntas que respuestas.

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