Pistolas para combatir el miedo a Hamás: se disparan los cursos de autodefensa en Israel tras los ataques terroristas
El Ministerio de Seguridad Nacional ha recibido más de 100.000 solicitudes de licencias de armas, entre ellas «cada vez más mujeres»
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Disparos y más disparos. El aparcamiento de Caliber 3 en Efrat, asentamiento situado al sur de Belén, está completo. Todo el perímetro de esta autodenominada Academia Antiterrorista está sellado por una verja de seguridad y alambre de espino. Desde el interior retumban los disparos de ... armas cortas y largas, las detonaciones son constantes. Militares y civiles se mezclan en un acceso principal presidido por un gran logo de esta compañía pionera en Israel en cursos de autodefensa que cuenta con instructores del Ejército, Policía y servicios de inteligencia.
El coronel de las fuerzas especiales Sharon Gat fundó Caliber 3 en 2007 y ahora cuenta con seis centros en todo el país donde trabajan más de 400 personas. Acaba de regresar del frente Sur y, como el resto de israelíes, «no puedo entender el error de seguridad que propició el ataque terrorista de Hamás, pero lo investigaremos y tendremos en su momento todas las explicaciones pertinentes». Gat dirige esta red de academias que «desde el 7 de octubre registran un incremento de subscripciones de un 2.000 por ciento, la gente tiene miedo y quiere, sobre todo, aprender a usar una pistola. Están dispuestos a pagar lo que sea, pero quieren aprender a usar un arma lo antes posible para defenderse si alguien ataca su casa».
Un día después del ataque de Hamás, el ministro de Seguridad Nacional, el ultranacionalista Itamar Ben-Gvir, emitió una «orden de emergencia» a la División de Licencias de Armas de Fuego para facilitar que un mayor número posible de ciudadanos israelíes pudieran armarse en plena guerra. Desde entonces, este ministerio ha recibido 100.000 solicitudes de licencias de armas.


Los precios de los cursos de un día para aprender a disparar cuestan 200 euros. Los recién llegados entran en las oficinas de Caliber 3, eligen una pistola y después reciben una charla de una hora con recomendaciones sobre cómo conservar el arma en buen estado. Cuando termina esta rápida introducción caminan hasta uno de los campos de la academia para la clase práctica en la que les enseñan a cargar y disparar.
La tienda está llena. En estanterías de cristal hay pistolas nuevas y de segunda mano. Uno de los encargados explica que los modelos más solicitados son de las marcas Glock, Smith & Wesson e IWI (Israel Weapon Industry), todas de calibre 9 milímetros y con precios entre los 700 y los 1.000 euros. «Hay una demanda muy fuerte y los precios han subido un poco, pero no demasiado. La gente compra pistolas y chalecos antibala, son los productos más demandados en estos días», explica el encargado frente a un mostrador en el que las máquinas para pagar con tarjeta de crédito no dan abasto.
Muchas mujeres
Eliel es uno de los instructores del centro. Recibe a sus alumnos a las puertas del campo de tiro, donde compran la munición en una pequeña caseta. «Enseñamos a la gente que hay que usar el arma con control, sólo cuando es para defenderse de otra persona que tiene un arma en sus manos», explica este veterano del Ejército. Uno de los cambios que observa desde el 7 de octubre es que «vienen cada vez más mujeres, tienen miedo porque sus maridos están en el frente y se quedan solas en casas con los niños, necesitan sentirse seguras dentro de las casas», apunta el instructor.
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En el grupo de Eliel está Moria, de 39 años y madre de seis hijos. «Ojalá no la tenga que usar nunca, pero mi marido está en la guerra y yo vivo en el sur, cerca de Gaza; estoy sola», explica con su recién comprada Smith & Wesson en la mano. En menos de dos horas ha vaciado dos cargadores. Eliel le pide que aprenda a controlar la adrenalina para ser ella quien controle el arma y no viceversa. Moria termina su segundo cargador y no aparta la mirada de la diana. Disparos y más disparos.
El otro frente en Israel está dentro de cada casa, dentro de cada una de las familias que pensaban que el sistema de seguridad que rodeaba Gaza era infalible y que ahora temen un nuevo golpe de Hamás en forma de infiltraciones.
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