¿Qué haremos los vivos?
Ciudadanos, fiscales, jueces, periodistas, políticos… El asesinato del candidato Villvicencio demuestra que nadie está a salvo en Ecuador, un país regido por las narcobandas
Matan a tiros al candidato presidencial de Ecuador Fernando Villavicencio
La oposición en Ecuador pierde a su abanderado contra la corrupción y el narcotráfico a 10 días de las elecciones

Han matado a Fernando Villavicencio, uno de los candidatos presidenciales en Ecuador, a 10 días de las elecciones generales. En los meses anteriores a este crimen asesinaron al alcalde de Manta, Agustín Intriago, y al candidato a asambleísta de Esmeraldas, Rider Sánchez. Las ... víctimas del sicariato son muchas: ciudadanos, fiscales, jueces, periodistas, políticos… Nadie está a salvo en un país regido por las narcobandas. Nadie puede caminar tranquilo.
El actual presidente de gobierno decretó 60 días de estado de excepción, algo que lleva haciendo desde 2021, una y otra vez, sin que haya servido para desarticular el crimen organizado.
Entre el 2021 y el 2022 las muertes violentas incrementaron un 82%, convirtiendo a Ecuador en el sexto país más violento de la región. 14 masacres carcelarias nos dejan un saldo de 459 muertos, muchos de ellos desmembrados, incinerados y decapitados.
El Estado no se ha hecho cargo de esto ni ha respondido a los derechos de las personas privadas de libertad ni de sus familiares. El dolor no puede expresarse en cifras. La semana pasada, la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas encontraron armas y drogas en las oficinas del SNAI, el organismo gubernamental que se encarga de las cárceles. Quien gobierna es el narco y las bandas que están metidas en las fuerzas del Estado.
Los ecuatorianos lidiamos con este terror y con los problemas de siempre: la inestabilidad, la pobreza, el hambre, la impunidad, la injusticia social. Es decir, con la violencia que ha generado la que ahora sufrimos: la que ha dejado a generaciones enteras sin posibilidades de una vida digna y que nos ha acostumbrado a la crueldad. No hay mayor horror que acostumbrarse a la crueldad: toda violencia nos hace peores. El dolor no puede expresarse en cifras porque las cifras son asépticas y no tienen rostros. Sin embargo, cuando el daño imposibilita la palabra que exprese el desastre en su real dimensión, son lo único que nos queda.
Tenemos periodistas exiliados por investigar el vínculo entre el narco y los organismos estatales. Tenemos extorsiones a pequeños y medianos empresarios, a negocios a pie de calle. Tenemos bombas, balaceras, cadáveres inidentificables. Tenemos niños que están siendo entrenados para matar. ¿Quién gobierna en un país donde es posible asesinar a un candidato a la presidencia? Toda violencia nos hace peores y, los que sobrevivimos, intentamos cuidarnos de lo que el miedo alimenta en nosotros.
Esmeraldas es una ciudad sitiada. Guayaquil es un infierno. Los muertos no se van: nos acompañan y nos piden que los recordemos, que les demos justicia. Fiscales y jueces son asesinados. Los muertos no se van. ¿Qué haremos los vivos que los lloramos con la vida que nos queda?
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