La difícil mediación del Papa que incomoda a Zelenski y a Putin
El mandatario ucraniano se reunirá hoy en Roma con el Santo Pontífice y con la primera ministra Giorgia Meloni
Francisco intentará poner las bases de un futuro alto el fuego que sea aceptable para Ucrania
El Ejército ucraniano logra recuperar terreno en Bajmut y ataca ya Soledar

El Papa Francisco es consciente de que es sólo el «segundo plato» de la visita de Volodímir Zelenski a Roma y de que tiene muy pocas posibilidades de obtener algo en su delicada reunión hoy por la tarde en el Vaticano. Sin embargo, está decidido ... a jugarse todas sus cartas para poner las bases de un futuro alto el fuego que sea aceptable para Ucrania.
Sabe que Zelenski aterriza en la Ciudad Eterna para dar las gracias a Giorgia Meloni por el envío de armas al frente de guerra, y para rogarle que no cierre el grifo. Italia ha destinado a Ucrania al menos 660 millones de euros y es el octavo país que más ha contribuido, por delante incluso de Francia. Antes de saludar a Meloni, el presidente ucraniano hará una parada en 'Casa Santa Marta', para su primer encuentro con el Papa desde que comenzó la invasión.
Ucrania solicitó hace muy poco esta reunión, y en el Vaticano no han tenido el tiempo necesario para preparar una propuesta sólida. Tanto es así que el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, no estará en Roma pues tiene en agenda un viaje a Portugal.
El Pontífice puede acreditar a su favor que, desde que comenzó la invasión, ha dejado claro que esta guerra no es un conflicto entre dos bandos iguales sino que hay un país agresor y un país agredido. Desde el 24 de febrero de 2022, cuando los tanques rusos atravesaron las fronteras ucranianas, cada miércoles y cada domingo se ha referido a Ucrania como «país martirizado», una expresión de extrema gravedad para un líder religioso.
Por otro lado, aunque no es neutral ante la guerra, –«ciertamente quien invade es el Estado ruso, eso está muy claro», asegura–, el Papa actúa como líder religioso y no como estadista: condena la violencia, pero deja una puerta abierta al invasor para que pueda manifestar en cualquier momento «arrepentimiento». «No puede excluirse el diálogo con ninguna potencia en guerra, ni siquiera con el agresor. La clave es tener siempre una mano tendida, pues de lo contrario cerramos la única puerta abierta para la paz. Hay que intentarlo», dijo en septiembre. Aconsejó a Kirill comportarse también como líder religioso y no convertirse en «el monaguillo de Vladímir Putin», un consejo que congeló el ya frágil canal de diálogo entre el Patriarcado de Moscú y el Vaticano.
El Pontífice sabe que tiene muy pocas posibilidades de mediar en este conflicto. Primero, porque Vladímir Putin no se ha puesto al teléfono a pesar de que el Papa ha intentado llamarle varias veces desde que comenzó la guerra. Rusia tiene en su ADN la identidad ortodoxa, y sería demasiado humillante confiar en el obispo de Roma para defender sus propios intereses.
Sin «mediaciones»
Pero además, las noticias del frente en el día 444 de la invasión soplan a favor de Ucrania, y Kiev en esta fase no quiere «mediaciones». «Ucrania es más fuerte ahora que en cualquier otro momento ante este imperio (ruso). Nuestro tiempo es el tiempo de la victoria», publicó ayer Zelenski en redes sociales.
Aunque Francisco ha dicho que el envío de armas a Ucrania es «moralmente aceptable, pues es lícito defenderse», a Francisco le inquieta que el discurso de «defender a Ucrania» se haya transformado en «derrotar a Rusia», y pide que busquen alternativas a una salida militar. Quizá por eso, el ministro ucraniano de Exteriores, Dmitró Kuleba, dijo que no contemplan la participación de la Santa Sede en negociaciones presentes o futuras.
El ministro de Exteriores ucraniano aseguró que no contemplan la participación de la Santa Sede en próximas negociaciones
Además, Ucrania y Rusia ya han rechazado las sucesivas propuestas de tregua de Pascua y Navidad sugeridas por el Papa, pues temen que el enemigo las aproveche para rearmarse y ganar posiciones.
Sin embargo, hay dos ámbitos en los que Francisco sí tiene posibilidades. Por una parte, el buen resultado de su acción humanitaria. En al menos tres ocasiones ha intercedido ante el Kremlin a petición de Zelenski para liberar a prisioneros ucranianos. Ahora se ha puesto manos a la obra para que regresen los niños deportados por Moscú, tal y como le solicitó hace menos de tres semanas el primer ministro Denís Shmihal.
Por otro lado, Ucrania (y también Rusia) es consciente de que el Vaticano es un 'soft power' que actúa eficazmente por vías indirectas. La Santa Sede lleva meses presionando a los países que sostienen a Ucrania para que preparen el terreno a favor de la paz: que den garantías de que un eventual alto el fuego no derivaría en nuevas agresiones, y que den más espacio a una solución negociada.
Encuentro privado
Ambos temen sobre todo la capacidad de influencia del Papa sobre la opinión pública, y reconocen que su apoyo será imprescindible si la situación se hiciera irreversible. Por eso, Volodímir Zelenski sabe que es mejor no marcharse esta tarde de Santa Marta dejando un «no» rotundo. Francisco también lo sabe. Para cubrirse las espaldas y facilitar propuestas audaces, el Vaticano ha avisado de que el encuentro podría ser solo «privado», y que podrían no informar sobre el contenido de la conversación.
Curiosamente, la visita coincide con un día simbólico para el Vaticano, el 13 de mayo, aniversario de las apariciones de Fátima. Un mes después del estallido de la guerra, el Papa consagró Rusia y Ucrania ante una imagen de la Virgen de Fátima, y este sábado ha enviado al cardenal Pietro Parolin a rezar un multitudinario rosario por la paz en el santuario portugués. Francisco no renuncia a intentar un milagro.
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