Diez años sin Gadafi
Libia, el reino de las tinieblas sin fin
Descifrar si Libia está hoy peor que con el coronel es una dicotomía falsa: el país es víctima de 42 años de dictadura más la rapiña de los actores internos y externos que vinieron después. La condena negra del petróleo y el negocio de la guerra. El desespero es tal que muchos ven salvación en el reaparecido hijo del tirano, Saif al-Islam
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El mismo pueblo en cuyo nombre asaltó el poder en 1969 acabó matándole a palos y de un tiro en la sien hace ahora diez años. Uno de esos caprichos poéticos y escalofriantes que hacen justicia final con algunos tiranos quiso que a Muamar al Gadafi lo encontrara arrastrándose ... por una tubería una horda de esos rebeldes a los que él, el líder semidiós, había jurado cazar como ratas por haber osado desmandársele.
Amenazó con buscarles «casa por casa, callejón a callejón, uno a uno hasta que el país esté limpio de escoria », dijo. Una letanía que inspiraría un rap viral y macarrónico, el soniquete del «zenga, zenga», para hazmerreir póstumo de un histrión que lo mismo salía con los ojos pintados y tacón que mandaba desintegrar en pleno vuelo un avión de la Pan Am para desafiar a Ronald Reagan.
Escoria. En el estado fallido que es Libia, infectado de intereses cercanos, lejanos y del más allá , carroñeros todos de esa condena negra que es el petróleo y del negocio inacabable de la guerra, los yihadismos venenosos, no está de más preguntarse llegado este 2021 si ha sido peor el remedio que aquella cloaca de represión donde en 2011 implosionó la primavera árabe. La alcantarilla corrupta de la Yamahiriya mutante, ese engendro político del «Estado de las masas» 'made in' Gadafi que dio a los libios un nivel de vida nunca visto en África. Hasta sanidad universal tuvieron en los 80. Pero también les arrodilló a golpe de desabastecimiento y un miedo embrutecedor, por no hablar del desamparo infinito que supuso padecer un país invertebrado al que el rais despojó de toda institución civil. Quizás su peor crimen.
Agujero negro
Como en tantos casos donde la complejidad del periodo es extrema, conviene analizar lo ocurrido en cinemascope, panorámica amplia en el tiempo y en el mapa, para darse cuenta de que la dicotomía no existe. Es una falsedad: Libia no es mejor sin el coronel que con él , es víctima de lo que le infligió durante casi 42 años su dictador sumado al desmadre de los que vinieron después. Una plaga que ha corroído a dentelladas una década esperanzadora, no se sabe si el futuro entero.
«A muchos de los que se llevan las manos a la cabeza diciendo que con Gadafi esto no pasaba hay que decirles que el agujero negro que Libia es hoy es resultado directo de lo malo conocido más todo lo que se hizo mal por parte de los propios actores militares y políticos libios, las decisiones llevadas a cabo o no llevadas a cabo por países principalmente europeos, que fueron los que encabezaron la respuesta internacional contra el régimen en 2011», sentencia el investigador principal de Mediterráneo y Mundo Árabe del Real Instituto Elcano, Haizam Amirah Fernández.
El Consejo de Seguridad, la Unión Africana, la Liga Árabe bendijeron los bombardeos, sin movilizaciones en contra en ninguna capital. Pero «no se planificó de forma exitosa el día después» , lamenta el experto, como también el factor clave de que, a pesar del embargo, las armas no hayan dejado de llegar por cargamentos enteros. Y que a nadie en la UE le importe, siquiera estratégicamente, tener un campo de batalla con un arsenal descomunal a las puertas.
Desde la Universidad Complutense de Madrid, el profesor de Ciencia Política y especialista en el Magreb Alfonso Casani incide particularmente en lo interno, la «incapacidad» de las fuerzas domésticas «para sacar adelante un proyecto politico común , agravada a partir de 2014, «cuando se produjo la dualización del poder y administraciones, apoyada en la violencia como instrumento de negociación». Que, amén del espejismo de unidad forzado por la ONU en 2015, se mantiene hasta la actualidad.
A saber, la mitad este, autocracia del mariscal Halifa Hafter. En Trípoli, el llamado gobierno de acuerdo nacional (GNA, en sus siglas en inglés), encabezado desde marzo por Abdul Hamid Dbeibé. Unos sostenidos por Rusia, EAU, Jordania, Arabia Saudí y Egipto , que pertrechan sus incontables milicias con drones, aviones de combate o mercenarios de Sudán y Siria. Los otros, respaldados por Naciones Unidas y bélicamente -instrucción del ejército local incluida- por Turquía y Qatar. Desde el Instituto Italiano de Estudios Políticos internacionales, Federica Saini Fasanotti advierte de que a pesar del alto el fuego firmado en octubre pasado, ambas partes están «reforzando posiciones» .
El caos y la nostalgia
Libia es escenario de una rapiña caníbal, donde se mata y se muere gratis . Lo dice Human Rights Watch (HRW) en su último informe. «Cientos de civiles» liquidados en los bombardeos de Haftar en su embestida sobre la capital de 2019. Se profanan los cadáveres de los enemigos. A los coleccionistas de infiernos, -Grozni, Srebrenica, Raqqa...- les irá sonando Tarhuna, el patio privado que desde 2013 llena de fosas comunes el clan de los Al Kani, eso sí, cuando no están divirtiéndose con mamarrachadas del estilo de agarrar tres leones del zoo y pasearse con ellos en 'pick-up' por mitad del pueblo. La BBC se hizo eco del rumor según el cual l os alimentan con la carne de los que ejecutan . Y todo en nombre de la revolución, faltaría, primero leales a los mandamás de Trípoli luego al de Bengazhi. O era al revés.
La Libia post Gadafi ha compendiado todas las atrocidades del reino de tinieblas del coronel .
‘The New York Times’, una de las pocas grandes cabeceras que en este verano de la hecatombe afgana ha viajado a Libia –uno y otro paradigmas contemporáneos del fiasco occidental...– constataba sobre el terreno un «creciente sentimiento de nostalgia» por el régimen de Gadafi en el país y hasta en la región, peligrosamente encarnado en la intención citada por ciertas fuentes de «ocho o nueve de cada diez libios» de votar en las elecciones presidenciales de diciembre por el hijo elegido sucesor. Es Saif al-Islam , entrevistado en exclusiva por el rotativo norteamericano tras siete años sin que hubiera prueba de su vida, en búsqueda por crímenes de lesa Humanidad por la Corte Penal Internacional (CPI) –y eso que reside en Zeitan, oeste de su país–, tan errático y dueño de la misma maldita teatralidad que su padre. Él, el playboy educado en la City de Londres que prometió «ríos de sangre» a los insurgentes y está sentenciado a muerte, es percibido por muchos como el salvador de manos limpias.

El sueño de república hereditaria a imagen de los Al Assad damascenos que proyectaba su padre pasaba por él y sólo por él . Tres de los vástagos, Mutassim, Seif al Arab y Khamis, perecieron en la revuelta. Mohammed, el mayor, se exilió junto a la hermana Aisha y la madre, Safiya, a Argelia –lo confirmaron sus autoridades en 2013– y luego a Oman. De Hannibal se sabe que en 2018 protagonizó un incidente con su esposa modelo en un hotel de lujo suizo y de Saadi, el futbolista ‘bon vivant’, que huyó a Níger pero ha estado encarcelado en Libia hasta septiembre, tras lo que Reuters le situó en Estambul.
Saif, el espabilado de la prole, regresa además apuntando maneras. «He estado alejado del pueblo libio durante diez años. Tienes que volver despacio, despacio. Como un ‘striptease’. Necesitas jugar un poco con sus mentes», ha declarado. Y que vendrá «para restaurar la unidad perdida» .
Esa candidatura suya está por ver. Él, tan listo, se jacta de que «negociará» todos sus cargos con la justicia » para lograrlo. Total, habiendo sido rabioso financiador de los terrorismos más feroces, a su padre le recibieron a besos en las alfombras rojas del Elíseo, en las del G8 invitado por el mismísimo Barack Obama y en 2008, Libia hasta llegó a presidir el Consejo de Seguridad . Como escribió el ‘Financial Times’, el coronel «siempre supo manejar con perturbadora clarividencia la hipocresía de una realpolitik internacinal que le sostuvo hasta que finalmente se volvió en su contra».
Pero el solo hecho de que en la calle se anhele a su sangriento vástago da cuenta del desespero social que ha fermentado en el cortijo libio. Por mucho que la misión de investigación independiente mandada por la ONU acabe de hallar pruebas de crímenes de guerra y contra la Humanidad , –entre ellas que el propio gobierno que ampara la sociedad internacional reclutó niños soldados sirios–, millones de libaneses sufren cortes de luz y tienen dificultades para conseguir agua potable. A cambio, ha sido testigo del enriquecimiento hasta la náusea de manadas de militares que en los viejos tiempos se remendaban los uniformes en casa: fraude, malversación, contrabando... todo vale.
El 'vacuum' de EE.UU.
Los libios no son un pueblo cualquiera. Recuérdese que en 1949 fueron los primeros de África en alcanzar su independencia . Al margen del componente tribal, que Gadafi espoleó «como una manera de ganarse lealtades y poder, dar premios y castigos», en opinion del profesor Amirah Fernández esta población de seis millones de habitantes destaca por «su alta homegeneidad en lo lingüístico, étnico, religioso, cultural » y por estar económicamente rodeada «de los mayores depósitos comprobados de petróleo del continente y de una calidad excelente, con mercados europeos a tiro de piedra». Lo que significa que no sólo no hubieran necesitado ayudas para su reconstrucción –«eso no pasa todos los días», recalca el experto– sino que reúnen «muchos ingredientes para haber sido un país próspero y un actor de estabilidad constructivo en el norte de África, en el Mediterráneo, en el mundo árabe y a nivel continental».
En 2012, el 87% de los libios no había conocido más líder que gadafi, pero votaron en paz y con diversidad de puro ansia de vivir con dignidad
Del ansia de la población de vivir con dignidad es reveladora la diversidad de voto en los comicios de 2012, –y ojo, el 87% no había conocido más líder que Gadafi –, un proceso que transcurrió pacífico de pura voluntad de las gentes de que Libia empezase a gestionarse de otra manera. «Un sistema más representativo con reglas del juego como hubiese sido una constitución, unas normas de cómo se accede al poder, cómo se ejerce, cómo se reemplaza, la alternancia...».
Ahí hubo una ventana de oportunidad. Pero en vez de acompañar a un futuro distinto, todos interfirieron en otra dirección . Casani subraya el delicado momento actual, « el ‘vacuum’ que genera el mayor desinterés de Estados Unidos en Oriente Medio está dando alas a las potencias regionales», por no mencionar a una Unión Europea «casi peor, porque va a mostrar ese enfrentamiento de intereses entre Francia e Italia».
Desde el Brookings Doha Center, Tarik Yousef avisa de que si Europa no se implica en la transformación de la región, los refugiados –añádase los inmigrantes– y el extremismo producto del colapso de los órdenes internos de países como Libia, moldearán la propia política occidental . «Han contribuido directamente al surgimiento del populismo y el extremismo político en Europa, esto ya está sucediendo», alerta.
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