Otra mirada a la deportación oculta de miles de niños en Francia durante la Segunda Guerra Mundial
La película 'La vida ante nosotros', recién estrenada, repasa la vida de la Ana Frank gala
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Hay una Ana Frank en cada país golpeado y ocupado por el Tercer Reich. La de Francia acaba de salir a la luz, y gracias a un nuevo largometraje galo con tintes históricos y basado en hechos reales: 'La vida ante nosotros'. ... Tauba Zylbersztejn, a la que da vida en esta película recién estrenada Violette Guillon, pasó más de dos años escondida de los nazis y del gobierno colaboracionista de la Francia de Vichy con su familia. Jornadas y jornadas en las que el pavor a ser descubiertos y la escasez de alimentos y prendas de abrigo marcaron aquella suerte de exilio interior.
'La vida ante nosotros' se parapeta bajo el paraguas del terror nazi. Asfixiados por las deportaciones del Velódromo de Invierno y atenazados por el pavor, los padres de la pequeña Tauba –representados por los actores Guillaume Gallienne y Adeline D'Hermyû– deciden ocultarse en una buhardilla de París. Apenas unos pocos metros cuadrados de los que solo salen para hacer visitas fugaces a un retrete ubicado al final del pasillo. El grueso de la película se desarrolla en este espacio minúsculo; desde sus entrañas, oscuras e insalubres, el director busca hacer partícipe al espectador del ambiente claustrofóbico que acompaña a los miembros de la familia. Y lo logra, aunque sin llegar a la maestría y rozando de forma puntual la monotonía. No se puede tener todo.
Desde el punto de vista histórico, 'La vida ante nosotros' luce impoluta. No es para menos, pues Guy Birenbaum, hijo de Tauba y de Robert, su marido, ha colaborado en el guion como apoyo indispensable. A su vez, cuenta con imágenes de época de la ocupación alemana de Francia que el director intercala con el metraje. Un recurso que, si bien ha sido utilizado por otras tantas películas recientes como 'El ministro de propaganda', de Joachim Lang, no deja de llamar la atención. La última pata son dos entrevistas personales a la pareja; una para abrir, y otra para cerrar el largometraje.
Redada
Arranca el largometraje con lo que fue un punto y aparte en la historia gala: la redada del Velódromo de Invierno. Corría el verano de 1942 en una Francia tomada por los nazis y que bebía del antisemitismo de sus aliados. No había pasado un suspiro desde que el Tercer Reich aprobara la Solución Final –el asesinato sistematizado de seres humanos– en la Conferencia de Wannsee y desde que el gobierno colaboracionista de Vichy impulsara una larga lista de leyes antisemitas igual de restrictivas que las germanas. Malos mimbres para una cesta. En esas, Darquier de Pellepoix, comisario general de asuntos judíos del país, movilizó a 9.000 gendarmes con órdenes de capturar y deportar a la población semita de la zona.
Durante dos días, el 16 y el 17 de julio, este colosal ejército de agentes arrestó a 12.000 personas. Alemania había solicitado la deportación de adultos; la Francia colaboracionista se extralimitó y añadió también a niños de entre dos y doce años. La frialdad con la que se llevó a cabo la operación quedó patente en el mensaje que, durante la primera jornada, envió la prefectura de la zona a los policías: «La operación contra los judíos comenzó a las 4 horas de esta mañana . […] Muchos hombres abandonaron ayer el domicilio. Se quedaron las mujeres con uno o varios niños pequeños. Otros se niegan a abrir. Es preciso llamar al cerrajero». No hubo piedad para nadie.
Tras el arresto, Vichy dividió en dos grupos a los presos. Los solteros y sin familia fueron trasladados a campos de internamiento como el de Drancy. El resto, mujeres y niños, dieron con sus huesos en el Velódromo de Invierno de París, un edificio muy popular en la época. Allí, la vida fue una pesadilla: hambre, condiciones insalubres... El 18, los reos empezaron a ser trasladados hacia Alemania o hacia otros campos intermedios; muchos acabaron en Auschwitz. En la práctica, se deportó a un cuarto del total de judíos que saldrían desde Francia. Los números fueron estremecedores: se arrestó a 12.884 judíos afincados en el país. De ellos, 4.051 eran niños, 5.802 eran mujeres y 3.031 eran hombres.
Dos años ocultos
La historia real de esta pequeña ha navegado hasta ahora en el mar del desconocimiento. Uno de los pocos ensayos que habla sobre ella es '16 ans, résistant', en el que su futuro esposo, Robert Birenbaum, bosquejó los pormenores de su cautiverio:
«Mientras yo recorría París luchando contra el enemigo, Tauba Zylbersztejn, Thérèse por su nombre francés, judía polaca, permanecía encerrada con sus padres, Moshe y Rywka, en un almacén de seis metros cuadrados. Vivieron allí escondidos desde el 18 o 19 de julio de 1942 hasta la derrota de los alemanes en el verano de 1944, en el corazón de París, en el número 209 de la rue Saint-Maur».
La familia padeció todo tipo de privaciones durante esos dos años: hambre, frío... Este tiempo es en el que se centra el largometraje. Aunque también analiza la figura de sus ángeles de la guarda: el matrimonio que les protegió y les cedió aquel minúsculo espacio. Dos personajes también históricos. «Eran una pareja francesa modesta y sin nada reseñable. Rose y Désiré Dinanceau, quienes protegieron, poniendo en riesgo su vida, a esta adolescente judía y a su familia durante más de dos años», explica Birenbaum.
Demostraron arrestos ya que, según el mismo autor, «lo hicieron a pesar de que su hijo mayor era miembro de la Legión de Voluntarios Franceses contra el Volchevismo», una unidad que había decidido combatir del lado del Tercer Reich.
'La vida ante nosotros' pone el punto y final ahí, pero podría haber seguido. «Después de este increíble encierro, Thérèse volvió a las calles de París con su amiga Suzanne, una adolescente, como ella, que había conseguido ir a verla de forma discreta de ven en cuando», señala Birenbaum. Aquella amiga alistó a Tauba en una organización con sede «en un centro de asistencia social judío en la calle Elzévir»; un lugar donde se brindaba asistencia a los presos judíos. Allí fue donde Birenbaum la vio por primera vez: «Vestía orgullosa un uniforme del ejército francés recuperado del cuartel de Reuilly. Fue la mujer con la que construí mi vida durante 65 años». El calendario marcaba el 25 de agosto de 1944, día de la liberación de París.
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