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Una profesora advierte: «Debemos dejar de medir el éxito únicamente con números»

Esther Miguélez Palomo es docente y fue una de las nominadas en los Premios Abanca 2023

«Es importante que el alumno sienta que el profesor le escucha y le respeta»

ABC
Carlota Fominaya

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Las calificaciones han sido, durante años, el principal indicador del rendimiento escolar. Sin embargo, cada vez son más los docentes y las familias que se preguntamos: ¿realmente una nota refleja todo lo que un peque ha aprendido? Esther Miguélez Palomo, docente nominada en los Premios Abanca 2023, tiene clara la respuesta, y es que «no». «La pregunta '¿Qué notas has sacado?' no es inofensiva -que lo es, dependiendo del contexto-, sino que en muchas ocasiones esconde una gran carga emocional para los niños y adolescentes», advierte. Esa es la experiencia de esta docente que ha visto cómo, durante su larga experiencia en la docencia, «muchos niños se frustran por no alcanzar el sobresaliente».

«Muchos de nuestros menores -remarca-, sienten que no son lo suficientemente buenos si no sacan la mejor nota, o que a papá y a mamá no les va a gustar nada que 'baje del 8'. Pero como adultos debemos ser conocedores de que esto puede llevar a que sientan miedo al error, cuando equivocarse es, en realidad, parte fundamental del aprendizaje; desmotivación, porque un peque que no encuentra motivación no logrará conseguir un aprendizaje significativo y, por supuesto, tendrá falta de autoestima, al creer que su capacidad se reduce a un número».

De hecho, prosigue esta profesora, «algunos alumnos con una gran creatividad sienten que no son lo suficientemente buenos y toca trabajar la autoestima. He visto a familias preocupadas porque su hijo tiene un 6 en matemáticas, pero no valoran que sea un niño con una capacidad increíble para resolver problemas de forma práctica. Y yo me pregunto: '¿En qué momento las notas se convirtieron en el único indicador del aprendizaje?'».

Para usted, las calificaciones están incompletas, no dan toda la información del alumno.

Si hay algo que me ha enseñado la experiencia, es que las notas no reflejan todo lo que un menor es capaz de hacer. Un examen puede medir cuánto recuerda un alumno/a en un momento concreto, pero no su capacidad de superación, su esfuerzo ni su crecimiento personal. Y en muchas ocasiones, solo les dura ese contenido hasta realizada esa prueba, luego parecen borrarlo.

La LOMLOE ya establece en su marco teórico la necesidad de evaluar el aprendizaje desde un enfoque más competencial.

Haciendo mucho hincapié en que la evaluación debe ser continua, formativa e integradora, teniendo en cuenta no solo los resultados, y valorando el proceso, el desarrollo de competencias y el progreso de nuestro alumnado. Me he encontrado con peques que, pese a no sacar un 10 en matemáticas, tienen una capacidad increíble para resolver problemas de la vida real. Niños que no obtienen una calificación perfecta en lengua, pero que tienen una creatividad y una imaginación fuera de lo común. Algunos, que quizás no destacan en ciencias, pero que son capaces de gestionar emociones y resolver conflictos mucho mejor que muchos adultos podrían hacerlo.

Y, sin embargo, lo que más preocupa sigue siendo el número, apunta usted. 

En conversaciones con otros padres he escuchado: «Es que solo ha sacado un 7», y mientras tanto, es muy probable que ese peque, es quien en clase tiene una resiliencia increíble, ayuda a sus compañeros y trabaja con una motivación. Pero eso no aparece en el boletín de notas.

¿Qué experiencia le ha marcado más en este sentido?

Un día, una alumna que nunca había destacado académicamente me dejó sin palabras. No fue por una prueba, ni por una letra impecable, que la tiene, sino por la forma en la que ayudó a un compañero que se sentía mal. Se sentó a su lado, le escuchó y encontró las palabras perfectas para hacerle sentir mejor. Ese día comprendí, una vez más, que lo realmente importante en la educación va mucho más allá de una calificación. ¿Cómo se pone nota a la empatía? ¿Cómo se califica la creatividad o la resiliencia? ¿Cómo se mide la capacidad de un alumno/a para no rendirse y seguir intentándolo? La educación no debería basarse solo en exámenes y resultados numéricos.

¿Cuál es su propuesta en este sentido?

Debemos centrarnos en formar personas con pensamiento crítico, con confianza en sí mismos y con herramientas emocionales para enfrentarse al mundo. Sin embargo, mientras la escuela avanza hacia un enfoque más integral, la mentalidad de la sociedad sigue anclada en la creencia de que lo único importante es la nota final. Como sociedad podemos y debemos mejorar este aspecto porque todos queremos construir personas competentes, que tengan pensamiento crítico, para analizar el mundo desde su perspectiva, que sepan adaptarse a los cambios sin gran frustración y con habilidades emocionales y sociales. No podemos dejar de lado aspectos esenciales o competencias que, paradójicamente, son los que realmente determinarán su desarrollo personal y profesional, su futuro.

¿Cuáles son esas competencias que sugiere?

Varios estudios nos cuentan que las profesiones del futuro no solo requieren conocimientos académicos, sino creatividad, pensamiento crítico, habilidades sociales y capacidad de adaptación. Como «The Future of Skills: Employment in 2030» realizado por Pearson, Nesta y la Escuela Oxford Martin. Y debemos saber que esas competencias no se reflejan en un boletín de notas. Si realmente queremos una sociedad con personas capaces, felices y preparadas para afrontar los retos del mañana, debemos dejar de medir el éxito únicamente con números y empezar a valorar lo que realmente importa. Porque un peque no es una nota. Es su esfuerzo, su curiosidad, su empatía y su capacidad de aprender. Y eso, jamás podrá reducirse a un número en un papel. Esto no significa que los conocimientos no sean importantes. Dominar matemáticas, comprender textos o conocer el funcionamiento del mundo son habilidades fundamentales. Pero el verdadero aprendizaje no se limita a acumular información, sino a saber aplicarla, analizarla y combinarla con otras competencias esenciales como la creatividad, la resiliencia o la inteligencia emocional.

¿Cuál debe ser el cambio en el hogar? 

Debemos cambiar la conversación en casa: En lugar de preguntar «¿qué nota has sacado?», probemos a valorar el proceso de aprendizaje por encima del resultado. Esto ayudará a que desarrollen una mentalidad más positiva y autónoma. Demos valor al esfuerzo, no solo el resultado: Si ha trabajado con constancia, superando dificultades, merece el mismo reconocimiento que aquel que alcanza un 10 con facilidad. El aprendizaje no es una competición de cifras, sino un camino de crecimiento personal. Una de las cosas que más me llaman la atención es el 'momento parque y familias'. Sinceramente es un momento muy recomendable pero es muy importante que dejemos a un lado la comparación. Hay que ser conscientes de que cada uno tiene su propio ritmo y forma de aprender. No todos deben sobresalir en lo mismo ni de la misma manera. Fomentar la confianza en sus propias capacidades es mucho más valioso que compararlo con otros.

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