Trabajo impide bonificar a un investigador ya con un contrato fijo si no pasa antes tres meses en paro
El empleado sí podría disfrutar de la exención si en el trimestre desempeña un empleo temporal o como 'freelance'
También se traba la movilidad dentro de la compañía al eliminar la posibilidad de acogerse a la exención si cambia de actividad internamente
Los expertos señalan que las nuevas restricciones condenan al sistema de bonificaciones al desuso
Las empresas deberán mantener tres años como mínimo al trabajador con un contrato bonificado

Las restricciones incluidas en el nuevo sistema de bonificaciones a la contratación aprobado para 2023 amenazan con reducir drásticamente el uso de estas exenciones por parte de las empresas ante las limitaciones y exigencias que se incluyen como requisito para poder aplicarlas.
Tal y ... como avanzó este medio, uno de los puntos que más polvareda levantó justo antes de la aprobación de la ley en Consejo de Ministros y su posterior convalidación es el endurecimiento previsto para la bonificación de contratos del personal investigador.
De entrada, el hecho de haber modificado las casuística que permite disfrutar de la bonificación eliminando la totalidad de los supuestos en los que se permite para contratos temporales -a excepción de las sustituciones en caso de paternidad o maternidad- podría provocar un desuso de las fórmulas al estar asociadas a un tipo de firma menos flexible.
Pero además, el Gobierno incluye en el texto la obligatoriedad de mantener en el puesto de trabajo a este trabajador cuyo contrato sea bonificado durante un mínimo de tres años. De lo contrario, se obliga a la empresa a devolver las cuotas bonificadas.
Aunque la puntilla está en las restricciones para el encadenamiento de contratos. Trabajo impide en la norma que los trabajadores que disfruten de un contrato indefinido puedan acceder a uno también fijo, pero bonificado y en otra empresa. Solo se permitiría esta circunstancia si entre medias pasan tres meses en el paro, tienen otro empleo temporal o ejercen de 'freelance'. Pero nunca podrá acceder a la bonificación si el cambio de empresa se produce a partir de un trabajador con contrato fijo y aunque el destino sea para una labor recogida dentro del pliego de bonificaciones, caso de las actividades asociadas a innovación.
En síntesis, para que una empresa pueda bonificar a un empleado por I+D+i (actividades de innovación) no puede venir de un contrato indefinido, salvo que hayan pasado 3 o más meses desde la finalización de éste.
«Esto puede reducir parcialmente la movilidad del personal investigador», apunta al respecto Javier Saldaña, director de Ayming, consultora especializada en estrategia y gestión de proyectos en innovación. Asegura el experto que los supuestos en los que los empleados encadenan un contrato fijo con otro del mismo tipo pero bonificado sin pasar antes por el desempleo «son situaciones poco comunes». «Se reduce mucho el potencial de la bonificación», lamenta.
Movilidad interna
Cabe recordar que esta restricción para el encadenamiento de dos contratos fijos y que el segundo sea bonificado es general para todo el pliego de exenciones. Pero en el caso del personal investigador la restricción es doble. Por este mismo precepto de la ley, también se impide que una misma empresa empiece a bonificar el contrato de un trabajador que viene desarrollando una actividad y pasa a otra sujeta a la exención. Este trabajador que, por ejemplo, pasa a una labor de investigación dentro de la misma compañía no podría tener bonificación si ha estado en alguno de los doce meses anteriores con indefinido en la compañía. Podría a partir del mes trece.
Como la norma será finalmente tramitada como proyecto de ley y entrará en vigor en septiembre de este mismo año, desde el sector investigador anuncian una ofensiva en el Congreso con un batería de enmiendas para, precisamente, eliminar o flexibilizar estos plazos de cadencia entre contratos con derecho a bonificación.
Tal y como explica el experto Javier Saldaña, ambas limitaciones, la del encadenamiento de contratos y la de la movilidad interna son un golpe precisamente en la línea de flotación del colectivo. De entrada, lamenta que este personal cualificado deba ser objeto de una norma prevista para facilitar la inclusión en el mercado laboral de colectivos vulnerables.
Pero partiendo de esta cruda realidad que abona la composición del tejido productivo español, el director de Ayming relata como el hecho de que la bonificación no se pueda aplicar durante cualquier momento de la relación laboral en la que el trabajador cumpla las condiciones es más perjudicial en el caso de los investigadores. Explica que en muchos casos los trabajadores no acceden a los puestos puramente relacionados con la innovación nada más llegar a la empresa, sino que es tras un plazo de adaptación cuando adopta las cualidades necesarias para ejercer esa labor.
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Al no poder mutar el contrato a uno bonificado, el experto señala que se restringe a ciertos perfiles, como el alumnado académico que accede al empleo por vez primera. Pero no fomentar la movilidad entre empresas de estos trabajadores. Recuerda Saldaña que, por ejemplo, el sector de las nuevas tecnologías tiene una rotación del 30% y que precisamente es uno de los elementos que se fomenta en el sector investigador como ganancia de experiencia.
Explica el experto de Ayming que este corsé tampoco favorece al Estado en términos financieros. Explica que una empresa que pudiera realizar la bonificación del contrato una vez adquirido las capacidades necesarias el trabajador -en cualquier momento de la relación laboral- estaría obligada a acogerse a esta exención desde el primer momento. Un periodo inicial en el que el trabajador podría estar contratado de forma ordinaria sin coste para la Seguridad Social por ingresos de cotización no recibidos.
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