La nueva Europa que puede nacer a gas reducido
Es evidente que no es fácil tomar decisiones tan importantes pero tomar decisiones es necesario y urgente
Que la energía era y es importante para nuestra vida, para el progreso y para el bienestar quizás puede parecer ahora muy claro para todos, pero, hasta hace muy poco, sobre el tema se había trabajado más desde las ideologías que desde el análisis, una ... planificación atenta y una visión estratégica a largo plazo.
La situación de la inflación energética, tenemos que recordarlo, empieza con la salida desde los confinamientos pandémicos. La recuperación de la producción industrial determina un importante aumento de la demanda de energía en particular de petróleo y gas, encontrando una oferta reducida.
El bloqueo pandémico y el proyecto de un 'green deal' habían orientado las inversiones hacía fuentes renovables, reduciendo las antiguas y nuevas extracciones de petróleo y gas. Esta situación, ya desde junio del 2021, determina una menor oferta y por lo tanto un incremento de los precios de petróleo y gas que todavía representaban y representan una parte relevante de las fuentes energéticas del mundo y de Europa.
Al llegar la invasión rusa de Ucrania, la guerra produce un incremento aún mayor de los precios del petróleo y en particular del gas. En el caso del gas el incremento del precio es causa de una especulación que se basa sobre las expectativas de futuro de una oferta que se considera muy arriesgada en tiempos de guerra. Riesgo justificado por una confrontación de Occidente con Rusia que era y es el mayor proveedor europeo.
Esta valoración de alto riesgo de la oferta rebota entonces en el TTF de la bolsa del gas en Holanda y dispara los precios.
Como no cabe duda que la sanción más potente contra Rusia es el 'stop' europeo a la compra de petróleo y de gas, también es claro que los países europeos tienen que estar dispuestos a asumir el riesgo de una probable interrupción de suministro del gas ruso, un chantaje que ya se está produciendo utilizando motivaciones técnicas.
Si de una parte para sustituir las fuentes energéticas que llegan de Rusia Europa necesita algo de tiempo para diversificar sus fuentes, de la otra se tiene que considerar que pagar el gas a los precios actuales es insostenible y, además, aunque Rusia reduzca la cantidad de suministro sigue ingresando lo mismo o más exactamente por el desproporcionado aumento de los precios.
Es evidente que no es fácil tomar decisiones tan importantes pero tomar decisiones es necesario y urgente. La pregunta que Europa tiene que hacerse es si pone un tope a los precios del petróleo y el gas, ¿qué países le venderían las energías? ¿El tope europeo qué significaría para Rusia respecto a la situación actual? Si Rusia tomara la decisión de interrumpir el suministro a Europa, ¿qué impacto real económico tendría? ¿Podría Rusia sustituir a Europa con otros mercados, y en cuánto tiempo y con qué ingresos? ¿Cuánto tiempo podría Rusia aguantar una interrupción total del suministro a Europa?
Es evidente que los expertos y la inteligencia europea tienen que hacer sus estudios y valoraciones. Podría ser que para un país como Rusia, que vive, entre otras materias primas, de petróleo y gas, no vender a un mercado tan importante como el europeo significara no poder renunciar a una de las principales fuentes de sus ingresos.
Europa, de cualquier forma, tiene que actuar y debe transformar este terrible problema energético en una oportunidad para hacer la institución comunitaria más fuerte y solidaria. Europa tiene que encontrar la vía para ser más estratégica en sus decisiones y, como en el caso de la pandemia, debe intervenir de manera solidaria y común para evitar que el tejido empresarial y las familias europeas puedan sufrir como están sufriendo. No se puede permitir la clausura de las empresas o la supervivencia de las familias.
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