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«En España no hay más empresas por la aversión al riesgo y al fracaso»

Kevin Hartz, fundador de Eventbrite y especialista en identificar futuros unicornios, subraya que el talento es el factor clave en su toma de decisiones

Un impulso económico para revalidar el talento

Kevin Hartz
Blanca Martínez Mingo

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El empresario californiano Kevin Hartz ha participado a lo largo de su carrera como inversor en los primeros pasos de grandes empresas como Paypal, Airbnb y Uber, que en su día solo eran prometedoras startups. Además Hartz ha creado sus propios proyectos. El más conocido y exitoso es Eventbrite, una compañía de venta de entradas de eventos, que surgió en Estados Unidos en 2008 como una empresa familiar, cuando Hartz y su mujer detectaron que había una necesidad en este mercado. Ahora, está centrado en buscar oportunidades en el efervescente sector tecnológico, basando sus decisiones de inversión en gran parte «en el equipo humano de las startups».

El creador de Eventbrite explica en una entrevista con ABC que para identificar los proyectos con potencial de inversión se basa en dos cuestiones principales: que cubran una necesidad y el talento del equipo. La primera «parece bastante obvia», pero detalla que lo que buscan no es «solo una buena idea, sino que dure en el tiempo», y para ello esta tiene que cubrir una carencia. Sin embargo, añade que es importante «no dejarse llevar por el concepto de un producto sólo porque parezcan muy inteligentes». A pesar de que la idea en sí sea importante, el californiano cuenta que a lo que más presta atención a la hora de valorar una inversión es al talento de los emprendedores.

Hartz relata que en sus inicios «tuvo suerte, porque uno de mis primeros proyectos fue Paypal», que contaba con un «gran equipo» formado por Peter Thiel y Elon Musk. En este sentido, el empresario agrega que «todo gira alrededor del talento de los que forman la idea», y no del sector en el que están embarcados. El fundador de Eventbrite subraya que solo se embarca como inversor en proyectos en los que conoce a las personas o sabe de ellas a través de algún conocido. Pero incluso en este caso, antes de aventurarse a invertir su capital en una startup tiene que entrevistar a sus responsables para comprobar que 'casan'.

Cultura y regulación

Hartz indica que las mayores diferencias entre invertir en Europa y Estados Unidos son la cultura inversora y el marco regulatorio. El inversor apostilla que, a su juicio, la existencia de un marco regulatorio exigente es algo positivo, ya que cree que «hace que las empresas aprendan a relacionarse con la legislación y a ganar de esta».

Sin embargo, el empresario manifiesta que la cultura europea y, más en concreto, la española, tiene gran aversión al riesgo. Aunque sabe que generaliza, Hartz apunta que en nuestro país «se da por hecho que una startup no va a triunfar» y este fracaso «se ve como algo malo». Opina que esto también se traslada a la mentalidad de los inversores europeos, quienes cree que se centran «demasiado» en cómo las empresas van a hacer dinero a la hora de decidir si invertir o no en ellas, y que esta no es «la forma correcta de pensar para el sector de servicios de consumo».

En este sentido, dice «estar sorprendido de no ver más startups en España». Considera que «debería haber más creación de empresas» y afirma que «espera» poder invertir más en nuestro país en el futuro, ya que cree que «los ingenieros españoles van en el buen camino» en lo que se refiere a la inteligencia artificial.

Hartz confiesa que, en su opinión, los momentos complicados son «los mejores para invertir», ya que las empresas «aprenden a ser más eficientes con el capital y a generar ingresos sin gastar demasiado». Cree que el momento actual es 'mixto' porque se mezclan factores positivos para el mercado y otros negativos: «Por un lado nos encontramos ante un aumento de capital en la industria tecnológica, pero por otro el incremento de tipos, y el miedo de una recesión complican mucho la inversión», desarrolla.

Las dos caras de la IA

En este contexto, el empresario añade que nos encontramos ante un 'boom' de la creación de empresas basadas en inteligencia artificial y reconoce que esto hace que invertir en esta tecnología sea tan atractivo como «extremadamente arriesgado».

Cuenta que en el caso de LuzIA, la 'startup' española basada en IA por la que ha apostado recientemente, «es especial» porque se basa en una aplicación ya asentada, Whatsapp. Añade también que en este caso, ya conocía a los fundadores y que se trata de un equipo «muy bueno», de ahí su decisión de invertir en ella.

Para ejemplificar sobre la dificultad de acertar en un contexto en el que una tecnología está plena ebullición, Hartz recurre a su experiencia personal y cuenta que su mayor error fue durante la burbuja de creación de redes sociales. Entonces, él invirtió en Friendster, una plataforma muy parecida a Facebook. Afirma que de esta operación aprendió a fijarse más en los equipos que forman las empresas, ya que «Facebook tenía un creador muy bueno como es Mark Zuckerberg, que supo crecer y adaptarse a cada uno de los periodos por los que ha pasado la empresa».

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