El cambio tecnológico pone a prueba la fortaleza del sector de los componentes
El viaje hacia el coche eléctrico y conectado ha obligado a esta industria altamente competitiva e internacionalizada a desarrollar nuevas funcionalidades y soluciones de vanguardia
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Techos, capós, puertas, sistemas electrónicos, cajas de baterías… la tecnología ha irrumpido en la fabricación de todos y cada uno de estos elementos que salen de las factorías de las más de 1.000 empresas españolas con destino al mundo. El avance hacia el coche del futuro ... , marcado por la electrificación, la conectividad y la automatización, ha supuesto la aparición de nuevas oportunidades para los proveedores de la industria de la automoción, que se han volcado en la innovación para mantener su competitividad internacional. Desde materiales sostenibles hasta soluciones disruptivas que refuerzan la seguridad de los ocupantes o incrementan la ligereza del vehículo, el sector está reorientando sus planes para satisfacer las demandas de un mercado en constante evolución.
De cómo afronte este momento de cambio depende una parte importante de la riqueza nacional. La industria auxiliar del automóvil supera en nuestro país el millar de compañías, lo que nos sitúa como el cuarto productor de componentes de Europa, y emplea, de forma directa e indirecta, a 326.600 personas, según el informe integrado de 2021 de la patronal Sernauto. Ese ejercicio facturó 32.085 millones de euros, de los cuales el 61,3%, correspondió a la exportación, con la Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos como los principales destinos. La intensa actividad comercial fuera de nuestras fronteras se refleja, además, en las 460 plantas con sello nacional repartidas en todo el mundo.
En un contexto en el que la llegada masiva de los modelos eléctricos a las carreteras traerá consigo una revolución, Sernauto saca pecho de la implicación de la industria española de proveedores de automoción con la I+D+i: «Invierte cada año el 4% de su facturación en esta materia, el triple que la media industrial en España, lo que le ha permitido estar a la vanguardia tecnológica y poder afrontar esta enorme transformación con garantías de futuro».
Desde la patronal destacan que «contamos con una industria sólida, competitiva, global y muy innovadora, a lo que se añade el ecosistema que conformamos con centros tecnológicos punteros y organismos públicos y privados de primer nivel». Grandes grupos industriales con presencia mundial, multinacionales extranjeras con fuerte implantación en territorio nacional, empresas de capitalización media y un buen número de pymes conforman una red de la que Sernauto subraya su alto nivel de innovación. «Es una de las palancas fundamentales para mantenerse a la vanguardia tecnológica y seguir siendo elegidos por sus clientes», justifican como razón por la cual invierten desde hace décadas en este área.
La aplicación de las nuevas tecnologías y la digitalización en los procesos productivos se traducen ya en numerosas ventajas. «Los habilitadores digitales como el 'big data' y el análisis de datos están permitiendo mejorar la eficiencia energética de los procesos de producción o llevar a cabo un mantenimiento predictivo de las instalaciones, con la consiguiente reducción del consumo energético o de las interrupciones en la producción por averías. También pueden citarse el gemelo digital, mediante el cual es posible simular condiciones de trabajo y los procesos, y la robótica colaborativa, que puede permitir la relocalización de procesos de producción muy repetitivos e intensivos en mano de obra», mencionan en Sernauto como botones de muestra de los beneficios que la innovación aporta al sector.
Si se tiene en cuenta que los fabricantes de componentes son responsables de alrededor del 75% del valor global del vehículo, proporción que crecerá por la continua sofisticación tecnológica del mismo, es comprensible que la industria haga una lectura positiva. «Es una oportunidad porque si hay nueva tecnología, se tienen que desarrollar nuevos componentes. Aquellos 'players' innovadores y que sepan adaptarse probablemente tendrán capacidad de posicionarse en segmentos de más valor, siempre que inviertan en I+D y estén muy cerca de las marcas para ver hacia dónde se dirigen», explica Laura Ferrer Montiel, directora y responsable de Automoción de Capgemini Invent en España.
El software manda
Y es que, con el paso del tiempo, el vehículo está más cerca de una plataforma de software que de un producto de la ingeniería tradicional. «Los componentes ingenieriles van a tener que estar, pero cada vez gana más importancia y se van a valorar más, sobre todo por parte de los consumidores, las capacidades a nivel de software», sostiene la experta. Basta con pensar en un escenario de vehículos autónomos que, sin ningún tipo de intervención humana, nos lleven a nuestro destino. Y todo ello sin olvidar el compromiso con el medioambiente, que en la actualidad es ya un imperativo: «Incluso la parte que no es tan tecnológica requerirá inversión por motivos de sostenibilidad porque se está pidiendo que los coches sean sostenibles, lo cual afecta no solo a lo relacionado con las baterías, sino al empleo de materiales ligeros, reciclables, etc.».
A su juicio, el punto de partida de la industria nacional es favorable. «Tenemos estándares de calidad buenos, inversión en I+D, niveles de automatización bastante altos y somos capaces de seguir los cambios tecnológicos. Además, como país somos eficientes en las operaciones, por lo tanto, mantener el balance de calidad-tecnología con eficiencia es un mix muy positivo para seguir impulsado el sector», considera. «El hecho de que nuestros productores sean compañías globales con plantas localizadas en múltiples países –continúa–, hace que podamos tener economías de escala que para los productores pequeños son más complicadas».
Es mucho lo que hay en juego. Ernesto Antolin, presidente de Antolin, está convencido de que «la industria española de componentes puede ser un actor clave en el proceso de transformación que vive el sector, pero esto exige que se adapte porque los desafíos son grandes y hay una fuerte competencia por atraer inversiones y proyectos». Recuerda que España es el segundo fabricante de vehículos de Europa gracias a unos costes competitivos, una mano de obra cualificada y una red de proveedores de primer nivel, que aporta más del 75% del valor del vehículo. «Tenemos que mantener estas fortalezas para que los fabricantes adjudiquen los nuevos vehículos eléctricos a la industria española y, de esta forma, seguir generando valor para toda la cadena española de suministro», comienza por afirmar. Para Ernesto Antolin es igual de necesario crear un entorno laboral atractivo y estable, favorecer las inversiones en I+D y aprovechar los fondos europeos de forma inteligente para ayudar a esta transformación.
Con presencia en 25 países y cerca de 130 plantas de producción, la multinacional española está apostando por la innovación para liderar la transformación que vive la industria hacia el coche eléctrico y conectado desde el interior del vehículo, su segmento de negocio. «Los vehículos eléctricos y conectados son una oportunidad para nosotros, ya que el interior va a tener más protagonismo como elemento de diferenciación. Estamos hablando de un interior que se transforma incorporando nuevas funcionalidades y soluciones para ofrecer un espacio más sostenible, avanzado y útil para el usuario», justifica su presidente. En total, la empresa equipa a cerca de 600 modelos de vehículos en todo el mundo, incluidos más de 100 automóviles que emplean tecnologías alternativas al motor de combustión. El año pasado cerca de un 40% de los coches eléctricos vendidos en el mundo llevaba componentes de Antolin.

La compañía está desplegando una nueva generación de soluciones de vanguardia que integran, de manera eficiente, nuevas tecnologías, sistemas de iluminación y electrónica. Por ejemplo, está desarrollando soluciones del interior del vehículo que monitoricen a los pasajeros para mejorar la seguridad detectando problemas de cansancio y falta de atención del conductor y advirtiéndole mediante señales luminosas o acústicas. También superficies inteligentes con botones capacitivos, respuesta háptica e iluminación para manejar todo tipo de funciones del vehículo. «Son superficies que se convierten en interfaces que mejoran la comunicación entre el vehículo y el pasajero», subrayan. Otra de sus propuestas son sistemas de acceso al vehículo que permiten abrir y arrancar el coche con la voz, reconocimiento facial o huella dactilar, así como soluciones sostenibles que reducen el peso y emplean materiales naturales.
Fábrica inteligente
Gestamp, presente en 24 países con más de 100 plantas de producción, 13 centros de I+D y una plantilla de cerca de 43.000 empleados en todo el mundo, es una de las empresas que están abanderando la apuesta por la innovación para responder a las exigencias de la movilidad del futuro. Una de sus iniciativas es la 'fábrica inteligente', en la que lleva años trabajando. En la actualidad, de hecho, tiene un proyecto piloto de 'Smart Factory' en la Fase 4 del Automotive Intelligence Center (AIC) en Boroa (País Vasco). Se trata de un laboratorio de fabricación avanzada en el que se está desarrollando un nuevo modelo de fabricación flexible para componentes de automoción. «La importancia del centro de fabricación avanzada es ir un paso más allá en el camino hacia la fábrica inteligente, donde el concepto de fabricación flexible es clave para adaptarse a los desafíos y oportunidades del mercado», asegura Ignacio Martín, Chief Technology and Innovation Officer de Gestamp.
La fábrica encaja con los escenarios a los que se enfrenta la industria de la automoción. «En el concepto tradicional, instalamos medios específicos para la fabricación de un producto con la capacidad para fabricar la cantidad de piezas que prevé el cliente vender en los años que estará el vehículo en el mercado. A raíz de la revolución que estamos viviendo en la transición al vehículo eléctrico, es un reto acertar en las previsiones, y para dar respuesta a esta situación estamos desarrollando soluciones como puede ser el concepto de fabricación flexible», indica.

Entre las múltiples tecnologías que explora Gestamp en su camino hacia la movilidad del futuro está 'Extreme size parts', una nueva generación de productos que combinan varios componentes estructurales clásicos en uno grande. «Ofrecen un mejor comportamiento en caso de choque, lo que aporta mayor seguridad, peso más ligero, menores costes y reducción de CO2. Esta solución de acero estampado en caliente con diferentes propiedades de material y combinaciones de grosor ayuda a nuestros clientes a conseguir ofrecer una reducción significativa del tiempo de montaje», comenta Martín como ventaja. «Las piezas de tamaño extremo –prosigue– representan una solución óptima para el diseño de los nuevos vehículos eléctricos y permiten incrementar la seguridad en la carrocería, además de ayudar a reducir la complejidad de la caja de la batería».
También menciona las nuevas competencias de chasis (el papel del chasis en cuanto a la integración con la batería en los coches eléctricos) y de 'Active Frunk'. A través de su filial Edscha, especializada en mecanismos, ofrece una solución especialmente adaptada a los eléctricos. «Al no contar con el espacio dedicado al motor de combustión, en el vehículo eléctrico se libera un espacio que puede utilizarse, por ejemplo, como maletero adicional. El 'Active Frunk' combina un actuador para la apertura y el cierre totalmente automáticos del capó con una bisagra para la protección activa de los peatones», explican Ignacio Martín.
Nicho innovador
Además de los gigantes empresariales, que han tomado la delantera en la carrera tecnológica, en la galaxia de proveedores de componentes españoles también hay hueco para startups que están realizando esfuerzos para aprovechar la transición al coche eléctrico.
Es el caso de la madrileña Cedrion, que trabaja en una solución de refrigeración de la electrónica de estos coches que reemplaza ventiladores y disipadores por sistemas ligeros, silenciosos y sin partes móviles. «Con menos peso y volumen, conseguimos la misma e incluso más refrigeración», afirma Enrique Medina, CEO y cofundador de la firma. ¿Cómo? «Sometemos al aire ambiente a una diferencia de voltaje muy grande, de modo que arrancamos electrones de algunas de las partículas del aire, que quedan cargadas, y las aceleramos. Chocan con las partículas neutras y generan un viento que, bien dirigido contra un elemento caliente, permite refrigerarlo», dice. El principal beneficio de su tecnología, que prevén comercializar a finales de 2024, es que quita peso al vehículo, lo cual hace que, con cada carga, pueda recorrer más kilómetros.
El otro producto que han desarrollado, esta vez gracias a la colaboración con Antolin, es un sistema de purificación del aire para el interior del coche basado en tecnología de plasma no térmico que cuenta con una eficacia del 99,99% en la eliminación de virus y bacterias aerotransportadas. «En un espacio pequeño y controlado se genera un ambiente muy oxidante, el sistema 'fríe' enseguida cualquier microorganismo que lo atraviese y, gracias a un catalizador, nos aseguramos de que no sale ninguna partícula oxidante fuera, todo ello con poco coste energético y de forma silenciosa», detalla Medina.
Los expertos consultados coinciden en que la industria auxiliar del automóvil se está adaptando a los requerimientos que traerá el coche eléctrico. Xavier Ferré, socio responsable del sector de Automoción y Transporte en España de EY, cree que el sector de los proveedores de componentes se encuentran en buena situación y, a su juicio, una de las claves para mantener su posición y dar un paso más allá es aprovechar los fondos europeos. Cabe recordar que el Gobierno aprobó el Perte del Vehículo Eléctrico y Conectado (VEC), dotado con 2.975 millones de euros, y que, ante el fracaso de la primera convocatoria, donde se adjudicó menos del 30% del total, lanzará otras dos convocatorias para repartir los casi 2.200 millones que aún no han sido concedidos, una en junio específica para baterías y otra general en septiembre.
Los retos
Entre los desafíos que tienen por delante las empresas de componentes, Ferré habla en primer lugar de la captación de talento para cubrir las nuevas necesidades. «Es un sector en el que no se requerían tantos perfiles tecnológicos o ingenieros del dato como ahora», abunda. Aumentar la resiliencia ante posibles crisis de materias primas, como ocurrió con el desabastecimiento de chips, es igualmente esencial. «Un reto a futuro es tener cadenas de suministro más resilientes, por lo que se trabaja en modelos regionales y localizaciones más cercanas», indica el experto. Los productores de componentes también habrán de cumplir los principios ambientales, sociales y de gobierno (ESG), así como tomar medidas para fomentar la economía circular.
En lo que respecta al ámbito regulatorio, Ferré hace hincapié en que los fabricantes de componentes deberán seguir de cerca los diferentes compromisos fijados por las instituciones en materia medioambiental. Recientemente, por ejemplo, la Comisión Europea aceptó que los automóviles con motor de combustión puedan venderse más allá del 2035 siempre y cuando usen exclusivamente combustible sintético o e-fuel. «Es interesante para los fabricantes de componentes porque permitiría tener dos tecnologías en paralelo funcionando», comenta Ferré.
La existencia masiva de coches eléctricos en nuestras carreteras todavía es una entelequia, pero los proveedores españoles de automoción ya se están adaptando al cambio marcha del sector acelerando hacia la innovación.
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