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Mutua Madrid Open

Alcaraz, paso firme ante Dimitrov con un partido de fuegos artificiales

El murciano cumple su promesa de divertirse y que la gente se divierta con un encuentro de trucos, magia y superioridad ante el búlgaro que lo pone en octavos (6-4 y 7-5)

Se medirá en la siguiente ronda con Alexander Zverev, una reedición de la final del año pasado

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Carlos Alcaraz, durante su partido contra Dimitrov De san bernardo
Laura Marta

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Carlos Alcaraz despliega en su segunda actuación en la Caja Mágica todo el repertorio de fuegos artificiales para tumbar a Grigor Dimitrov y alcanzar los octavos de final del Mutua Madrid Open. Vence al búlgaro, 31 años y 32 del mundo, por 6-2 y 7-5 en una hora y 30 minutos, con un tenis a su imagen y semejanza: divertido, alegre y convencido. Y se cita con Alexander Zverev, en una reedición de la final del año pasado.

Mutua Madrid Open

  • Carlos Alcaraz
  • 6 7
  • Grigor Dimitrov
  • 2 5

    Hay días que no sale nada y hay días que sale todo. Así vive Alcaraz sus dos primeras jornadas en la Caja Mágica. Una cruz que solventó con mono de trabajo ante Emil Ruusuvuori y una cara que luce con brillantez ante Grigor Dimitrov. El murciano pareció haberse contagiado del clima. Apagado y gris con el finlandés, alegre y soleado con el búlgaro.

    Le sale de todo a este Alcaraz de domingo por la noche. Se impulsa en la canción de Rocky en la salida a la pista, donde lo espera un Madrid con los brazos abiertos, y se marca un set primer set impecable. Más suelto, más activo, más centrado. Si hubo dudas en el estreno, ante Dimitrov Alcaraz sabe exactamente qué quiere hacer, dónde quiere llevar la pelota y cómo ejecutar la idea. Ahí está la derecha para arrastrar al búlgaro hacia atrás. Ahí está la velocidad de brazo para desajustar el revés del rival, que no encuentra en una mano la fuerza suficiente para responder. Ahí está el saque, que es igual de profundo y veloz que en la previa, pero ahora no tiene quien lo responda.

    Porque a que todo salga de cara para Alcaraz contribuye también un Dimitrov que se pelea por volver a ser aquel campeón del Masters 1.000 de Cincinnati y de la Copa de Maestros de 2017. Al búlgaro le cuesta entrar en faena y no encuentra acomodo en su propio juego. Fallos con la derecha y una doble falta, ponen en bandeja el break para Alcaraz en el primer juego. A partir de ahí, el murciano vuela.

    Porque sale todo, incluso que un golpe con la caña resulte medio ganador, que de la velocidad de su golpeo, rompa las cuerdas del rival, que se invente una derecha defensiva a la carrera en escorzo, que el rival se confíe en que va fuera y caiga en la línea. Un 6-2 en media hora para que el murciano sonría y la grada haga la ola.

    Al inicio del segundo parcial, más risas en su palco. Es la fórmula Alcaraz, estar alegre para jugar alegre, y viceversa. Y sigue funcionando en la Caja Mágica. Solo hay un pequeño despiste en el octavo juego. Dos errores de más y un Dimitrov que se lo cree permiten al búlgaro sumar un break. Pero le dura un suspiro la convicción, porque de esa va sobradísimo esta noche Alcaraz. Recupera la rotura en el siguiente juego, en blanco, y del tirón, logra desequilibrar el saque del búlgaro, que vuelve a fallarlo todo.

    Se ríe Alcaraz tras un punto imposible en el que corre, corre y corre hasta que el búlgaro impacta una derecha que lo supera por poco. A pesar de perder el punto, la raqueta ya no se estrella en el suelo, como ante Ruusuovuori, sino que sale volando por los aires como muestra de que se estuvo muy cerca de conseguir el punto del partido. Este Alcaraz eufórico, que descarga todos los trucos para ponerse por delante y acercarse a la victoria, aún tiene la última interpretación: una volea por debajo de las piernas con la que tampoco logra el punto, pero sí que la afición se lleve las manos a la cabeza y aplauda después por el espectáculo vivido.

    El espectáculo Alcaraz. El del tenis alegre, sonriente, efectivo y letal. El de los fuegos artificiales. El que termina con una dejada a lo Alcaraz.

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