Mutua Madrid Open
La tierra batida, asignatura pendiente de Medvedev
El ruso, número 3 del mundo, ha ganado 19 torneos, 18 en pista rápida y uno en hierba, pero sufre en la tierra batida, una superficie que aún está aprendiendo a descifrar
Orden de juego del domingo 30 de abril del Mutua Madrid Open
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A Daniil Medvedev le va cambiando la sonrisa según avanza el calendario. Comienza con una abierta, sincera, especial, ojos achinados y de disfrute. Bailes y títulos sobre la pista dura. Pero conforme se acerca la primavera, al ruso el gesto se le tuerce. La ... sonrisa ya no es sincera, sino irónica; los bailes cesan y se convierten en dudas; los títulos desaparecen. Le empieza la alergia a la tierra batida. En este Mutua Madrid Open espera encontrar el antihistamínico que le permita ejercer de tres del mundo, y dos en el torneo. Ayer dio el primer paso, triunfo ante Andrea Vavassori por 6-4 y 6-3 en 1 hora y 22 minutos.
El ruso no esconde su aversión por esta superficie: «Hay a quien le gusta ensuciarse, a mí no. Cuando juegas en tierra, ya puedes tirar después los calcetines porque los lavas y siguen sucios», bromeaba, o no tanto, en Montecarlo, apeado en cuartos por Holger Rune. Así se describía estos días en Madrid: «Un jugador no especialista en tierra». De sus 19 títulos, 18 son en pista dura y uno en hierba. En este 2023, Róterdam, Doha, Dubái, Miami del tirón. Hasta Montecarlo. Le cuesta. Así lo explicaba a una pregunta de ABC: «Lo más difícil para mí es el movimiento. No quiero parecer pretencioso, pero me muevo muy bien en pistas rápidas. Me gusta correr hacia la pelota, jugar intercambios largos. En tierra no me pasa eso. Aún estoy aprendiendo a deslizarme. Muchas veces, golpeo la pelota y me deslizo y pierdo cinco segundos para alcanzar el siguiente golpe. Y eso no es bueno».
No solo es el movimiento lo que ha dificultado a Medvedev ser tan competitivo en esta superficie como en cualquier otra. Sus golpes planos son muy efectivos en pista rápida, pero la arena merma su peligrosidad. Incluso los saques, a 220 kilómetros por hora con facilidad, se quedan en menos al impacto con la tierra. Aunque en Madrid se aprovechó de la altura para poder solventar sin demasiados contratiempos la primera ronda y seguir afinando el equilibrio: «No me solía gustar jugar mucho en Madrid por las condiciones y porque es difícil controlar la pelota. Pero hay cosas de mi juego que para esta pista son mejor, porque se parecen a la pista rápida. Hoy he estado sólido, estoy muy contento».
Así como cuando falla en pistas duras sabe dónde está el problema, no logra descifrarlo cuando se desliza por el albero. «A veces creo que estoy golpeando bien, que estoy haciendo lo correcto, y fallo». Lo está intentando, de todas las formas posibles, aunque sabe que el poco tiempo que hay de adaptación entre una gira y otra no es suficiente para desentrañar esta superficie: «No puedes cambiar en unos días el sistema de juego que realizas durante nueve meses. Así que estamos buscando algo intermedio».
No natural
No es el único al que esta superficie le hace perder confianza en sus posibilidades y calidad en su juego. En su tiempo, Maria Sharapova tenía la misma sensación: «En tierra batida me siento como una vaca sobre hielo». Para ninguno de los dos es una superficie natural, pues apenas practican en ella. «Recuerdo que no era malo del todo en mi época de Challengers. Tuve algunas grandes victorias y también después. Pero en algún momento encontré algo en pistas duras para ganar torneos e incluso Grand Slams. Algo que no había encontrado en la categoría júnior, y que no he sabido encontrar todavía en tierra batida. Por eso no me gusta la tierra», explicaba el ruso sobre sus inicios en la tierra.
Al contrario que para Medvedev y Sharapova, la tierra batida ha sido, históricamente, un campo de cultivo para los títulos españoles. El clima y la tradición favorecen la proliferación de este tipo de pistas. Aquí se desenvuelven de maravilla los tenistas españoles, aunque hace tiempo que conquistaron el planeta entero, y así lo indican los datos. En 2010, de los 19 torneos en arcilla disputados, 12 fueron para jugadores nacionales. De los 92 títulos de Rafael Nadal, 63 son de rojo. De los 16 de Juan Carlos Ferrero, 13.
Medvedev, que tiene el sueño infantil de que todos los torneos del año se jueguen en rápida, persevera. En 15 torneos de tierra, incluidos cuatro Roland Garros, cayó en la primera ronda, pero ahí están también sus logros: semifinales en Montecarlo y final en Barcelona en 2019. Y ahí tiene el ejemplo de su compatriota Sharapova. De la vaca sobre hielo a ganar dos veces Roland Garros (2012 y 2014). Mañana tiene la siguiente clase de esta asignatura pendiente: Alexander Shevchenko. Amigo de Medvedev de una vida anterior al tenis, pues compartieron equipo de videojuegos online. Se conocieron en una ATP Cup porque Rusia estaba falta de jugadores y Medvedev lo llamó. «Fue la primera vez que salía del continente, clase turista, le tocó en el asiento de en medio -se ríe-, una historia loca». Como la suya con la tierra batida.
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