Esbozos y rasguños
El guisante de Guardiola
«No termino de comprender del todo esta moda reciente entre algunos futbolistas como Grealish de jugar con espinilleras minimalistas»

El hachazo que propinó Grealish a Rodrygo antes siquiera de llegar a cumplirse el primer minuto de partido despertó una parte algo malvada de mí que desconocía albergar dentro. No tanto por el daño que pudo haber hecho al delantero brasileño del Madrid, sino por ... el que pareció hacerse a sí mismo el propio Grealish y que le tuvo renqueante un buen rato. No me escondo: sentí una ligera satisfacción durante unos segundos. ¿Por qué? Porque no termino de comprender del todo esta moda reciente entre algunos futbolistas como Grealish de jugar con espinilleras minimalistas, apenas un suspiro que no les llega ni al comienzo de la tibia.
Tras toda una infancia forzados a tener que jugar con unas aparatosas espinilleras con tobillera incluida, que solo nos faltaba saltar al campo también con el casco de Cech, ahora muchos nos sentimos estafados al descubrir que todo ese tiempo estuvimos viviendo una gran mentira. Resulta que aquellos artefactos con los que nos era imposible controlar un balón sin perder la dignidad y el propio balón por el camino eran completamente accesorios.
Existía un vacío legal que nos hubiera permitido poder jugar al menos con unas espinilleras más discretas y cómodas. ¿Cuántas veces nos estuvieron haciendo scouting ojeadores de algún club italiano y no pudieron ver nuestra mejor versión por culpa de esas dichosas grebas propias de un torneo medieval con las que no se podía dar un pase? Probablemente ninguna, pero eso es algo que ya nunca sabremos.
Raúl jugaba un amistoso de verano pertrechado con unas espinilleras de titanio, que eran el colmo de la modernidad y un prodigio tecnológico, y ahora Memphis o Llorente saltan a jugar todo un Mundial con apenas un sello que les cubre el astrágalo. ¿Qué nos hemos perdido? ¿Cuándo ha sucedido todo este cambio?
Sobre ciertas amortiguaciones y protecciones escribe algo muy interesante la autora Vivian Gornick en su espléndido libro 'La mujer singular y la ciudad'. Sostiene que ella tardó demasiado tiempo en comprender el verdadero significado del cuento de hadas de la princesa y el guisante: ella no buscaba al príncipe; buscaba el guisante. Ese momento en el que nota el guisante bajo los veinte colchones es su momento definitorio, el auténtico sentido de su viaje.
Todos necesitamos esa dosis de intranquilidad, de inconformismo, para poder sentir que nuestra vida tiene un propósito. Al final se reduce a eso que decía Seinfeld: encontrar la tortura con la que uno esté cómodo. Y aprender a vivir con ella. A Guardiola, que cada noche se acuesta arropado bajo las mantas de la tranquilidad que le proporcionan los Haaland, De Bruyne o Bernardo Silva, le podría estar ocurriendo algo similar. Pese a los goles, los títulos de Premier levantados y un proyecto deportivo más que sólido, se queda todavía muchas noches en vela, comiendo techo, porque sabe que bajo todos esos mullidos colchones hay un guisante en forma de Copa de Europa que no le permite dormir.
Se le exige desde hace varias temporadas ganar ya la Champions con el City y no va a descansar hasta lograrlo. Sabe que tal vez esto, caer hasta cuatro veces contra equipos españoles en semifinales, forme parte del camino, del mismo modo que lo fue para el Real Madrid el caer en tres semifinales seguidas antes de poder ser campeón también tres veces seguidas.
Este exceso de ansiedad es el factor que podría llegar a inclinar la balanza en el partido de vuelta a favor del Madrid, que hizo un primer round rozando la perfección por momentos y al que solo le faltó unas gotas del Benzema de las grandes noches europeas. El guisante bajo los veinte colchones puede que tenga en estado de alerta y sin dormir a Guardiola y a los suyos, príncipes en la Premier, durante esta semana. Veremos si el Madrid es capaz de alterar el sentido del viaje y el momento definitorio de este Manchester City que tan inevitable le parece a todo el mundo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete