Atletismo
Ingebrigtsen revive su peor pesadilla
Mundiales de Atletismo
Al igual que en Oregon ante Wightman, el noruego cede en el esprint ante el británico Josh Kerr en la final del 1.500. Mario García Romo fue sexto
El Mundial recompensa la valentía de la letona Agate Caune

Los gestos delatan a Jakob Ingebrigtsen. La mirada baja, la boca abierta... El pasmo. Por segundo año consecutivo se la han vuelto a jugar. Otro británico. En Oregon, hace un año, fue Jake Wightman, ahora ausente por lesión. En Budapest ejerce de ladronzuelo Josh Kerr, con su gran flequillo rubio y sus gafas aún más inmensas. Es el más valiente cuando el nórdico se cansa del ritmo trotón de Kipsang y acelera cuando apenas han transcurrido 500 metros, el que decide ponerse junto a su cogote cuando la campana decreta el inicio de la gran batalla.
Hay piernas frescas en el británico, que primero resiste y luego se envalentona. Se pone a la altura de Ingebrigtsen en plena curva, con el público enfebrecido, y le supera con el último aliento. Su alegría es inmensa, aunque al principio le cuesta expresarla, quizás por el cansancio. Luego, ya sí, llegan los gritos, el llanto y los abrazos.
Kerr, al igual que lo fue Wightman, es la sorpresa inesperada. En una final plagada de estrellas pocos han recaído en él. Mal hecho. El británico es bronce olímpico y forma parte de la nómina de siete finalistas capaces de correr por debajo de 3:30. Su triunfo, observado con satisfacción por Sebastian Coe, da otro espaldarazo al mediofondo británico, que hasta el año pasado sobrevivía de los éxitos de Steve Cram en Helsinki 1983 y el propio Coe en Los Ángeles 1984.
Nada puede esconder la grandeza de Ingebrigtsen. Ni siquiera sus gestos de altivez. Con 22 años ha logrado más que muchos atletas que son considerados leyendas del atletismo. Y apenas acaba de empezar. Pero al noruego le penalizan este tipo de fallas en el 1.500. Tiene el oro olímpico y también el europeo, pero ya van dos veces que el mundial se le escapa de los dedos. Ese cero le irrita. «No me he sentido al cien por cien», resume Ingebrigtsen, que reconoce el mérito de Kerr. «El año pasado fui el mejor y no gané. Pero este año no ha sido así».
What a final lap 😮💨@joshk97 kicks to 1500m glory and succeeds his fellow countryman @JakeSWightman as the world champion!#WorldAthleticsChamps pic.twitter.com/h6YaUMp7ve
— World Athletics (@WorldAthletics) August 23, 2023
Al duelo de Kerr e Ingebrigtsen le sucedió la batalla por el bronce, que acabó ganando otro noruego, Narve Gilje Nordas, entrenado por el padre de Ingebrigtsen y enemigo declarado del subcampeón del mundo. Otro que se suma al grupo de élite de una disciplina que ha pegado un cambio estratosférico en los últimos tiempos, porque hoy correr por encima de 3:32 ya se considera lento.
En esa pelea por la tercera posición estuvo también Mario García Romo, al que su esprint final le dio para ser sexto (3:30.26). No fue la mejor carrera del salmantino, que no buscó excusas. Empotrado en el centro del grupo, fue perdiendo posiciones a golpe de empujón hasta verse último. Cuando quiso reaccionar era demasiado tarde. Por delante de él también quedaron el keniano Abel Kipsang y su compañero de piso en Colorado, el estadounidense Yared Nuguse. «Tengo que valorar mucho este resultado y la forma de trabajar este año», dijo el salmantino, que lamentó haberse dejado comer el terreno por los rivales. «Ahora tendré incluso más ganas de seguir entrenando, creo que el año que viene puede ser muy bonito». Romo puso como ejemplo a Kerr, que fue quinto el año pasado y hoy celebra su primer título mundial. «Ese es el camino. Si continúo de esta forma la medalla va a caer tarde o temprano».
El fallo de Ingebrigtsen evitó el doblete noruego en la que iba a ser su gran jornada en los Mundiales. Karsten Warholm sí cumplió para conquistar su tercera corona mundial en los 400 metros vallas. Empieza a lucir un palmarés casi tan portentoso como el de su compatriota, y en su debe solo hay que apuntar el récord del mundo. Una vez más, se le escapó. En Budapest gana en 46.89, lejos de su mejor marca. Tal vez porque nadie le exige los suficiente. Ni Rai Benjamin, que acaba tercero tras Kyron McMaster, ni el campeón olímpico Allison Dos Santos, fuera de las medallas esta vez.
Solo sonríe Jael Bestué
El sexto puesto de García Romo puso el cierre a una jornada con cocas buenas noticias para los españoles. Al contrario que los chicos, clasificados los tres para semifinales, las chicas del 800 cayeron todas en la primera ronda. No lo tenían fácil. Se corrió muchísimo en todas las series, y la última clasificada por tiempos entró con 2:00.36, una marca que solo ha superado este curso Lorea Ibarzábal. La madrileña, curiosamente, fue quien peor lo hizo, penúltima entre todas las participantes con 2:06.33. No hubo excusas. No era su día. Más cerca estuvieron Daniela García (2:00.92) y Lorena Martín (2:01.25). También fuera de la final quedaron las tres mujeres del 3.000 obstáculos: Carolina Robles, Irene Sánchez-Escribano y Marta Serrano, que fue quien más cerca se quedó.
Dejaron buenas sensaciones Keely Hodgkinson y Athing Mu, las dos favoritas al oro. La estadounidense de piernas infinitas llega tocada a Budapest, pero le dio para ganar su serie, la última, en 1:59.53.
No fue el día de Laura Redondo, decimoquinta en la clasificación de peso con 66.95. Ni tampoco el de Jaime Guerra, fuera de la final de longitud. Solo hizo un salto válido, de 7,35 metros, e hicieron falta ocho metros para clasificarse.
El jamaicano Wayne Pinnock marcó el camino yéndose hasta 8.54 en un primer salto prodigioso. Se convertía en líder del año. Se vio sufrir a Miltiadis Tentoglou, dueño de la triple corona (campeón europeo, mundial y olímpico), que no cerró su pase hasta el último salto. Acabó en 8.25.
Quien sigue con paso firme es Jael Bestué, clasificada para semifinales en su segunda prueba, el 200 (aún hará 4x100). La catalana ha llegado a Budapest en un momento de forma ideal y lo demuestra su crono en las series: 22.58, a solo cuatro centésimas de su mejor marca de siempre.
Con las series del 200 volvieron a aparecer en el estadio Noah Lyles y Sha'Carri Richardson, campeones del 100 en busca del doblete. Lyles, que está convencido de poder bajar en Budapest el récord del mundo de Bolt (19.19), forzó lo justo para ganar su serie en 20.05. En el global de tiempos fue tercero, tras el británico Zhasnel Hughes (19.99) y su compatriota Kenneth Bednarek (20.21).
Richardson, por su parte, lideró con 22.16, aún con mucho margen de mejora, por delante de su compatriota y líder del año Gabrielle Thomas.
Y dos nuevas estrellas planetarias comparecieron por primera vez en el National Athletics Centre. Armand Duplantis midió su sensaciones en la clasificación de pértiga. Fueron tres saltos limpios sobre 5,55, 5,70 y 5,75. No hizo falta más. No está en su mejor curso, pero el sueco brillará con luz propia el sábado, día de su final.
El día de Yulimar Rojas fue incluso más tranquilo. Apenas paseó un rato su sonrisa por el estadio antes de brincar hasta 14.59 metros en su primer intento. Luego se pudo ir a descansar hasta la final del viernes. María Vicente se quedó sin final después de saltar 14.13, misma distancia que las estadounidenses Jasmine Moore y Tori Franklin, últimas de las clasificadas. La diferencia estuvo en el segundo salto de las americanas, más largo que el de la española.
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