Atletismo
El gran anhelo de Mo Katir
Mundial de Oregón 2022
El atleta afincado en Murcia logra el bronce mundial en el 1.500, su primer gran éxito con España después de años sin poder competir al no tener la nacionalidad

Hace solo unos meses, Mohamed Katir, flamante bronce mundial del 1.500, mantenía un intenso debate con un grupo de periodistas sobre su preferencia por los récords respecto a las medallas. Y ponía como ejemplo a una leyenda como Hicham El Gerrouj. «Verle hacer ... 3:26 es una locura, inhumano. Y eso solo lo tiene uno en la Tierra. Medallas hay muchas más». No había forma de sacarle de ese discurso. Esa creencia la mantuvo Katir hasta que en la madrugada del miércoles se vio con una de esas medallas colgada del cuello. Entendió entonces que los récords pueden volar, pero que las medallas permanecen para siempre. Y le tocó recular. «Me faltaba sentir esto, nunca lo había vivido», decía el afincado en Murciano con una enorme sonrisa en la cara mientras admitía haber cambiado sus preferencias.
En todo caso, Katir puede ahora presumir de ambas, pues mantiene en su zurrón los récords nacionales de 1.500, 3.000 y 5.000. En Oregón, de hecho, se quedó cerca de mejorar el primero de ellos, pues la final deparó una carrera velocísima que acabó ganando el británico Jake Wightman en 3:29.23. El noruego Jakob Ingebrigtsen, el gran derrotado, se quedó en 2:29.47, y Katir paró el crono en 3:29.90, a poco más de un segundo de su registro nacional (3:28.76). Honores también para Mario García Romo, que en su debut como internacional acabó cuarto rebajando en más de cinco segundos su mejor marca personal hasta dejarla en 3:30.20. Ignacio Fontes, el tercer español en la final, acabó undécimo.
La medalla de Katir (24 años) acabó con una sequía de 23 años del 1.500 nacional en los Mundiales, desde el bronce de Reyes Estévez en Sevilla 1999. El afincado en Murcia se convierte en el cuarto español en lograr medalla sobre esa distancia después del propio Estévez (dos bronces), Fermín Cacho (dos platas) y José Luis González (plata). El oro se le sigue escurriendo a los atletas españoles.
Katir, que al acabar se envolvió en la bandera española y se echó a llorar sobre el tartán, llevaba años anhelando un momento como este. Nacido en la ciudad marroquí de Alcazarquivir, se trasladó a España de niño después de que su padre cruzara el Estrecho en patera unos meses antes para buscarse la vida en el campo. Primero estuvieron en Huesca y después, ya todos juntos, se trasladaron al pueblo murciano de Mula, donde aún reside. «Me siento muleño y español», afirma siempre el atleta, que a Marruecos solo ha vuelto algunos veranos para ver a sus abuelos.
El nuevo medallista comenzó jugando al fútbol, pero lo dejó cuando a los 12 años se cruzó en su vida el atletismo. «Había una carrera escolar, un cross, y me apunté. A un entrenador le gustó cómo corría, vio que era rapidillo y que me acompañaba la genética, así que habló con mis padres. En el fútbol jugaba de delantero, pero no era bueno y ya me empezaba a aburrir», contaba hace unos meses a ABC.
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Pronto llegaron los primeros triunfos regionales y el salto a los campeonatos nacionales. Katir ganaba, pero no podía subir al podio al no disponer de la nacionalidad española. Aquello le frustraba. «Es muy duro ganar una prueba y que le den la medalla al segundo. Cualquier otro hubiera dejado el deporte». Esas victorias tampoco le permitían acudir a los grandes eventos internacionales. Katir había solicitado la nacionalidad por carta de naturaleza en 2015, pero jamás la recibió de ese modo. Al final le llegó por el procedimiento regular en 2019, poco antes de la pandemia.
Chasco en Tokio
Ya como español llegaron sus grandes logros, los récords nacionales, el primer Europeo en pista cubierta, donde acabó cuarto, y la experiencia agridulce de los Juegos de Tokio, donde acabó octavo en la final de los 5.000 metros, devuelto a la realidad por un ejercito de atletas africanos que le despertaron del sueño de lograr una medalla olímpica. Tal vez aquel chasco fue lo que le llevó a decantarse por el 1.500 en este Mundial, convencido de que era ahí donde habría más posibilidades de medalla. Curiosamente, por primera vez en un Mundial de 1.500, los cinco primeros en la final fueron europeos.
Katir, de vuelta ya a España, se recluirá ahora en Sierra Nevada, su segunda casa, para preparar a fondo el Europeo de agosto junto a su entrenador, Gabi Lorente. Aún no lo tienen decidido, pero la intención de ambos es subir de nuevo al 5.000 y terminar el verano con otra medalla. Eso, si no se anima a doblar. «En mis resultados no hay magia, es trabajo diario», insiste el atleta, amante también del boxeo y de la poesía -también las escribe, y muchas de ellas se pueden leer en sus redes sociales-. «Esto es solo el comienzo, soy muy joven aún», concluye un Katir que ya tiene completamente olvidado lo de ser bombero, su plan B por si lo del atletismo no cuajaba.
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