Fútbol
Los éxitos de Guardiola y el City beben del rugby
Manchester City
Los seleccionadores de Australia y Escocia han intercambiado algunos conocimientos con Pep
Erling Haaland: el gigante que desafía a un fútbol sin nueves
Guardiola: «No es una revancha, es una nueva oportunidad»

Para un aficionado neófito, el rugby puede parecer un deporte en el que quince jugadores de un equipo y otros quince de otro, en una pelea de cabezazos, intentan llevar el balón a la zona de ensayo contraria, pero es una percepción totalmente alejada de la realidad. El rugby es uno de los deportes más tácticos que existe. Exige físico, claro, como cualquier otro deporte, pero también te obliga a tener una alto concepto de la lectura del juego, y atrevimiento e inteligencia en la toma de decisiones. En eso, y en otras facetas, se parece mucho al fútbol. De ahí que Guardiola, el entrenador que siempre busca ir un paso por delante de la propia evolución del juego, haya recurrido a él en ciertas ocasiones, como el propio rugby ha acudido a él en otras cuantas.
En su etapa en el Bayern de Múnich, Pep recibió la visita de Eddie Jones, un exjugador que actuaba como talonador y que, entonces, era seleccionador de Japón. También lo ha sido de Inglaterra y Sudáfrica y, actualmente, lo es de de Australia. Jones quería ver de primera mano cómo Guardiola trabajaba la búsqueda de la ventaja posicional, ese dos contra uno en todas las parcelas del campo que tanto éxito ha dado al técnico catalán, y que es clave en el rugby para avanzar y llegar al zona de ensayo del rival.
Con las limitaciones de no poder pasar el balón hacia adelante, a no ser que sea con el pie, un riesgo importante teniendo en cuenta el formato oval del esférico, en el rugby es clave la superioridad numérica cuando el balón está en tu poder. Por eso, ya como entrenador del City, Guardiola también recibió la visita en Mánchester de Gregor Townsend, un exjugador escocés que dirige desde 2017 al XV del Cardo, que es como popularmente se conoce a la selección de su país.
De ambas visitas, Pep también sacó ganancia para su constante estudio e innovación a nivel táctico. Tanto de Jones como de Towsend, Guardiola quiso extraer conocimientos que pudieran servirle en tiempo presente o futuro. Por ejemplo. A diferencia del fútbol, en el rugby el fuera de juego lo marca la pelota y eso obliga al jugador a educarse en el apoyo constante. Su deber es aparecer en el espacio para ayudar al compañero a generar un dos contra uno con el que superar a la defensa.
En el fútbol no tiene por qué ser así. Un futbolista puede coger la pelota y regatearse a siete jugadores, y luego dar un pase a un compañero que está situado por delante de él. Como el en rugby no se puede estar delante del balón, la obligación es generar una y otra vez apoyos cerca de la pelota, para que el poseedor del balón tengan las máximas opciones posibles para mejorar la jugada y mantener la ventaja numérica sobre el rival. Es lo que él también mamó en el Barcelona en la famosa filosofía de 'el tercer hombre' que, grosso modo, viene a decir que la posición de ventaja se genera apareciendo en el espacio cada vez que paso la pelota y corro junto al que recibidor del pase
Patadón a Haaland
Guardiola considera que este aprendizaje, de un deporte más cercano al fútbol de lo que algunos piensan, puede serle de gran ayuda. Un sentimiento recíproco. En el rugby hay dos variables importantes: la posesión y el territorio, y en el rugby de hoy se apuesta más por la segunda. El objetivo es patear e irse a campo rival a defender. De ese modo, se elimina el riesgo de defender en mi campo y que el equipo rival esté más cerca de mi zona de ensayo. El rugby de ahora, como el fútbol, se ha convertido en un deporte muy físico, y el objetivo es minimizar los errores. La manera de minimizarlos es jugar en campo rival, entregarle la pelota, meterle la máxima presión posible para generar el error que le haga perder el balón e ir por el ensayo con menos metros por delante que si se defendiera en campo propio. De hecho, un tercio de los ensayos que se consiguen en el rugby son gracias a los balones robados en campo contrario, una filosofía que también lleva el sello de los equipos de Guardiola.
Para Pep, la historia ha cambiado algo esta temporada con la llegada de Haaland, un futbolista que ha permitido a Guardiola utilizar el patadón, tan recurrente también en el rugby. El City de esta temporada juega con una defensa de cuatro, que en muchas ocasiones son todos centrales, dos de ellos reconvertidos a laterales. A ninguno se le cae los anillos si tiene que poner un balón en largo al espacio, y Erling a correr en campo contrario. La posesión como principio y fin del método ya no es tal. Ahora la territorialidad es igual o más importante. Son los tentáculos de Guardiola con el rugby.
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