Carla Otero, la torera herida de máxima gravedad: «Noté cómo me metía el pitón y cada trayectoria. Me quemaba»
La novillera, con morfina cada media hora por los fuertes dolores, tuvo que ser intervenida dos veces por complicaciones y un trombo por su durísima cornada. Cuenta a ABC cómo fue su bautismo de sangre
De antitaurinos al diluvio, pasando por toreo del bueno
«No me podía ni levantar del suelo. Me quemaba tanto que quería que me diesen lo que fuera para dejar de sentir ese fuego». Así relata Carla Otero lo que sintió el pasado martes 5 de septiembre en El Casar, cuando un novillo de ... Los Chospes le prendió por la pierna en unos segundos eternos. Ahora, pasados unos días, recibe a ABC en su habitación del Hospital Universitario de Guadalajara. «Lo peor ya ha pasado», dice sonriente. Sus padres, encantadores en todo momento, no se separan de su lado durante estos duros momentos.
Y es que, pese a la serenidad que transmite y la madurez con la que habla, Carla es prácticamente una niña. Nacida en 2003, esta novillera se acercó al mundo del toro, a través de su hermano, al que iba a ver en la Escuela Taurina. Él lo dejó, pero ella se quedó con la afición metida. Los primeros días de convalecencia fueron muy duros: «Cuando entré, los calmantes me duraban media hora, de los dolores tan fuertes que tenía en el tobillo, y ahora ya me han quitado el nolotil y la morfina, que estaba con morfina cada media hora. Pero por suerte ya no hay ningún dolor, y ya va todo bien».
Pero todo no iba tan bien como parecía y llegaron las complicaciones: el domingo por la noche volvió a tener fiebre, algo que alarmó a los médicos. «Sobre las 11:30 vino un celador a llevarme al vascular a hacerme pruebas. Yo, un poco por desconocimiento, ni me alarmé. Pero mi padre sí empezó a preguntar que por qué un domingo a las 11:30 me hacían pruebas. El celador intentaba no alarmar, decía que cobraba todos los días y que tenía que trabajar. Pero cuando ya llegamos allí, todo eran malas noticias». Vieron que había un trombo en la pierna, y tuvieron que intervenir de urgencia, en una operación que duró más de cuatro horas. «Me lo dijeron así: 'Puedes perder la pierna si no te operamos ya, porque no sabemos cuánto tiempo lleva el trombo'», continúa explicando sobre esos angustiosos momentos que llegaron de forma inesperada. Las palabras dejan mal cuerpo, pero ella lo cuenta con total naturalidad, como si de un 'susto' hablara.
«Lo peor ya ha pasado. Me encuentro bien, la verdad es que ahora parece que todas las noticias son mejores incluso de lo que esperaban». El bypass está funcionando, está recuperando sensibilidad y movilidad, y ya no tiene fiebre. Ya se ve la luz al final del túnel. Aunque «el otro día por la noche tuve un poco, y nos asustamos un montón, pero dijeron que era normal, porque al final tenía las dos piernas abiertas y que era normal tener algo de fiebre». Aún no sabe cuándo le darán el alta, pero se toma las cosas con calma. Lo primero es recuperarse bien: «La semana pasada estaba deseando irme a casa, y me ha venido este contratiempo, así que, ya me lo tomo con más calma».
A veces los toreros no saben por qué ha sido la cornada, pero no este el caso. La novillera ha visto vídeos y fotos, y desde el principio tenía muy claro lo que había ocurrido: «El novillo era un poco incierto, venía muy dormido siempre. En el inicio ya pasó muy cerca, soltaba la cara, se defendía. Pero era el que tenía, me puse a torear, y en el primer muletazo de la tanda se venció, y en el derrote me cogió por la pierna, y lo malo es que me tuvo mucho tiempo en el pitón, giré, y de ahí, las tres trayectorias». Fueron unos instantes que duraron una eternidad. «No tenía dolor como tal. Pero sí me asusté cuando no me podía levantar del suelo, más que por pensar en todo lo que ha venido después, por el hecho de que el novillo se viniera hacia mí. Me quemaba tanto, que yo estaba deseando ir a la enfermería y que me diesen lo que fuera para dejar de sentir ese fuego».
Ha sido el bautismo de sangre de Carla, que ha visto la cara más dura del toro de una forma brutal: «Cuando llegué al hospital les decía a los compañeros y profesionales que venían conmigo que tenía la incertidumbre de saber cómo iba a reaccionar a la primera de sangre, y ésta ha sido fuerte, no ha sido un puntazo. Pero la verdad es que, a pesar de los inconvenientes, no cambia mi percepción hacia el toro», afirma con gesto de orgullo. Y no es para menos, un tabaco de estas características podría haberle hecho replantearse su afición. Pero Carla lo tiene claro: «Siento que de verdad el toro es mi vida. Ya lo he comprobado para lo bueno, que es pegarle veinte pases, y para lo malo, que es esto, y ya puedo decir que he vivido la parte dura. Pero creo que esto es una prueba de capacidad, de amor por el toro, y creo que la estoy superando. Además, el apoyo que he recibido de mucha gente me hace sentirme muy orgullosa y pensar que, a partir de ahora, todo va a ser para mí mucho mejor».
Momentos antes de terminar la entrevista, le llevaban la comida. Sonreía a la enfermera mientras se confesaba agradecida a todos los que le han mostrado su apoyo estos días. Toreros, ganaderos, gente del toro en general y aficionados han estado pendientes de ella en estos días, entre ellos Fortes, Aguado, Ureña y Urdiales, dos referentes para ella: «En estos momentos me están ayudando mucho. Viendo los caminos tan duros que han pasado, ahora les admiro más, por el apoyo que me dan, y porque en estos momentos me he acordado mucho de ellos y de todo lo que han pasado».
Así son los toreros, como Carla, de una pasta especial.
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