Un paraíso teatral llamado Almagro
La ciudad manchega acoge una nueva edición de su Festival Internacional de Teatro Clásico, que además de en sus escenarios late con fuerza en sus calles
Blanca Portillo: «El teatro ha sido un camino largo, de paso a paso, al que no quiero renunciar»

En la Antigua Universidad Renacentista (Aurea) de Almagro se representa 'La vida es sueño', de Calderón de la Barca. Durante la función, el actor Alfredo Noval, que encarna a Segismundo, sube y baja por las escaleras de la grada donde está sentado ... el público. En uno de esos momentos, se detiene ante una espectadora en la fila 9. La toma la mano y la mira a los ojos mientras recita los versos que le corresponden; ella le devuelve la mirada con una mezcla de ternura y simpatía... Está a punto de ponerse a recitar junto a él; se sabe el texto de memoria, porque hace algo más de una década también ella encarnó a Segismundo en este mismo festival, en una recordada puesta en escena de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Es Blanca Portillo. Segismundo frente a Segismundo...
Son cosas que suceden en Almagro, convertido durante las semanas del Festival de Internacional de Teatro Clásico en un auténtico paraíso teatral. Todo en esta hermosa localidad manchega, cuyas calles empedradas siguen conservando la quietud y el silencio de siglos pasados, se vuelve teatro. El Corral de Comedias, ese singularísimo espacio con sabor a historia, es el corazón, pero la sangre escénica se extiende por los diversos escenarios –desde el Palacio de Juan Jédler al Teatro Municipal, pasando por la Casa Palacio de los Villarreal– e incluso en el inabarcable e inagotable escenario que es la Plaza Mayor, con las terrazas –el Gordo, el Marqués, el Quijote...– inexcusable centro de reunión para cómicos y espectadores después de las funciones (el mutis final del día, sin embargo, se suele hacer desde otros lugares más ruidosos). Pocos festivales mantienen un idilio mayor que Almagro con el lugar que los acoge y con sus gentes, los más exigentes críticos de la programación que cada año, desde hace cuarenta y seis, presenta el festival.
Esta edición está de estreno. Es la primera de su nueva directora, Irene Pardo, que estos días necesitaría un clon para poder abarcar todos los actos del festival. Ha pasado ya el acto institucional, que es el premio Corral de Comedias, donde año tras año los representantes políticos de las distintas instituciones que patrocinan el festival –Ministerio de Cultura, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Diputación de Ciudad Real y Ayuntamiento de Almagro– se empeñan en robar plano al verdadero protagonista, el premiado –este año premiada: Blanca Portillo–; Irene Pardo se relaja un poco y dedica sus fuerzas a los teatreros.

Entre ellos, los miembros de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que tiene en Almagro desde sus inicios su sede veraniega. Aquí se han trasladado siempre durante los meses estivales y aquí veían la luz sus grandes producciones, como ese inolvidable 'La vida es sueño' que dirigió Helena Pimenta y protagonizó la galardonada Blanca Portillo. Lluís Homar ha preferido este año (como los anteriores de su mandato) traer a Almagro un espectáculo íntimo, 'El templo vacío', sobre la literatura mística española; a camino entre el recital y la lectura (Homar lee todos los poemas, salvo el fragmento de 'El príncipe constante', que interpretó hace unos meses). Homar aparece sobre el tablado del Corral de la Morería descalzo, sobriamente vestido de oscuro, junto a un cuarteto vocal, para decir textos de Ibn Arabi, Calderón, Ramón Llull, Maestro Eckhart, Miguel de Molinos, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Angelus Silesius y Jacint Verdaguer. Brenda Escobedo se ocupa de la dramaturgia de un espectáculo cuya principal belleza está en la palabra, dicha con la alta calidad de Homar.
Más imaginativo y cálido ha resultado 'Me trataste con olvido (Clásicas en rebeldía)', que rescata, con dramaturgia de Raúl Losánez y dirección de Ana Contreras, versos de dieciséis autoras del Renacimiento y el Siglo de Oro, de María de Zayas a Ana Caro de Mallén, de Violante de Ceo a Sor Juana Inés de la Cruz. El amor y sus fracasos son el 'leitmoiv' de este 'diálogo' entre dos mujeres –excelentes María Besant y, sobre todo, Natalia Millán, que llena de verdad y naturalidad sus versos–, en el que se descubre la modernidad de unas autoras que hablaban con absoluta libertad y desvergüenza de las relaciones con los hombres. Eran lo que hoy en día se llama 'mujeres empoderadas'.
Y es que este es uno de los mudos sustratos de una edición del festival que, más que vivir en los escenarios que lo albergan, late en las calles de Almagro, convertido en un escenario infinito y demostrando, como dice Irene Pardo, «el vigor y la vigencia del Siglo de Oro».
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