'Olympia': sermón con sexteto de Carlota Subirós

Subirós pone el disco de Ibáñez. Un homenaje al vinilo que muchos compartimos. Sonarán 'Palabras para Julia' de Goytisolo, las 'Coplas' de Manrique, los poemas de Hernández, Celaya, Blas de Otero y el galope de Alberti. El disco de la generación de sus padres. Indispensable, como el 'Guernica' de Picasso, en todo hogar antifranquista. Luego nos traslada al Lliure de 1976 que es, precisamente, donde se está representando esta obra.

'Olympia' empieza y acaba como un sermón sobre todos aquellos ideales que hoy se han perdido por culpa, señala la autora, «de la extrema derecha y del capitalismo más feroz y devorador». Nada que criticar a las izquierdas del disco de Ibáñez y el 'Guernica' de Picasso. Cómo escribió Manrique en sus coplas, «¿qué fue de tanto galán, qué fue de tanta invención como trujeron?» Un poquito de ironía autocrítica no iría nada mal para retratar a la progresía que devino en 'gauche caviar', a los comunistas que votan hoy a Le Pen en Francia. ¿Libertad? Lo que no hay en la Venezuela 'antifascista'.

¿Qué es 'Olympia' más allá de un canto de la nostalgia progresista que siempre culpa a los demás? El teatro de tesis propende al sermón. Y en el montaje de Subirós el sermón deja poquito espacio al teatro. La autora sermonea a través de seis voces. Y decimos voces porque no hay personajes caracterizados. Y si no hay personajes caracterizados, ¿para qué seis actrices si todas dicen lo mismo? 'Olympia' carece de un nudo narrativo más allá de la ligazón entre las dos fechas del recital y la eclosión del Lliure. El problema de Subirós no es que haga canción protesta sino cómo toca (mal) la guitarra.