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Con Vargas Llosa en la fila 4

El premio Nobel asiste en Madrid a los últimos ensayos de su obra «La Chunga» en el Teatro Español

Con Vargas Llosa en la fila 4 JAVIER NAVAL

JULIO BRAVO

Faltan pocos minutos para que comience el ensayo general en el Teatro Español de «La Chunga». Joan Ollé, el director, y sus colaboradores se aseguran de que todo esté dispuesto. El autor avanza por el pasillo hasta alcanzar la fila 4, donde se sienta. Los actores, con Aitana Sánchez-Gijón, Irene Escolar y Asier Etxeandía al frente, están listos. Las luces se apagan y arranca el ensayo, con Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, sentado en la fila 4.

Hace más de 25 años, en noviembre de 1987, Mario Vargas Llosa asistía también, en el desaparecido teatro Espronceda de Madrid, y con ABC como testigo, a uno de los últimos ensayos antes del estreno en España de su obra de teatro «La Chunga», escrita un par de años antes. Dirigía Miguel Narros y la protagonizaban Nati Mistral, Emma Suárez y Pepe Sancho. Desde entonces, este texto no se había vuelto a representar en nuestro país. «Me hace mucha ilusión que repongan “La Chunga”», dice Vargas Llosa, que llegó el sábado a Madrid y se fue prácticamente del aeropuerto a los ensayos.

«Lo que he visto -asegura- me ha dejado muy impresionado, porque es una puesta en escena muy rica, con mucha creatividad. La obra ha adquirido una seguridad que no tenía hace veinticinco años. Me parece esta puesta en escena mucho menos local, refleja mucho más una problemática existencial que una circunstancia determinada, aunque en lo esencial respeta absolutamente el texto. Tenía mucha curiosidad por ver si el lenguaje peruano utilizado de una manera fiel funcionaba. Y funciona perfectamente».

Un personaje de «La casa verde»

«La Chunga» cuenta la historia de una mujer en un pueblo de Perú llamado Piura. En su taberna se reúnen a beber y jugar «los incontestables», uno de los cuales lleva una noche a su última conquista, una bella joven llamada Meche. ¿Hay historias que nacen para ser contadas en un teatro? «Sí -contesta el Nobel-. No tengo una explicación racional, pero sí la seguridad absoluta de que la razón de ser de los géneros no es puramente artificial ni convencional, hay un tipo de historias que se expresan muchísimo mejor, de una manera mucho más auténtica y persuasiva, si escoges el género que les corresponde. Y con esta historia me pasó. La Chunga es un personaje que aparece en mi segunda novela, “La casa verde”. El personaje siguió volviendo a mi memoria, con cierta insatisfacción, y dejándome siempre la sensación de que lo había desaprovechado, que era más rico, que significaba mucho más de lo que es en la novela. Y pasó mucho tiempo hasta que me di cuenta de que había nacido para subir a un escenario».

El propio Vargas Llosa se ha subido en dos ocasiones al escenario, en «Las mil noches y una noche» y «La verdad de las mentiras», dos textos suyos que dirigió también Joan Ollé. En los dos tuvo como compañera a Aitana Sánchez-Gijón, La Chunga. «La creación que está haciendo Aitana es absolutamente soberbia. He visto muchas interpretaciones, porque ésta es mi obra más representada. Y no he visto una interpretación tan convincente. Aitana ha convertido a La Chunga en un personaje trágico, casi simbólico, muy impresionante. He de reconocer que cuando Aitana me dijo que le gustaba el personaje yo tuve temor, porque es una mujer muy bella, siempre ha hecho papeles de mujer elegante, y que de pronto se convierta en un personaje tan primitivo, tan crudo, rodeada de más de un elemento tan marginal… Y, sin embargo, hace una interpretación soberbia. Una transformación extraordinaria».

«El teatro me apasiona»

La producción teatral del Nobel es corta respecto a su narrativa. El Teatro Español quiere ofrecer todos los textos escénicos de Vargas Llosa, y «La Chunga» es el primero del ciclo. «Le estoy muy agradecido al Teatro Español y muy especialmente a Natalio Grueso. El teatro ha sido para mí siempre inseparable de mi vocación literaria; si en Lima hubiera habido un movimiento teatral importante cuando yo era joven y empecé a escribir, hubiera sido dramaturgo antes que novelista, porque el teatro me apasiona. Siempre tuve la tentación del teatro. En los setenta quería escribir una historia inspirada en una tía abuela mía, que vivió hasta los 104 años, y en los últimos años de su vida cortó con la realidad y regresó a su infancia, y vivió mentalmente allí. Sentí que esa historia tenía que ser una obra de teatro. Y escribí “La señorita de Tacna”».

«El teatro -asegura Vargas Llosa- está mucho más cerca de la poesía que de la novela en lo que es su concisión, su precisión… Y también en que es un género extremista. O es bueno o es malo. Como los toros. Creo además que la actitud de un autor de teatro debe ser más modesta que la de un novelista, tiene que aceptar que él es solo una parte de una maquinaria, y que la obra solo se va a realizar gracias a la labor de muchos que tienen una función creadora al igual que él. Y el teatro tiene esa cosa maravillosa y única entre todos los géneros, que es el que está más cerca de la vida, es la vida… Está vivo, tiene el mismo carácter pasajero, efímero, intenso. No hay repetición posible, no hay posibilidad de retroceso, y eso le da una condición de riesgo que no tiene ningún otro arte».

Con Vargas Llosa en la fila 4

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