Niño de Elche: «Más que multidisciplinar, yo me siento un indisciplinar»
El artista presenta en Madrid su nuevo poemario 'Conversaciones con un monje de madera' (Espasa), dedicado a una escultura tallada por el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal
Niño de Elche: «Hace cien años ya existía la paranoia de que el flamenco se iba a perder»

En la familia de Niño de Elche se dejan crecer las uñas al recién nacido. Alguien con sensibilidad ha de cortarlas, para que salga artista. Su padre lo hizo con él y con su hermano. Cuarenta años después, el ilicitano ha respondido con vigor ... a su llamado.
Desde sus primeros llantos, que publicó en 2007 en un álbum homónimo, han transcurrido 17 discos, varias intervenciones plásticas, películas, performances y seis libros, el más reciente 'Conversaciones con un monje de madera' (Espasa), dedicado a una escultura tallada por el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal.
«La tengo en casa y a veces me la llevo de viaje incluso», cuenta Niño de Elche en la librería Rafael Alberti, donde ha presentado este poemario. Bulle en sus fotografías y retratos un aura entre mística y barroca, que en la vida real se trasluce en una sonrisa cálida. «Para escribir, necesito parar. Por eso este libro me ha costado más tiempo», explica la víspera de su concierto en Circo Price.
Ex flamenco
¿De qué escribe Niño de Elche en estos poemas? ¿Sobre oración y silencio? Sí. Pero también de una belleza espontánea y sencilla que abarca desde la olla de la abuela Encarnación hasta la lenta transformación que experimenta quien limpia. Santa Teresa y San Pablo entran y salen de estos versos.
Su primer libro lo tituló 'No comparto los postres'. A ese siguieron 'Morbo legítimo' (Bandaaparte) y 'Heterodoxias' (Cátedra), así como 'In memoriam. Posesiones de un ex flamenco', en el que recuerda sus años de infancia y juventud entre concursos, peñas, tablaos, «andalucinaciones» y noches cada vez más largas.
Sus últimos dos poemarios, 'Llamadme Amparo' (2021) y 'Conversaciones con un monje de madera', ofrecen una mirada interior y casi eucarística de la vida. «En mis trabajos musicales no soy tan autobiográfico. Los libros están todos relacionados con mi biografía más directa», explica.



Místico
Repetición, contemplación y descripción. «Etimológicamente, rito y orden van unidas. Una persona que viaja tanto como yo, que está sumergida en tantos proyectos, entiende la importancia del rito. Mi dedicación también al mundo del arte tiene que ver con eso».
La memoria, el olvido, la identidad y hasta el hambre aparecen una y otra vez. «Es que mi familia estaba constantemente hablando de eso. Era una especie de trauma, pero también una reivindicación de que lo hemos superado. Miguel Hernández tiene un verso maravilloso que es tener presente el hambre, recordar su pasado». A través de la escritura, insiste, es posible restituir la belleza del día a día .
«Hablo de mis tías cuando hacen dulces. De mi madre cuando limpia». Se detiene y ríe. «Siempre me he enfadado mucho con ella. ¿Por qué limpia tanto? He tenido que leerme un libro sobre monjes budistas para entender las prácticas rutinarias de mi madre. A veces no somos capaces de encontrar la divinidad en los seres que están al lado. La escritura me ha ayudado también a reconocer ese tipo de memoria».
Indisciplinar
Ha colaborado con creadores tan distintos como Rosalía, C. Tangana, Angélica Lidell o Israel Galván. Reinventó el flamenco y se separó luego de él. Ha hecho de todo. Le ha cantado a una obra de Lucian Freud, también a un lienzo de Francis Bacon. En ocasión del año Sorolla participó en colaboraciones con artistas plásticos, rehízo una instalación sonora a partir de la obra de José Val del Omar para el Reina Sofía y acaba de presentar este sábado en Circo Price los temas de su disco 'Cante a lo gitano', capítulo final de la trilogía que conforman 'Memorial de cante en mis bodas de plata con el flamenco' (2021) y 'Flamenco. Mausoleo de celebración, amor y muerte' (2022).«Todos los proyectos se tocan, cada vez más. No me siento un multidisciplinar, me siento un indisciplinar. Yo digo que escribo poesía, pero poesía no es. Hago música, aunque música tampoco es, porque todos dicen que es performance. Todo está unido por la lectura».
No buscar
Un repaso por la iconografía de sus últimos proyectos y la inspiración religiosa de su poesía arrojan la idea de que en Niño de Elche cuaja una paradoja. «Abogo por la memoria y el olvido. Van unidas, como la muerte y la vida o el silencio y el ruido. Es el conocimiento de una cosa la que nos lleva a la otra. Eso tiene que ver con la duda y la mística. Decía Ernesto Cardenal que venimos de la cópula, ¿puede existir algo tan creativo como el nacer?».
Por eso a lo suyo no lo llama creaciones. De esa agitación permanente en la que vive, dice él, surge su paz creativa, incluso una noción espiritual de su vida. «Reproducimos constantemente esa pulsión del amor, que es agitación. Es paradójico porque en la agitación puede hallarse el cese, la entrega. Yo no estoy buscando. Estoy haciendo. El viaje a Ítaca no habla de una búsqueda, habla de un camino, o de varios caminos. Cavafis habla, en realidad, de experiencia, de estar, de hacer. A veces has encontrado tu llama. Yo ya la encontré».
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