La revolución de Spotify cumple 15 años: los artistas ganan menos, peor sonido, un algoritmo engañoso... ¿ha sido bueno para la música?
La plataforma de 'streaming' sueca cambió el juego de la música el 7 de octubre de 2008. Preguntamos a discográficas y artistas, como Mägo de Oz, Los Secretos, DJ Nano, Yawners y Cupido, si la disrupción ha sido positiva
Músicos contra Spotify: una batalla que ya suena en el Parlamento español

El 7 de octubre de 2008, Spotify dio su pistoletazo de salida en España y Europa. Quince años en los que la compañía de 'streaming' sueca ha revolucionado la industria de la música en un siglo XXI que se inició con la transición del ... cedé a otro tipo de escucha basada en los programas peer-to-peer, el Emule y el Soulseek, todo a juego con el top-manta. Pero Daniel Ek y su grupo de innovadores cambiaron las reglas del juego. Aún recuerda uno de los dos firmantes un viaje a Dublín allá por 2006 cuando le vendieron las bondades de esta moto desconocida que iba a hacer saltar la historia por los aires, que si quería invertir... Lástima que no tuviera un chavo. Y de aquellos barros 'startuperos' a estos lodos de audiencias masivas, algoritmos opacos, regalías escasas y un nuevo paradigma en el mercado discográfico. Y una pregunta: ¿ha sido tan bueno Spotify para la música?
«Sin duda. La rapidez para llegar a cualquier canción y descubrir nueva música y dar visibilidad a los artistas en cualquier parte del mundo se ha multiplicado casi por infinito. Una revolución muy positiva», opina DJ Nano, que recuerda como algo muy bonito la época de las tiendas de discos, adonde aún va. «No echo de menos nada de hace 20 años, pero lo miro de una manera romántica. Ir a comprar vinilos era todo un ritual, eran las redes sociales de entonces para los DJs, donde nos conocíamos, hablábamos de música aparte de llevarte tu disco. Conocías gente y pasaban cosas en las tiendas».
En esta década y media, estos datos. Spotify registra más de 100 millones de canciones con más de 551 millones de usuarios activos, incluyendo 220 millones de suscriptores de pago en más de 180 países. La mayor fuente de ingresos de la industria musical, vamos. «Mi balance es positivo, no por su forma de reparto de los beneficios, porque a los que tenemos un contrato discográfico a la antigua nos perjudica. Pero ahora se consume mucha más música y eso hace que los conciertos se llenen», analiza Álvaro Urquijo, líder de Los Secretos, que reconoce que nunca han trabajado en directo tanto como ahora «y lo achacamos a las redes sociales y los dispositivos que permiten tener la música a un solo click».
«Yo prefiero vender discos»
En su opinión, aunque los beneficios superan a las desventajas, «la remuneración que hace Spotify, después de pasar por el filtro de la discográfica, es residual. En pandemia tuvimos más de cien millones de 'streams' de una canción y ni siquiera tuvimos un beneficio llamativo. Aun así, el presente es mejor que el limbo en el que la gente descargaba todo porque había un vacío legal», añade Urquijo, que tampoco olvida la peor calidad experiencia musical, por estar muy comprimidas las canciones, que impera en estas plataformas.
«Antes se vendían discos y ahora todo es digital. Yo prefiero vender discos, pero no se pueden poner puertas al campo. La vida sigue y hay que adaptarse. Otra cosa es cómo nos adaptamos. Los beneficios que llegan a los artistas son mucho menores de lo que eran antes. Las plataformas pagan un porcentaje mínimo respecto a lo que ganan y a lo que generan por los derechos de los artistas. Es una lucha que hay que mantener porque es claramente injusta en detrimento de los artistas», señala Moha, violinista de Mägo de Oz.
Precisamente, los derechos de autor fueron objeto de una campaña frontal contra Spotify hace tres años impulsada por Union of musicians and allied workers, conformada por 19.000 artistas de todo el mundo (desde Tyler the Creator, Cate Le Bon, Thurston Moore a nuestros Rufus T. Firefly o Nacho Vegas, entre muchos otros), que exigía el pago de un céntimo por cada click a sus canciones. En este sentido también, una comisión en el Parlamento británico concluyó que había que cambiar las condiciones de este mercado al completo y allí la Sociedad de Artistas AIE expuso: «¿Es justo el reparto? De ningún modo. Más del 50% del dinero pagado por los usuarios va a las discográficas, el 30% a las plataformas y menos de un 10% va a los artistas».
«Spotify es un socio valioso. Tenemos una relación simbiótica. Invertimos en artistas y repertorio que atrae a usuarios a su plataforma. Y ofrece una oportunidad para que los fans descubran la música de nuestros artistas», nos dice Guillermo González, presidente de Warner Music Iberia.
Por su parte, José María Barbat, presidente de Sony Music Iberia, cuenta que el 'streaming' ha permitido llegar a audiencias «inalcanzables y se han batido récords con artistas como Rosalía», pero su gremio, en conjunto, tiene nuevos retos: «Conseguir una industria más igualitaria, definir el papel de la IA, seguir generando oportunidades para el contenido musical así como una mejor monetización o aumentar las suscripciones».
Desde la disquera alternativa Caballito Records, Santiago Cano ve bien estas plataformas de audio: «Los beneficios de escuchar la música con facilidad compensan, porque mi objetivo es que las bandas que me gustan y saco sean conocidas y disfrutadas. Y quien quiera comprarse la edición física, pues que la tenga si quiere. Tampoco echo mucho de menos otras épocas ni creo que sean muy diferentes de ahora con esta fiebre del vinilo».
Dos bandas nativas digitales, que no han ejercido en otro contexto, también nos ofrecen sus impresiones. «Spotify tiene un catálogo inabarcable y eso es genial, pero la parte mala es que hace que la música se diluya demasiado; si no te convence algo a los 10 segundos, lo cambias», dice Elena Nieto, alma máter de Yawners, en un guiño a aquello de Baudrillard de que «el arte no muere porque deje de haber arte, el arte muere porque hay demasiado».
Y también menta al inescrutable algoritmo como el gran misterio: «Antes, el número de discos que vendías era proporcional a las personas que compraban entradas para tu gira, pero ahora con el 'streaming' no tiene por qué. He visto artistas con medio millón de oyentes mensuales no vender cien entradas en Madrid y al revés. No creo que haya que romantizar el formato físico porque las dinámicas de consumo cambian y ahora también existe esta, hay que trabajar en ambas direcciones. Sí me da pena la pérdida de protagonismo del concepto 'disco', cada vez menos relevante frente a la salida de singles, también debido al gigante volumen de lanzamientos. Así la música es más efímera. A mí, escucharme discos enteros me sirvió muchísimo para forjar mi gusto musical, ahora creo que esto ya no se lleva tanto».
Peor calidad musical
Por su parte, Cupido observan también estos desfases que genera Spotify: «Ha sido una bomba. Ha influido, para empezar, en la manera de hacer música. Mucha gente hace música para captar tu atención en los primeros 10 segundos. Olvídate de las intros largas, ya en el primer minuto la gente te da intro, estrofa y estribillo. Por otra parte, las discográficas grandes y un poco todas ya se fijan mucho en los números de oyentes de los artistas, pero muchas veces es una burbuja. Puedes encontrar a alguien con dos millones de oyentes y no te llenan una sala mediana en Madrid, y alguien con 300.000 oyentes te hace un WiZink».
Y una nota final jugosa de la banda liderada por Pimp Flaco: «Lamentablemente, nosotros no vivimos la época de los discos. Una pena, porque los artistas vivían muy bien de su venta y eso hacía que hubiera una dedicación mayor a la hora de hacerlos. Es un efecto en cadena, las discográficas invierten menos y por el camino los artistas pierden calidad. La sustitución del 'streaming' está muy lejos a nivel económico de lo que daban los discos y eso hace que la gente se hinche a sacar temas, y muchas veces no tienen la calidad».
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