20 años sin el irrepetible Johnny Cash: ¿se puede ser un artista comprometido y unir a la izquierda y la derecha?
En una sociedad ultra-polarizada es imposible que surja otro como él y tenga éxito
El legado de Johnny Cash no tiene fin

Este martes 12 de septiembre de 2023 se han cumplido veinte años de la muerte de Johnny Cash, y aunque algún desaprensivo lo haya 'celebrado' poniéndole a cantar el 'Barbie Girl' con uno de esos programitas de inteligencia artificial, la gran mayoría, o diríase todo el mundo, le recuerda con respeto, veneración e incluso cariño. ¿Quién no quiere a Johnny Cash? Gracias a Dios que vivió en el momento adecuado. Porque si empezase su carrera en el siglo XXI y se comportase como lo hizo en el XX, no habría llegado ni a la vuelta de la esquina. No por esa indomable incorrección política que se puede sintetizar en aquel verso suyo que decía «disparé a un hombre en Reno sólo para verle morir», sino porque se llevaba bien con la izquierda y la derecha pero también zurraba a ambas cuando se lo merecían. Y en una sociedad tan polarizada como la de hoy (en Estados Unidos, en España, en todas partes), sería imposible prosperar con esa actitud. Sería un vendido, un incoherente, o peor aún: un equidistante.
Cash era un apasionado defensor de los valores tradicionales sureños, y también un inquebrantable antirracista odiado por el Ku Klux Klan, que no soportaba su apoyo al movimiento de los Derechos Civiles y trató de boicotearle con las más estúpidas tretas imaginables. Ensalzaba la patria con fervor, la bandera de barras y estrellas era sagrada para él, y estaba convencido de que el ejército estadounidense era la salvaguarda de la justicia en el planeta. Pero cuando visitó a las tropas desplegadas en Vietnam y vio la carnicería que se había desatado, no dudó en poner en cuestión la invasión y en reconocer su mérito al movimiento antibelicista de aquellos hippies a los que años atrás había calificado de 'inútiles antiamericanos' por quemar sus cartillas de reclutamiento.
Creía esencial que el país estuviese regido por el imperio de la ley y el orden, pero para él las drogas eran como el comer y daba sus mejores conciertos precisamente a quienes más lo transgredían, en cárceles donde siempre decía sentirse como «uno de ellos». Le parecían bien las políticas de Richard Nixon pero no dudó en plantarle cara en la Casa Blanca cantándole una canción sobre la verdad y la mentira. Le parecían mal las políticas de Jimmy Carter pero en lo personal se llevaban de maravilla e incluso celebró que fuese familiar -lejano- suyo (vía su mujer June Carter). Cuando la derecha atacaba a Bob Dylan por ser un propagandista progre, él aparecía para callar bocas. Y cuando los modernitos se reían del country, los ponía firmes sólo con echarles una mirada amenazante.
Todas estas anécdotas que lo convirtieron en «una contradicción andante», como dijo su colega Kris Kristofferson, están ampliamente analizadas en 'Ciudadano Cash. El Compromiso político (y social) de Johnny Cash', un libro escrito por el historiador de cultura y política estadounidense Michael Stewart Foley que este mes de septiembre ve la luz en español. «El texto se inicia analizando su marcada infancia en Dyess, un pequeño pueblo/comunidad/colonia creado por el Gobierno estadounidense durante el New Deal para combatir la Gran Depresión», describe la editorial responsable de la publicación, Liburuak. «En palabras del propio Cash: 'aquella comunidad funcionaba en régimen de cooperativa'. Los siguientes capítulos nos hablan de su siempre conexión especial con los perdedores y los que construyeron el país con su esfuerzo. Con los soldados que van a luchar a unas guerras que otros decretan, con los indios desposeídos de sus tierras, con los afroamericanos sin derechos, con los presos y los forajidos. El perfil de Cash es tan difícil de categorizar, que lo mismo puede ser abrazado por el ala más radical del partido republicano, como por aquellos que se sienten antisistema».
Queda claro que se podía conocer muy bien a Cash a través de sus acciones y de sus palabras, porque era transparente y honesto. Pero al fondo de su alma se llegaba a través de sus canciones, como esta que no está entre sus más conocidas, titulada 'The One on the Right Is on the Left', que satiriza con el absurdo al que a veces nos lleva el enfrentamiento ideológico. Por cierto, él jamás votó.
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«Había una vez un grupo musical, un grupo folklórico de canto selecto, cantaban baladas de montaña y canciones populares de nuestra tierra
Tenían mucha habilidad musical
La gente pensaba que llegarían lejos, pero la incompatibilidad política los llevó a su caída.
Bueno, el de la derecha estaba en la izquierda. El de en medio, a la derecha.
Y el de la izquierda estaba en el medio. Y el de atrás era metodista.
Este grupo musical recorrió toda la nación cantando las baladas tradicionales y las canciones folklóricas de nuestra tierra
Actuaron con mucho virtuosismo y pronto causaron furor
Pero la animosidad política prevalecía en el escenario
Bueno, el de la derecha estaba a la izquierda
Y el del medio estaba a la derecha
Y el de la izquierda estaba en el medio
Y el tipo de atrás quemó su permiso de conducir
Sí, el telón subió
Se hizo el silencio en el escenario multitud
Mientras miles se reunieron para escuchar las canciones populares de nuestra tierra
Pero se tomaron su política en serio
Y esa noche en la sala de conciertos
Mientras el público miraba delirante
Tuvieron una pelea
Bueno, el de la derecha estaba abajo
Y el del medio estaba en la parte superior
Y el de la izquierda se rompió el brazo
Y el tipo de atrás dijo: «Dios mío».
Esto debería ser una lección.
Si planeas iniciar un grupo folclórico.
No mezcles la política con las canciones populares de nuestra tierra
Solo trabaja en ello
Armonía y dicción
Toca bien el banjo
Y si tienes convicciones políticas guárdalas para ti
Ahora, el de la izquierda trabaja en un banco
Y el del medio conduce un camión
El de la derecha es DJ por las noches
Y el de atrás fue reclutado»
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