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Cinco discos imprescindibles (por ejemplo) de Dylan

Es difícil elegir en una discografía con más de quince obras maestras

Cinco discos imprescindibles (por ejemplo) de Dylan ABC

m. de la fuente

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«The Freewheelin' Bob Dylan» (1963). Con su segundo álbum se constituye en el más grande escritor que haya dado la música popular. Dylan no ve América, la visiona, y captura su gigantesco espíritu, más allá incluso que Elvis, Hank Williams o Louis Armstrong. Su terceto de andanadas político-musicales tampoco es pequeño: «Blowin' in the Wind» , «Masters of War», and «A Hard Rain's A-Gonna Fall» .

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«Highway 61 Revisited» (1965). Dylan se ha electrificado, como demuestra con la apertura del álbum, «Like a Rolling Stone», uno de las más intensas y apabullantes canciones de la historia del rock and roll, género que asume completamente Bob no solo en su sonido sino también en su aspecto. Ya no va tanto de trovador con causa como más parece parece un cínico nihilista, alguien que duda de todo y de todos. Dylan muestra y demuestra que el rock and roll es algo más que música de tupés, peines y brillantina.

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«Blonde on Blonde (1966)» . Solo por el poderío de estas tres baladas, «Visions of Johanna» , «Just Like a Woman» y «Sad Eyed Lady of the Lowlands», el doble álbum debería pasar a la historia. Cada canción es un hallazgo tanto en su letra, en su sonido, en su originalidad y en su profundidad. Dylan tenía apenas 25 años, pero es el álbum de alguien que ya lo sabe todo.

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«Desire» (1976). Quizá no sea su obra maestra, pero sin lugar a dudas fue uno de los mejores discos de los 70. Bob Dylan está en plena forma y se muestra no solo en la cima de su poder artístico, sino que también consigue uno de los álbumes más comerciales de su vida. Ahí estaban «Hurricane» , «Isis», «Mozambique», «One more cup of coffe», y la bellísima «Sara» para confirmarlo.

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«Love and theft» (2001) .Parece como si Bob Dylan hiciera recuento de su carrera y con su innata habilidad para hacerlo pasar como algo natural. Extraordinarias canciones en las que borda sus pasados papeles de trovador de los primeros 60, luego su extraña faceta (hacia el final de esta década) de narrador de historias absurdas, su paso por la música tradicional y el éxito en los 70, y su desvencijada imagen de trovador sin causa y sin causa en los 90. Dylan parece divertido. El aficionado, lo mismo .

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