Menton, un oasis con aire español en la abarrotada Costa Azul
Entre los atractivos de este pueblo francés está Villa Fontana, la casa soñada de Vicente Blasco-Ibáñez
Mónaco se hunde en la crisis más negra de su historia

Entre todos los Mediterráneos, de Beirut a Palos de Moguer, pasando por Sicilia, de Alejandría a Cádiz, pasando por Roma y Barcelona, Villa Fontana, en Menton, en la frontera italiana de la Costa Azul, es una joya única, que comenzó a construir Vicente Blasco ... Ibáñez, el más millonario de los escritores españoles de todos los tiempos, y que España perdió para no pagar impuestos.
El geógrafo anarquista Élisée Reclus (1830-1905) fue el primero en instalar a Menton en la geografía mundial del ocio, los placeres y el buen vivir, no solo veraniego: “Construida en el encantador Golfo de la Paz, Menton es una ciudad importante, no menos célebre que Niza, la perla de Francia”.
“Perla de Francia” que, a juicio de Reclus, producía los mejores limones y naranjas nacionales “solo comparables a las naranjas y limones de Murcia”, llegó a escribir en su 'Nouvelle Géographie universelle' donde el geógrafo consagra cierto espacio a la España mediterránea. Es célebre la Fiesta del Limón de Menton, que suele atraer a decenas y centenas de miles de turistas.
Este verano de la gran canícula, cuando las temperaturas han causado estragos en las costas mediterráneas de Grecia, Italia, Francia y España, Menton se ha beneficiado de temperaturas ligeramente más clementes que han permitido celebrar con éxito las Fiestas de San Pedro, patrón local, con un cumplido rosario de actividades musicales, artísticas, culturales y nocturnas, con mucho sabor local. Otro éxito raro y nada común del verano de Menton, su Festival de Música, que este año ha reunido a personalidades como Nikolaï Lugansky, Beatrice Berrut, Aline Piboule, la Orquesta Junge Bläserphilharmonie de Ulm, Bertrand Chauvineau, Alexander Malofeev, Aurélie Verdier y un largo etcétera de solistas y grupos de cierto renombre. Ciudad balneario, con mucho público “de cierta edad”, Menton también consagra a los más jóvenes una veraniega Fiesta de la juventud, atractivo mayor para la tropa juvenil italiana y francesa.
La perla de Menton
“Este año, como otros años, uno de los grandes atractivos internacionales de Menton sigue siendo Villa Fontana, monumento histórico nacional, francés, desde hace años”, me comenta al teléfono Emmanuele Gaultier, que se ocupa de la comunicación de Menton, agregando: “Este verano se han confirmado las ventajas particulares de nuestra ciudad. La Costa Azul está abarrotada, víctima de la especulación inmobiliaria.Mónaco - Monte Carlo atraviesan una crisis de crecimiento y quizá ha perdido parte de su antiguo glamour. Menton ofrece los placeres propios del turismo de calidad, con servicios que cubren un abanico muy amplio de gustos”.
Si Menton es la “perla de Francia”, según Reclus, Villa Fontana es la “perla” de Menton y de todo el Mediterráneo. Villa Fontana fue concebida por Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), que llegó a Menton en 1921 con su segunda esposa, Elena Ortúzar, el gran amor de su vida, cuando estaba consagrado como el más internacional, mejor pagado y más rico, en pesetas y dólares, de todos los escritores españoles de todos los tiempos.

Valenciano universal, viajero por varios continentes, traducido a muchas lenguas, autor de superventas excepcionales, Blasco Ibáñez fue adaptado al cine, en Hollywood, con gran éxito. La primera versión de “Los cuatro jinetes del Apocalipsis” (1921) fue interpretada por Rodolfo Valentino, que también encarnó el torero mítico de “Sangre y arena”. Greta Garbo encarnó a Leonora, la campesina valenciana de “Entre naranjos” (1926). Esos triunfos cinematográficos, únicos entre los escritores españoles, sin olvidar los ingresos periodísticos y literarios, convirtieron a Blasco Ibáñez en un autor millonario, que decidió invertir parte de su fortuna construyendo una villa inmensa, con jardines, varios edificios, una sala de proyección cinematográfica, una sala teatral, incontables habitaciones y espacios de recreo… a imagen y semejanza, sin poder saberlo, del Xanadu del 'Ciudadano Kane' de Orson Wells, muy posterior.
Poco antes de morir, Blasco Ibáñez razonaba el puesto de Villa Fontana en su vida, su obra y la historia del Mediterráneo, de este modo: “Desde lo alto de mis terrazas y jardines puedo contemplar la inmensidad del Mediterráneo, sus golfos, sus promontorios, los Alpes… Esa vista me hace soñar, vuelvo a mi biblioteca y vuelvo a escribir. Mi jardín es una herramienta de trabajo, me hace soñar y escribir mejor”.
Sueños y jardines que culminan siempre en su tierra valenciana y la Andalucía de las tres culturas. Los jardines y terrazas que hacían soñar a Blasco Ibáñez fueron construidos con cerámicas llevadas de Valencia a Menton. El escritor se inspiró en los jardines de la Alhambra y los jardines valencianos de su infancia. Las fuentes y arquitecturas de su villa mítica fueron decorados con motivos españoles, valencianos, andaluces y murcianos. Apreciando los limones y naranjas mitificadas por Reclus, incorporó la iconografía de las huertas valencianas y alicantinas a la obra última de su vida.
Esa obra tuvo, desde sus orígenes, una dimensión cultural muy fuera de lo común entre las estaciones de recreo veraniegas de todo el Mediterráneo. La entrada y la gran fuente principal de Villa Fontana está presidida por el más grande de los escritores españoles de todos los tiempos, Miguel de Cervantes, acompañado por otros grandes genios de la literatura universal, Balzac, Zola, Víctor Hugo, Dostoievski, Tolstoi, Dickens, entre otros. Siguiendo esa estela, Don Quijote y sus aventuras son uno de los motivos centrales de varias cerámicas decorativas en Villa Fontana.
Decadencia
Blasco Ibáñez murió en 1928. Dejó su gran proyecto inconcluso. Fallecido en Menton, el escritor fue trasladado a Valencia en loor de multitud. Su entierro fue un acontecimiento cívico, político y cultural de gran importancia. En España, ni sus herederos ni el Estado se ocuparon particularmente de Villa Fontana.
Tras la Guerra civil, la España franquista y la España democrática, también olvidaron esa propiedad única y excepcional. Hace años, un alcalde de Menton me comentaba: “Nuestra alcaldía, las autoridades fiscales del Estado y la Costa Azul, intentaron que alguien, en España, pagara los impuestos locales de Villa Fontana. En 1970, los descendientes de Blanco Ibáñez decidieron ceder Villa Fontana a la municipalidad de Menton. En el Madrid relacionado con la cultura nadie decidió intervenir para salvar esa herencia española en la Costa Azul. Nadie deseó asumir el coste económico, finalmente modesto e irrelevante, a la luz de la importancia del legado de Blasco Ibáñez”.
Tras décadas de abandono, la alcaldía de Menton consiguió que Villa Fontana fuese declarada monumento histórico nacional, francés. Comenzó la reconstrucción del sueño íntimo de Blasco Ibáñez. Andando el tiempo, Villa Fontana se ha confirmado como una joya única en su género, en todo el Mediterráneo. Joya perfumada con los aromas valencianos que recuerdan, a cada instante, los jardines, fuentes y cerámicas concebidas en Valencia, a mayor gloria de un monumento nacional francés, concebido por un gran escritor español, instalado en el limbo de otros muchos olvidos.
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