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Recordando a José Antonio Muñoz Rojas

Recordando a José Antonio Muñoz Rojas

Tal día como hoy, pero hace cien años, nacía en Antequera (Málaga) el poeta José Antonio Muñoz Rojas. Tristemente desaparecido el pasado 29 de septiembre, a lo largo de su vida Muñoz Rojas fue discípulo de algunos algunos de los grandes escritores de la generación del 27 y amigo de otros adscritos a la generación del 36 como Leopoldo Panero.

Con 20 años publicaba su primer libro de poemas, una obra titulada «Versos de retorno» en la que se dejaba ver la influencia de Antonio Machado y que le serviría para atraer la atención de autores como Manuel Altolaguirre, Vicene Aleixandre o Pedro Salinas. A ese volumen le seguiría, ya en los años treinta del siglo pasado «Ardiente jinete» .

Es en esos años cuando Muñoz Rojas se traslada a Cambridge , donde profundiza en la obra de poetas como John Donne, William Wordsworth, Richard Crashaw o T.S. Eliot, entre otros.

Tras la Guerra Civil José Antonio Muñoz Rojas regresa a España, casándose con María Lourdes Bayo y dedicándose con ahínco a la literatura. «Sonetos de amor por un autor indiferente», «Abril del alma» o «Historias de familia» serían algunas de las obras que saldrían de su fértil pluma en esa época turbulenta para España y para el mundo. ven la luz en este momento. También iniciaría, junto a su buen amigo Alfonso Canales, la colección de libros de poesía «A quien conmigo va».

La hora de los reconocimientos

A comienzos de los años cincuenta se traslada a Madrid para trabajar en el Banco Urquijo, del que sería secretario hasta su jubilación en1983. Desde allí llevaría a cabo una enorme labor cultural, organizando conferencias y seminarios que contarían con la participación de destacados intelectuales de la época. Pero sus quehaceres no le impedirían seguir escribiendo maravillosos versos como los que integrarían «Cantos a Rosa» o «Coplillas».

Con la jubilación del Banco Urquijo, José Antonio Muñoz Rojas se vuelca aún más en la literatura y comienzan a lloverle los reconocimientos. El Premio Nacional de Poesía en 1998 por «Objetos perdidos» y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana de 2002 serían sólo dos de los galardones que adornarían la trayectorias de un autor que no dejó de escribir mientras la naturaleza se lo permitió.

Su voz se apagó pocos días antes de cumplir 100 años, una efeméride que su Antequera natal conmemora a través de diversos actos, entre los que destaca la exposición «Entre otros recuerdos», en la que se recogen manuscritos de sus obras, primeras ediciones de sus libros y parte de la correspondencia que mantuvo con amigos y maestros como Vicente Aleixandre. Un tributo más que merecido para uno de los poetas que más honda huella ha dejado en el panorama literario.

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