LIBROS
Lo que aún nos enseña el maestro Aristóteles
Ensayo
Pocos pensadores de la Antigüedad siguen siendo tan contemporáneos. Edith Hall nos ayuda a ratificarlo en un completo trabajo lleno de claves para entender nuestro tiempo

Cuando Platón murió (348 a. C.), lo normal hubiera sido que eligieran a Aristóteles como su sucesor y director de la Academia, de la que él, además, había sido alumno durante dos décadas. Se da por descontado que Aristóteles ya era el mejor ... filósofo de su tiempo. No fue así. Se nombró a un «escolarca» (director) mediocre llamado Espeusipo. Hoy hubiera sido igual o peor. Nuestro país está lleno de mediocres, mientras nuestros grandes científicos, por ejemplo, tienen que buscar acomodo en el extranjero. Aristóteles huyó de Atenas, dio clases en otros lugares y, más adelante, regresó y fundó su propia escuela, el Liceo, rival de la platónica.
Tenía entonces cuarenta y ocho años. Su centro docente estaba cerca del teatro Dioniso. Para él, el teatro ayudaba a formar las habilidades cognitivas, morales y políticas para administrar una ciudad sana. Consideraba a las artes un recurso educativo fundamental. Afirmaba que los autores teatrales y músicos deberían ser funcionarios públicos, segundos en importancia después de los sacerdotes. Platón identificaba el conocimiento con la felicidad. Aristóteles lo ratificó con algunos matices. El Eclesiastés contradice a ambos filósofos: quien aumenta el conocimiento aumenta el dolor. Yo creo que las tres opiniones son compatibles. Felicidad por saber, y dolor por saber que no se puede saber más.
ENSAYO
'La senda de Aristóteles'

- Autora Edith Hall
- Editorial Anagrama
- Año 2022
- Páginas 307
- Precio 19,90 euros
En la 'Ética a Eudemo', habla de la felicidad tanto del cuerpo como del alma. Había leído inscrita en una piedra sagrada de Delos, que las tres mejores cosas de la vida eran: la justicia, la salud y la felicidad. El ser feliz equivalía también a la búsqueda de la virtud. Y el plan para conseguirla era: no evadirse de las responsabilidades, reflexionar, analizar las intenciones, ser flexibles, sentido común, autonomía individual y consultar con otros. Para Aristóteles el bien era simple, pero el mal era polimorfo. Estaba convencido que podía conseguirse la felicidad. Criticaba aquello que decía Solón de Atenas, uno de los siete sabios, «no se es feliz hasta estar muerto». En la 'Ilíada', Aquiles se refiere a dos destinos posibles: una vida breve, pero gloriosa; o una vida larga anónima (Canto IX, 410-415). Aristóteles, como tantos de nuestros indóciles intelectuales contemporáneos, murió en el exilio, lejos de Atenas, en el 322 a. C.
El filósofo griego había negado el interés de los dioses por los asuntos humanos, y su visión científica no agradaba al sacerdocio. En el 'Libro VIII de la Política', insiste en que el legislador debe ocuparse de la educación de los jóvenes. La educación tenía que decidirse públicamente y no dejarla en manos de cada padre. Este debate ha llegado hasta nuestros días, por ejemplo en nuestro país.
Está contra la tiranía, pero también ve en la democracia muchas corruptelas
Son mundos distintos y tiempos diferentes. Hoy esa intromisión del estado sería negativa, digna de un poder totalitario. La libertad debe enseñarse y practicarse desde un principio. Para Aristóteles la educación debía ser única y la misma para todos, y el cuidado de ella debe ser común y no privado. Educación para el interés común. Hoy, en las sociedades democráticas, los hijos son de los padres y no del Estado que sí debe velar por su educación libre.
Virtudes políticas
En los tres volúmenes de la 'Retórica', Aristóteles valoró este arte hoy destrozado por los políticos. Claridad, concisión, información y persuasión hoy, por lo general, brillan por su ausencia. Entender lo que se dice y hacérselo entender a los demás. La sensatez, la virtud, la benevolencia y el sentido del humor, utilizando el sarcasmo y la ironía sin insultar, eran otros elementos fundamentales de este arte. La envidia, la ira, y la venganza eran males generales que destruían la convivencia. La envidia era capaz de paralizar grandes obras y talentos. La ira, para Aristóteles, a veces, era virtuosa y legítima.
La ira, una reacción, un daño placentero por la expectativa de venganza y castigo por un mal hecho a alguien que nos importa, que ha sido indebidamente dañado. Grave error pensar que el dolor se cura con el dolor. Cuando un cuerpo se descompone el alma muere con él. Había tres formas de desprecio: el desdén, la vejación y el ultraje. La liberalidad, la prodigalidad, la generosidad y el utilizar bien la riqueza eran virtudes que se contraponían al vicio de la mezquindad. Era justo ser ambicioso, pero siendo vigilante de nuestros propios deseos de reconocimiento y recompensas, no había que apartarse del término medio de la virtud. Hay que asumir la plena responsabilidad, de no hacerlo equivaldría a hacer daño por omisión. Hay que determinar también el grado de intencionalidad.
Clases de parejas
¿Por qué nos suceden cosas malas? A veces por errores humanos, a veces por accidentes. Aristóteles lo explica a través del 'Edipo Rey' de Sófocles. Edipo sufre sin merecerlo, sobre él cae la injusticia absoluta del destino. Hay mentiras menos dañinas como aquellas producidas por la vanidad. El amor es una unión heterosexual, marido-mujer, para el apoyo mutuo y la reproducción. No habla de las relaciones homosexuales. Sigue el discurso de Aristófanes en 'El banquete de Platón'.
Hay tres clases de parejas, mujer-hombre, hombre-hombre y mujer-mujer. Aristóteles se refiere al excesivo amor erótico, de la clase que fuere, que puede ser socialmente desestabilizador. En la 'Política' cuenta, aprobándola, la historia romántica de la pareja Filolao de Corinto (legislador de los Tebanos) y Diocles, el vencedor de los Juegos Olímpicos. El adulterio era inaceptable porque socavaba la confianza. En el libro VII de la 'Etica a Nicómaco,' subraya la importancia de la amistad. Aristóteles está contra la tiranía, pero también ve en la democracia muchas corruptelas. Sin embargo, esta forma de gobierno expresa la libertad misma, propugna la educación y la obediencia a las leyes, así como defiende la igualdad.
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