'En búsqueda del origen', de Ana Mendieta en el MUSAC: Enterrar y desenterrar las raíces

'Ana Mendieta. En búsqueda del origen', en el MUSAC, supone la muestra más amplia realizada hasta la fecha en España sobre esta artista y presenta un conjunto de más de cien obras, algunas de ellas piezas icónicas, tal es el caso de sus 'Siluetas' o 'Esculturas rupestres', creadas empleando diversos lenguajes como la foto, el vídeo, la escultura, instalaciones, pintura o dibujo, y que recorren un extenso espectro cronológico de 17 años de trabajo (1968-1985).

Esa voluntad, y más aún, esa necesidad por indagar y recuperar sus raíces está absolutamente presente en todas sus creaciones. Un corpus artístico, potente y sincero, que articulará a través de un original diálogo entre su cuerpo y la Naturaleza. El cuerpo como certeza y contenedor palpable del ser, como la única realidad a la que asirse, y la Naturaleza –en gran medida la Pachamama de los mitos precolombinos– como útero y madre receptora, como un locus primordial en el que encontrar los orígenes y las respuestas. Del mismo modo, esa utilización tan singular, esencial, combativa y ancestral de su propia corporeidad la convierte en una de las principales mujeres artistas en cuestionar su sentido y su simbología. El cuerpo femenino como campo de batalla donde se dirimen y se libran pugnas universales y locales, tal como también nos recordaba Barbara Kruger.

Para realizar este diálogo a dos voces –y a muchas miradas– Mendieta urdió procesos y mecánicas creativas híbridas en las que combinaba diversos elementos del 'body art' pero igualmente del 'land art'. De hecho, la propia artista solía emplear el término 'earth body' para calificar esa práctica tan personal que establecía sinergias y mestizajes entre su cuerpo –por medio de la silueta o la huella– y la tierra. Una literal comunión del pasado y del presente, como ya hemos visto, al tratar de relacionar, vincular y sobre todo recuperar, su propia historia, su propia fisicidad con la perdida tierra original de su Cuba natal.

Con estas armas fue capaz de desarrollar una sintaxis singular que, en cierto modo, podría ser imbricada en las prácticas escultóricas pero que al mismo tiempo participa de factores performativos y temporales (lo efímero, lo fugaz y transitorio opera aquí como parte sustancial), e incorpora sus pesquisas sobre los mitos originales, la santería e incluso el arte rupestre.

La exposición, que no se concibe como una mera retrospectiva, busca fundamentalmente ahondar en estas coordenadas autobiográficas en las que lo esencial y lo material, lo indeleble y lo caduco, la presencia-ausencia de la huella y la impronta de su cuerpo y su inclusión en la Naturaleza como contenedor maternal y primordial, señalan su evolución artística. La organización del proyecto expositivo se genera de una forma temática, articulada en ocho secciones, recorriendo toda su producción y ofreciendo diversas obras icónicas que se muestran junto a otras piezas o bien inéditas o por lo menos muy poco expuestas con anterioridad.

El recorrido se inicia con sus primeros trabajos pictóricos, inéditos aquí, que en gran parte representan ya uno de sus intereses permanentes: el cuerpo femenino, y en los que se percibe una influencia del arte prehispánico. Hay que verlos desde una perspectiva de obra todavía por consolidar pero que ya nos da ciertas pistas sobre su futura evolución. A principios de los 70 empezará a realizar sus primeras 'performances', que quedan documentadas a través de fotos y filmes.

Lo corporal se convierte en una referencia continua y aparecen las primeras intervenciones de fusión e integración con la Naturaleza, empleando elementos vegetales y animales, lo que ya se convierte en una de sus principales señas de identidad artística. Esta fase dará lugar a la serie de las 'Siluetas', uno de sus períodos más significativos. Las partes de su cuerpo dialogan con la tierra, el barro, el agua, el aire, en una comunión cargada de connotaciones simbólicas y ancestrales que toman a menudo la forma de actos rituales. Estos elementos de la Naturaleza, a los que podemos añadir el fuego, y que la propia artista concibe y considera como puras deidades, siguen presentes en gran número de obras durante esta década de los 70, incorporando en ocasiones nuevos trabajos cinematográficos.

Las últimas series muestran de nuevo diversos dibujos que nos vuelven a remitir a una genealogía ligada a las culturas prehispánicas, y una escultura en madera realizada durante su estancia en Roma.

Ana Mendieta

'En búsqueda del origen'. MUSAC. León. Avda. De los Reyes Leoneses, 24. Comisarios: Álvaro Rodríguez Fominaya, Vincent Honoré y Rahmouna Boutayeb. Hasta el 19 de mayo. Cinco estrellas

Al ver reunidas por vez primera un conjunto tan amplio de su trabajo tenemos la certeza y la confirmación de encontrarnos ante una extraordinaria artista que supo hibridar, con un lenguaje absolutamente propio, y empleando su propio cuerpo como medida y materia, distintos vectores culturales, rituales, religiosos, naturales e históricos. Siempre nos quedará la triste sensación de saber qué habría sido capaz de conseguir creativamente si su vida no se hubiera visto cercenada tan pronto, por cierto, con un final –desgraciadamente– típico de una serie de 'true crime' de Netflix...