EPISODIOS PERDIDOS
Gente importante, series grandes
Los estrenos de «30 monedas» y «Dime quién soy», cosmopolitas y lujosos, enriquecen una añada excepcional de la ficción española, ojalá no irrepetible

Todos estamos hartos de los que descubren una obra maestra cada lunes, pero hay que padecer una ceguera severa para no ver el año extraordinario que vive la ficción española , justo cuando más la necesitamos. Casi cada semana desenvolvemos un estreno con ilusión. ... Llega a HBO 30 monedas , incursión de Álex de la Iglesia en el terror erudito, sin atenuarlo con humor satánico y de Carabanchel. El próximo viernes aterriza en Movistar+ Dime quién soy , adaptación de la novela de Julia Navarro . Por encima de sus calidades, hay que celebrar que nuestra industria sea capaz de acometer proyectos así, embajadores de lujo en medio mundo , superproducciones que salen baratas y no solo crean empleo. Hacen «Patria» por el camino correcto, porque, como cuenta el libro de Navarro, hay muchas formas de querer a tu país pero no todas son buenas.
«30 monedas»
La miniserie de Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría -debería simplificar su apellido para ser más citado- entronca con El día de la bestia , pero también con clásicos del cine, de Buñuel a los «ladrones de cuerpos», exorcistas y otras joyas a las que mira de frente. El cineasta vasco no hace bisutería . Los ha mamado a todos y enriquece los recursos aprendidos con un discurso intelectual, teológico, de una altura que disimula para que el espectador no sienta vértigo. Tampoco despeña al público desde uno de sus típicos finales en alto, a veces exagerados, aunque solo sea porque allana el camino para la segunda temporada.
Álex de la Iglesia hace un esfuerzo titánico, se rodea de los mejores y se permite el lujo de «desaprovechar» a intérpretes enormes en papeles de unas pocas líneas. Carmen Machi, Pepón Nieto, Víctor Clavijo... El trío de protagonistas se complementa, cada uno en su papel, siempre con un giro en la manga: Eduard Fernández , descomunal, explota una vena física desconocida, Megan Montaner es mucho más que la guapa de la función y Miguel Ángel Silvestre , no solo el guapo y ya ni siquiera el cachas, sigue recolectando registros. La estrella que no podía salir a la calle es ahora el representante del hombre común.
Todo acompaña, desde la música de Roque Baños a la foto de Pablo Rosso , con ese color como de Los 300 , que eran diez veces más y tenían músculos en lugar de estrías en el alma. Queda algún desequilibrio, venial, como que la parte italiana sea tan interesante, ya hubiera querido Tom Hanks en El código Da Vinci , que en algún momento dé pereza volver al pueblo. Se pasa pronto.

«Dime quién soy»
Era una misión suicida adaptar el libraco de Julia Navarro , más de mil páginas llenas de aventuras y tragedias que no meterían en nueve capítulos ni los legendarios empujadores del metro de Tokio. Por lo visto en los dos primeros tercios y lo declarado por la autora, la serie es una traslación fiel y convincente. El lector podrá comprobarlo en Movistar+ el día 4, con la emisión de los dos primeros episodios.
Dime quién soy es tan cosmopolita y lujosa , otro punto en común con 30 monedas, que se pierde un poco en los primerísimos compases, un despiste que le dura poco al espectador y que probablemente sea culpa suya. Aunque el reparto también es coral y amplísimo, en este caso la protagonista absoluta es una deslumbrante Irene Escolar . Su personaje, una especie de Forrest Gump de las dictaduras, es testigo de lo peor del siglo XX y a la vez lleva el testigo de la esperanza, leve, en la especie humana. Por supuesto, no está sola, y podemos ver algún momento portentoso de otros intérpretes, como el minuto de oro de Carlos Hipólito en el reencuentro. Pero Escolar se juega la vida y se deja la piel casi en cada escena, con esa dicción superior tan característica, y escasa, de las grandes actrices.
Casi lo mejor de Dime quién soy es que lo más importante no es el esfuerzo gigantesco de producción, presidido por José Manuel Lorenzo y dirigido con la sabiduría habitual por Eduard Cortés .
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