Roy Lichtenstein, el pintor que 'animó' el arte del siglo XX

En junio de este año, con motivo del centenario del nacimiento del artista, la Fundación Roy Lichtenstein, creada en 1999, donó 186 obras a cuatro museos de Estados Unidos (el del Condado de Los Ángeles, el Whitney de Nueva York, el Colby College de Waterville, en Meine y el Nasher de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte) y uno europeo (la Galería Albertina de Viena). Jack Cowart, director ejecutivo de la fundación, destacaba que «estas instituciones hablan de aspectos del arte de Lichtenstein que queremos enfatizar en este aniversario: su ingenio y accesibilidad, su rigor y estudios clásicos, su visión nítida de las cuestiones sociales y políticas y su inventiva eternamente juvenil».

Su viuda, Dorothy Lichtenstein, presidenta de la Fundación, dice que, «dada su modestia, es posible que Roy no hubiera querido preocuparse por este aniversario, pero estoy segura de que le habría encantado saber que en su centenario, su trabajo luce tan fresco, radical y relevante como siempre y que ahora está siendo honrado como un logro permanente. El espíritu de generosidad que atravesó todo lo que hizo Roy es el sello distintivo de estas donaciones».

Además, está previsto que se inaugure este otoño el programa de estudios independientes del Whitney Museum en el antiguo estudio del artista en Greenwich Village, que fue una donación de la viuda del artista. Se han inaugurado ya dos exposiciones conmemorativas en la galería Gagosian de Nueva York; la Tate Modern londinense, que le dedica una sala permanente, exhibe obras de su serie 'Reflections' hasta el 31 de diciembre, y en 2024 será la Albertina la que celebre, del 8 de marzo al 14 de julio, una gran retrospectiva. El Whitney Museum lo hará en 2026.

La fundación va a publicar 'on line' su catálogo razonado. De libre acceso, incluirá todas sus pinturas, esculturas, dibujos, grabados, así como documentación biográfica y bibliográfica. Por su parte, el Servicio Postal de Estados Unidos ha reconocido el trabajo de Lichtenstein con la edición de cinco sellos en su honor de sus obras más icónicas «por la notable creatividad e innovación que demostró a lo largo de su carrera».

Al igual que hizo Warhol con unas humildes latas de sopas Campbell's, Lichtenstein elevó iconos de la cultura popular (Mickey Mouse, el Pato Donald, Popeye, superhéroes que viajan en descapotables junto a enigmáticas rubias...) a categorías de arte y hoy cuelgan como alta cultura en los museos más señeros del mundo. Ambos supieron ver las posibilidades de la sociedad de consumo, la cultura de masas, la publicidad, el cine, los cómics, las revistas... El mundo del cómic se coló tarde en la pintura del artista norteamericano. Fue en los 60, con casi cuarenta años. En 1961 pinta por vez primera una viñeta: 'Look Mickey'. Pero, más allá de ese cliché de que su arte era muy sencillo, su proceso de creación era mucho más elaborado y sofisticado de lo que se cree. Artista más conceptual de como lo pintan, partía de ideas muy complejas, que él simplificaba.

Partía de recortes de cómics, revistas y anuncios publicitarios, ilustraciones o fotografías. Después plasmaba todo ello en pequeños bocetos y apuntes que recogía en sus cuadernos; los trasladaba a collages de mayor tamaño y finalmente a pinturas y esculturas. Fue una esponja: 'se apropió' de personajes Disney, de protagonistas de tebeos como 'Girl's Romances' (los bocadillos de sus viñetas incluyen onomatopeyas como 'Whaam!', 'Crak' o 'Pow!'), pero también de esculturas clásicas como el 'Laocoonte' y obras de Rembrandt, Matisse, Picasso... Decía que el 'Guernica', que pudo ver en el MoMA antes de su viaje a España en 1981, era su pintura favorita.

Su trabajo fue entendido como una bofetada al Expresionismo Abstracto norteamericano que imperaba entonces. Fue fichado por la todopoderosa galería Leo Castelli en el Nueva York de los 60, donde tenía como compañeros a Jasper Johns o Robert Rauschenberg. Su primera exposición allí, en 1962, fue un rotundo éxito. Lo vendió todo y Roy Lichtenstein se hizo una celebridad. Los museos se lo rifaban y sus obras cotizaban al alza. En España, fue la Fundación Juan March la primera en dedicarle una monográfica en 1983. En 2004, el Reina Sofía inauguró la ampliación de Nouvel con una retrospectiva de Dalí y otra de Lichtenstein. Una escultura monumental de éste, ‘Brushstroke’ (Pincelada), de 1965, fue adquirida por el museo y luce en el patio. El Thyssen tiene en su colección 'Mujer en el baño' y en la Ciudad Condal se alza su escultura 'La cara de Barcelona' en el Paseo Colón.

Dorothy Lichtenstein, que compartió con el artista 35 años de su vida, lo recordaba como «un gran humanista, extremadamente reservado. Los colores de sus obras son radicalmente opuestos a su personalidad». Una persona organizada, disciplinada, que amaba la ciencia. «Cuando muera –decía–, tengo la intención de donar mi alma a la ciencia». También amaba la música. Adoraba el jazz. Escuchaba a Charlie Parker, tocaba el piano, el clarinete, el saxo.... Fue llamado a filas en la II Guerra Mundial: combatió en Francia, Bélgica y Alemania. Fue un hombre comprometido con causas políticas y sociales, como la lucha contra el apartheid. Murió en 1997, a los 73 años, a causa de las complicaciones de una neumonía. La revista 'Life' le dedicó en 1964 un artículo titulado '¿Es el peor artista de Estados Unidos?' La historia ha demostrado que no.