Abre la Galería de las Colecciones Reales: la nueva joya de la Corona
Veinticinco años después, este jueves tendrá lugar la primera de las cuatro jornadas de puertas abiertas gratuitas. Las siguientes serán los días 5, 6 y 7 de julio
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Son las 10 de la mañana. Tras cruzar la Plaza de la Armería, donde el sol ya pega de lo lindo, nos dirigimos a la flamante Galería de las Colecciones Reales para su presentación a la prensa. No funciona el arco de seguridad. Así ... de caprichosa es la ley de Murphy: todo lo que puede salir mal saldrá mal. En la cola, una fotógrafa se despacha a gusto sobre el edificio sin percatarse de que delante de ella, a unos centímetros, se halla Emilio Tuñón, el arquitecto que, junto con el fallecido Luis Moreno Mansilla, firma el nuevo museo. Hay que decir en favor de Tuñón que aguantó el tipo con estoicismo y elegancia. Otro día, un vigilante de seguridad le preguntó si había venido alguna vez. «Cada día durante los últimos 23 años», le dijo. «¿Qué he hecho yo con mi vida?», pensó.
Es el día D. Veinticinco años después, el proyecto es una realidad. Son muchos ministros de Cultura y presidentes de Patrimonio Nacional los que han ido desfilando sin que el proyecto llegara a buen puerto y sin poder hacerse la ansiada foto. Ha sido una obra complejísima y muy costosa: la inversión, algo menos de 173 millones de euros (139,6, la construcción del edificio; 17,7, la museografía).
El adelanto electoral fue la última estación del viacrucis. Hubo que retrasar la inauguración oficial (será el 25 de julio y estará presidida por los Reyes), pero se mantuvo mañana, 29 de junio, como el primero de los cuatro jornadas de puertas abiertas gratuitas. El aforo máximo de 2.800 visitantes diarios ya está cubierto. Quedan plazas (pocas) para los tres siguientes: 5, 6 y 7 de julio. A partir del 8 de julio, comenzarán las visitas de pago. El precio: 14 euros; 24 si es combinada con el Palacio Real. El horario, de lunes a sábado, de 10 a 20 horas; domingos y festivos, de 10 a 19 horas.

Cinco siglos de coleccionismo real, reunidos en algo más de 650 piezas, seleccionadas entre las 170.000 que atesora Patrimonio Nacional en sus Reales Sitios (sus nombres aparecen rotulados en el vestíbulo), y expuestas en 3.200 de los 40.000 metros cuadrados del espectacular edificio, de 145 metros, que salva un desnivel de 32 metros. En un recorrido descendente se pasa de la planta -1 (dedicada a los Austrias) a la -2 (a los Borbones) y de ahí a la -3: otros 1.300 metros expositivos para la sala de muestras temporales, que abren plaza los coches y carruajes, y un espacio con un cubo inmersivo que proyecta imágenes de los Reales Sitios.
En total, tres grandes salas expositivas, de 120 metros de largo y 16 de ancho con alturas que varían entre los 6 y los 8 metros, accesibles por una gran rampa, animada en los descansillos por unos audiovisuales sobre los Reales Sitios. Del continente (el edificio) habló Emilio Tuñón. Del contenido (la colección), Leticia Ruiz, directora de las Colecciones Reales. Y del proyecto en general, Ana de la Cueva, presidenta de Patrimonio Nacional, que no ocultaba su satisfacción. Por el edificio («es discreto y elegante por fuera y grandioso por dentro»), por la colección («es rica y variada»), por los estudios de turismo (prevén una noche de pernoctación más en la ciudad)...

Tuñón mostró un precioso croquis (está expuesto), que allá por 1999 hicieron Luis Moreno Mansilla y él. Un sueño ambicioso, esbozado en un garabato que, 25 años después, ha cobrado vida. «El edificio es 100% Mansilla y Tuñón», dice con generosidad. «Veo a Luis en cada esquina». Frente a las críticas al mismo (la última, unos minutos antes), se defiende así: «Hay un respeto absoluto a la ciudad. Completa un bodegón urbano: el Palacio Real del XVIII, su extensión del XIX, la catedral de la Almudena del XX y la Galería del XXI. Cierra como cornisa de Madrid, es un muro de contención». También lo concibe como «una máquina óptica», un mirador al Campo del Moro, la Casa de Campo... Madrid, encuadrada por grandes ventanales. Aquí nació la ciudad, son sus orígenes. Los restos arqueológicos hallados durante las obras se han integrado de forma bella e inteligente al recorrido.
¿Por qué esta Galería?, se pregunta Leticia Ruiz. «Para mostrar ordenadamente las colecciones reales. Es una Galería dinámica y amena». Entre sus aportaciones, espacios dedicados a los Reales Patronatos (singular mundo femenino), un gabinete musical, la Reales Manufacturas... Asimismo, mejorar los servicios, con almacenes, auditorio, salas polivalentes, talleres educativos... La UTE Empty-Telefónica fue la adjudicataria del concurso para el proyecto museográfico (Manuel Blanco es el responsable del diseño); del nombre (galería en vez de museo, por cuestiones jurídicas) se ocupó Fernando Beltrán; del logotipo (una corona modernizada), el diseñador Manuel Estrada.

Un tapiz (el de los Honores) abre el recorrido; otro (sobre la Constitución) lo cierra. El cartón es de Guillermo Pérez Villalta, único artista contemporáneo incluido en la Galería. Bajo él, en una vitrina, dos ejemplares de la primera edición de la Constitución del 78, el primero dedicado a Juan Carlos I. Y entre ambos, un paseo por nuestra historia a través de las colecciones reales, que pasaron a manos del Estado y gestiona Patrimonio Nacional. Tapices, carruajes, artes decorativas, armaduras, mobiliario, así como pinturas y esculturas de los grandes maestros de cada época: Juan de Flandes, Patinir, El Greco, Velázquez, Caravaggio, Ribera, Goya, Mengs, La Roldana, Bernini...
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