Blocao de la muerte: la gesta más épica de la Legión española, según Ferrer-Dalmau
Augusto Ferrer-Dalmau evoca en su nuevo cuadro uno de los episodios más heroicos de la Legión española: la defensa del «Blocao de la muerte»

Saber que a la vuelta de la esquina aguarda el gélido aliento de la Parca saca a la luz esa cara que todos escondemos en lo más profundo de nuestro ser. Napoleón , el genio militar que anhelaba dominar Europa, se acordó de su ... amada Josefina antes de expirar el último aliento, mientras que George Patton , bravucón hasta el final, soltó un improperio. Los legionarios españoles que aguardaban en el Atalayón allá por septiembre de 1921 reaccionaron al unísono cuando su superior solicitó voluntarios para socorrer a unos compañeros que resistían en un blocao ubicado a las afueras de Melilla: dieron un paso al frente. Sabían que jamás volverían, pero los espíritus de compañerismo y amistad pesaban más que el recelo a besar por primera vez a su novia, la muerte.
El destino, terco, no cambió de parecer. Los 15 miembros de la recién formada Legión que acudieron al «Blocao malo» o «Blocao de la muerte» (premonitorios apodos) se enfrentaron, bravos, contra los rifeños durante horas. Pero una noche de infortunios y cartuchos después, el enemigo asaltó la minúscula posición defensiva tras un intenso bombardeo y les pasó a todos a cuchillo; o a gumía, que dirían ellos. Solo se salvó Ernesto Miralles Borrás , al que se le ordenó atravesar las líneas enemigas y pedir ayuda.
Tras de sí dejó a unos héroes que se negaron a retirarse. Unos hombres que, con su sacrificio, entraron por la puerta grande en los libros de historia y cuya gesta cobra de nuevo vida gracias a Augusto Ferrer-Dalmau , más conocido por derecho y currículum como el pintor de batallas.
Nace un cuadro
Y es que Ferrer-Dalmau , que ha dado vida a una infinidad de episodios de la historia militar de España, ha presentado este 28 de enero, como colofón a los 100 años de la Legión, «Voluntarios para morir». Un cuadro que busca rememorar las penurias que aquellos soldados padecieron durante la noche previa a su muerte y que le fue encargado al artista poco antes de que la unidad celebrara su centenario; cuando la pandemia todavía no había dado un giro a nuestras vidas.

Desde entonces, mientras se buscaba la fecha idónea, el pintor catalán se ha dedicado a mejorar más y más el lienzo. «Los últimos retoques los hice este mismo lunes. Quise dar más importancia a los casquillos del suelo, la demostración de que se quedaron sin munición», afirma a ABC.
La génesis del cuadro está ligada a la Agrupación Nacional de Legionarios de Honor y al general Antonio Esteban . En palabras de Ferrer-Dalmau, ellos fueron los que le propusieron dar vida a alguno de los muchos episodios heroicos que la unidad ha protagonizado desde que fuera alumbrada para evitar la sangría de bajas peninsulares en África. El pintor contactó entonces con Arturo Pérez-Reverte y, entre ambos, seleccionaron la defensa del «Blocao malo» de Dar Hamed . «Arturo tenía un artículo sobre el tema que había titulado “Voluntarios para morir” , de él emana todo», confirma. Heroísmo, gallardía y la muerte por defender sus convicciones y a sus camaradas. La contienda no podía tener más fuerza.

Aunque también escondía una dificultad que pronto se transformó en el gran activo del lienzo. «Una buena parte del enfrentamiento se sucedió por la noche. Eso implicaba que la escena debía ser nocturna», explica. El escritor le propuso acometer este reto, un techo que todavía no había roto Ferrer-Dalmau, pues hasta para los más grandes hay una primera vez.
«La clave fue buscar una fuente de luz. Y al final la encontramos. Al estudiar el episodio nos percatamos de que los rifeños habían bombardeado la posición con un cañón. Como los blocaos contaban con un tejadillo de madera, decidimos que era factible que estuviese en llamas». Ese incendio es el que ilumina a los legionarios. La técnica, promete, será replicada en próximos trabajos.
Héroes olvidados

«Voluntarios para morir» evoca días tristes en los que, tras el Desastre de Annual (acaecido en el verano de 1921), el ejército rifeño avanzaba sin oposición hacia Melilla . Hasta la reorganización de fuerzas españolas, en su contra apenas se hallaban los blocaos, fáciles de tomar y rodear. Al de Dar Hamed , protegido por un pelotón de castigo de veinte hombres, los enemigos arribaron en septiembre. Pronto sucedió lo inevitable: los defensores se vieron superados y pidieron ayuda a la unidad más cercana, de la Legión. Esta solicitó permiso para acudir en su socorro, pero se le denegó por la escasez de hombres.
El oficial al mando requirió entonces voluntarios… y todos dieron un paso al frente. Se escogió a 14 valientes –aquellos que no tenían mujer ni hijos– dirigidos por el cabo Suceso Terrero. Tras abrirse paso hasta la fortificación, lucharon hasta la muerte (que les llegó el día 16) contra cientos de enemigos. Con todo, la última noche, que Ferrer-Dalmau registra en su cuadro, fue la peor. Y así quedará en la memoria a partir de ahora.
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