Francisco Umbral: «Los enemigos traicionan muy fino»
Le operaron con los botines blancos (literarios) de piqué puestos. Estuvo cerca de la muerte y ha regresado de ella (con novela). En el principio del verbo Umbral se desnuda en La Dacha

-¿Cómo se encuentra?
-Bien. (Le pide un vaso de leche a su alma, María España).
-¿Su enfermedad ha modificado sus creencias?
-¡Qué horror!, ¡qué tema! No vaya tan arriba. Cambiar, nada.
-¿Y su filosofía de la vida?
-Soy un poco más pesimista. Cuando se pasa mal uno comprende que la vida tiene aspectos muy duros.
-¿Ha visto la muerte de cerca?
-No, porque yo he estado dormido siempre.
-¿Qué fue lo último que recuerda antes de caer enfermo?
-Que acabé una columna para el 31 de julio y me fui a la clínica.
-En esa estuvo un mes y luego le llevaron a otra...
-Sí, pero despierto.
-Una vez en el mundanal ruido, ¿qué fue lo primero que vio?
-Una azafata.
-Sería una enfermera...
-No, no, una azafata.
-¿Y qué le dijo?
-Nada. Yo callado como un enfermo.
-¿No le ha resquebrajado sus creencias rozar la muerte?
-Y dale con las creencias, pero si yo no tengo el menor interés. Quiero decir que eso, si existe, se debe reservar para el ámbito privado, y si no existe, es mejor dejarlo.
-La última vez que fue usted a ver a Larra, en una tarde de frío y plateresco, en la madrileña Sacramental de San Justo, con Espronceda y otros, le asaltó un ejecutivo de la muerte, con brisas de peluquería, a venderle su propio nicho...
-Y me dejó la tarjeta por si acaso, nunca se sabe.
-A pesar de esos ejecutivos de la muerte, de esos tipos de negro, usted ha conseguido esquivarla.
-En los cementerios ahora hay ejecutivos de la muerte que te hablan y te dan la tarjeta. «Cuando usted se muera me llama aquí», me dijo.
-¿Y usted le llamó?
-Le dije que no me iba a morir, de momento, aunque me hiciera descuento.
-¿Ha vencido a la muerte?
-Eso lo decimos todos los que hemos pasado por este trance, pero a la muerte no se la vence porque la muerte está en uno mismo.
-Ahora vuelve con la novela «Los metales nocturno», y ¿más ganas?
-No, con las mismas.
-¿Cómo lleva la rehabilitación?
-Aburrido porque no tengo nada de deportista. Pero hay que hacerlo.
-¿Quién le ha llamado?
-El «todo Madrid», que decían los cursis de antes, que a su vez viene del todo París. El teléfono no para. Yo no hubiera divulgado nada, pero alguien lo hizo y ya empezó la oleada.
-¿Le ha telefoneado algún crítico feroz para asegurarse?
-Ha habido de todo.
-¿Y algún enemigo?
-Los enemigos son muy educados porque se lo montan muy bien para ser amigos y enemigos al mismo tiempo. Y traicionan muy fino.
- ¿Qué hay detras de los altos y bajos fondos de la noche que retrata en su nueva novela «Los metales nocturnos»?
-Tras esa noche llega el día. La gente vuelve a la oficina y la ciudad se normaliza. Esa noche queda barrida.
-¿Madrid es una ciudad de metal oscuro?
-Sí. Como toda gran ciudad, los metales nocturnos -las navajas y las pistolas- funcionan mucho. Son animales que viven de noche. Y muy carnívoros.
-¿De qué color es el metal madrileño?
-No hay un color definido y definitivo. Unos días amanece color PP y otros días color PSOE.
-¿El Madrid umbraliano es un Madrid maldito?
-Maldito no. Que tenga socavones no quiere decir que lo sea.
-Pero ha aumentado el índice de asesinatos y de inseguridad...
-En Madrid y en Nueva York, en todas partes.
-¿Jonás, el protagonista de «Los metales nocturnos», es un trasunto de Umbral?
-No. Es un personaje de novela.
-Jonás es un periodista consagrado, acabado...
-...Y perseguido.
-Jonás se mueve como una serpiente entre la «jet» y los bajos fondos.
-En todo caso como un felino.
-¿Por qué ese contraste entre el derroche y la carroña, el glamour y la bazofia?
-Ahí está la gracia de la novela.
-Jonás renuncia a escribir.
-Es que no me acuerdo ¿Por qué renuncia?
-Porque la negación de la escritura acaba siendo como una reafirmación. Pasemos al hecho de que usted conduce a Jonás a la casa de «Francisco Umbral», su doble literario, que es mucho más formal que Jonás.
-Necesitaba el personaje de Umbral y los acerco un poco.
-¿Hoy por hoy está España anquilosada?
-No. Un país que se está convirtiendo en diecisiete con las Autonomías está pululante.
-Pero las Autonomías llevan a los desvaríos.
-Adonde lleven es otra cosa.
-¿Y literariamente está anquilosada?
-Tampoco.
-¿El escritor es carroña para él mismo?
-Sea carroña o no, el escritor come mucho de sí mismo.
-¿Sigue siendo un dandi de izquierdas?
-Me sigo considerando un escritor de izquierdas.
-¿Qué encontró en la izquierda literariamente más apetecible que en la derecha?
-La izquierda es mucho más fascinante, porque tiene un pasado de revoluciones, apela y apuesta por la carta del futuro. En cambio, la derecha tiende más a crear situaciones estables y por lo tanto retrógadas. La izquierda es una aventura permanente. Lo que me duele ahora es que estén sin aventura y sin proyecto.
-Dice que los escritores burgueses deben suicidarse como clase.
-Eso lo hablaba yo con Bardem, porque la derecha no lee; la izquierda no tiene tiempo, entonces, ¿quién te lee?
-Al despertar, ¿con qué política se ha encontrado?
-Con la de siempre. La de todo el año. Y esta temporada toca...
-Mariano Rajoy...
-A Rajoy tengo el orgullo de haberlo elegido antes que nadie
-¿Dónde lo eligió?
-En un cóctel
-¿Y le dijo que iba a ser el sucesor?
-Algo aproximado.
-¿Y qué tal lo ve como sucesor del presidente?
-Lo veo bien porque Aznar es un hombre muy ambicioso, lo cual tratándose de un político no implica ninguna ofensa. Hay políticos sin ambición. Y Rajoy le compensa porque es un hombre moderado, muy británico, muy tranquilo, poco ambicioso. Está muy bien.
-Y el PSOE, ¿sigue descabezado?
-Sí, sigue.
-¿No encuentra al Felipe «Glez»?
-No sé qué pasa. Es una cosa rara. El PSOE es un partido magnífico -esa herencia del gran socialismo español-, pero fallan los hombres. No hay tipos excepcionales. Hay una crisis ya muy larga y por lo tanto muy lamentable.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete