arte
Cruz y Ortiz reinventan el Rijksmuseum de Amsterdam
Los arquitectos sevillanos presentan su espectacular proyecto de reforma y ampliación de uno de los grandes museos del mundo, que reabrirá en 2013
Será en primavera del próximo año cuando el nuevo Rijksmuseum vuelva a abrir sus puertas, completamente remozado, pero hoy la prensa internacional ha tenido la oportunidad de verlo en primicia, aún con la arquitectura desnuda, sin obras. Ha sido más de una década de trabajos, no exenta de polémicas, y un presupuesto global que ha alcanzado los 375 millones de euros (la obra arquitectónica ha costado 200 millones). Dentro de la fiebre museística que inunda Amsterdam, pese a la crisis y los recortes en cultura del Gobierno holandés (este año inaugura, entre otros, el Museo Marítimo y el nuevo Stedelijk -dos faraónicos proyectos que también visitamos hoy-, además de la reforma, en breve, del Museo Van Gogh), la joya de la Corona es, sin duda, el Rijksmuseum, museo nacional que alberga algunos de los grandes tesoros del país, como «La Ronda de Noche» , de Rembrandt, y cuatro obras de Vermeer.

El majestuoso edificio creado en 1885 por Pierre Cuypers no estaba preparado para afrontar los retos de esta institución en el siglo XXI. Sus instalaciones habían quedado pequeñas y obsoletas, había que mejorar los servicios y estar preparados para acoger a los dos millones de visitantes que se esperan tras la reapertura en 2013 (antes del cierre recibía 1.100.000). Durante este tiempo, una selección de sus tesoros se puede admirar en el Ala Philips, un espacio de 1.000 metros cuadrados que se recuperará para exposiciones temporales en 2014.
El viejo edificio había pagado un precio muy alto por su papel urbano como elemento de conexión entre el centro histórico de la ciudad y el nuevo ensanche. El Pasaje que atraviesa el museo de norte a sur se convirtió durante años en una auténtica autopista para bicicletas. Dividía el edificio en dos partes, forzando al museo a tener dos puertas de acceso, dos escaleras principales y provocando que el museo fuese un auténtico laberinto donde los visitantes se sentían desorientados debido a la falta de conexión entre las distintas plantas.
Con los ciclistas han topado
Fue un caramelo envenenado el que obtuvo en 2001 el estudio Cruz y Ortiz al resultar estos arquitectos ganadores del concurso internacional para reformar el Rijksmuseum. Son autores de proyectos como el Estadio de la Peineta de Madrid –lo están reformando y podría convertirse en el Estadio Olímpico de Madrid en 2020 en caso de ganar la candidatura-, las estaciones de Santa Justa en Sevilla y de Basilea, el Estadio de la Cartuja de Sevilla o el pabellón español en la Expo de Hannover.
Difícil imaginar en 2001 los numerosos problemas y agrios y encendidos debates que plantearía la reforma del museo holandés. Hasta 80 permisos han tenido que solicitar durante estos años. Pero el principal problema ha sido la oposición del colectivo de ciclistas de la ciudad, que en Amsterdam es todopoderoso, y que durante dos años bloquearía el proyecto. El museo se cerró en 2003 y debía inaugurarse en 2008. Pero no con la iglesia, sino con los ciclistas, toparon Cruz y Ortiz. Se negaban los ciclistas a que la entrada del museo se instalase en el Pasaje, una galería central con tres naves que ha sido siempre paso de bicicletas.

Hasta tres soluciones distintas ofrecieron los arquitectos españoles, provocando continuos retrasos en las obras. Finalmente, la solución pactada con todas las partes llegó en 2009: ubica el acceso principal al museo en la gran galería, donde compartirán espacio peatones y ciclistas. Durante los seis primeros meses, tras la inauguración del museo, los ciclistas no podrán pasar por el Pasaje; tampoco durante 80 días al año. No oculta Antonio Ortiz el abuso del colectivo ciclista en este proyecto, lo cual no le ha hecho odiar la bicicleta: «En Sevilla la uso mucho. Soy un ciclista convencido ».
El museo cuenta con 80 salas, tienda, café y restaurante
Con los años, el edificio de Cuypers perdió su aspecto original: se fueron ocupando los patios originales, y con ello se eliminó la luz natural. Cruz y Ortiz se plantearon el reto de rescatar todo lo valioso del edificio original, eliminando intervenciones pasadas e incorporando las últimas tecnologías, pero preservando el espíritu del XIX. La intervención es bastante neutra. La superficie total del edificio es de casi 30.000 metros cuadrados (10.500 son para exposición). Ambos patios vuelven ahora a abrirse, creando un espectacular y hermoso atrio de 2.250 metros cuadrados. El museo cuenta con 80 salas de exposiciones, restaurante, café, tienda, auditorio y salas de reuniones.
Hay varios edificios de nueva creación. Dos de ellos en el jardín: por un lado, el Pabellón Asiático, rodeado de un estanque, una especie de joyero que acoge la pequeña pero exquisita colección asiática del Rijksmuseum. La fachada es de piedra natural portuguesa y cristal, que contrasta con el ladrillo rojo del edificio principal. Por otro, un pequeño edificio que da acceso al museo a través de un pasillo subterráneo. Pero además hay otros espacios de nueva construcción, como el Atelier Building, que alberga desde 2005 el taller de restauración .
Como dice Wim Pijbes , director del Rijksmuseum , «el museo no solo se está rehabilitando, sino que se está reinventando . Estará a la altura del siglo XXI. Cuando se haya convertido en un museo optimista, imaginativo, audaz y atractivo, habrá cumplido su misión». Del millón de obras que atesora el Rijksmuseum, se exhibirán tan solo 8.000, prácticamente las mismas que antes de la reforma. «Es un museo de última generación. La idea era hacer un museo mejor, no más grande», explica Antonio Ortiz a un grupo de periodistas españoles. La museografía corre a cargo de Jean-Michel Wilmotte, quien ya hizo la del Louvre. «La Ronda de Noche», de Rembrandt, lucirá al fondo de la galería de honor en la primera de las cuatro plantas del museo. Las otras joyas, como los Vermeer, colgarán en las pequeñas alcobas laterales de esta galería.
Cruz y Ortiz mantendrán en el futuro su oficina de Amsterdam, junto a la de Sevilla. Cuentan con varios proyectos en Holanda: edificios de viviendas en Rotterdam, Sittard y Utrecht. Los dos primeros están paralizados por la crisis. También lleva parado cinco años su proyecto para la Biblioteca de la Universidad de Amsterdam.
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