El santuario en una aldea gallega que es uno de los centros de peregrinación más antiguos de España
San Andrés de Teixido, situado sobre los acantilados de Cedeira (La Coruña), es un lugar lleno de leyendas y de historia
Va de muerto quien no fue de vivo, la España Mágica de Pedro García Cuartango
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Galicia brinda al viajero la posibilidad de alejarse del mundanal ruido de un mundo que tiende cada vez más a la homogeneidad de individuos y culturas, a lo superfluo e inmediato, y encontrar lugares donde, en pleno siglo XXI, el tiempo parece haberse detenido, que ... atesoran una energía y atmósfera ancestral que trasciende a la historia, el mito y la leyenda. Escondido entre las suaves laderas de los acantilados más altos de la Europa continental -los de Vixía Herbeira, que alcanzan los seiscientos metros de altura-, en el municipio de Cedeira, en la Sierra de Capelada, muy cerca de la ría de Ortigueira y el Cabo Ortegal, el punto marítimo que separa el Océano Atlántico y el Mar Cantábrico, llamado por Ptolomeo Trileuco en el siglo I, un Km 0 y Fin del Mundo-, se alza uno de ellos. Es uno de los lugares de peregrinación más antiguos de España: el santuario de San Andrés de Teixido.
El santuario del apóstol pescador, de las ánimas y las barcas al más allá
Referenciado desde el siglo XII -encomienda de la Orden de San Juan de Jerusalén bajo la protección de los Condes de Trava, más tarde propiedad de los Andrade de San Sadurniño, como avalan sus escudos en los muros-, los orígenes y peregrinaciones hasta este templo, se pierden en la noche de los tiempos y la bruma de la leyenda de la leyenda
El actual edificio es del siglo XV, de estilo gótico-renacentista, planta rectangular inclinada y torre barroca. Pero la leyenda cuenta que fue edificado por el apóstol san Andrés, uno de los discípulos preferidos de Jesús -'el primer llamado', que vivió en Betania y sufrió martirio en la griega Patras, en una cruz en forma de aspa-, tras chocar su barca contra las rocas de los acantilados. Se dice que, transcurrido el tiempo, y viendo que ningún peregrino acudía a la iglesia -todos ponían rumbo a la tumba del apóstol en Santiago en Compostela-, se quejó al Todopoderoso, quien le prometió que, desde ese mismo día, miles de devotos visitarían su templo situado frente al infinito océano, en vida o muertos. Así nació el dicho conocido en todo el mundo: a San Andrés de Teixido, va de muerto quien no fue de vivo.
Pero tras la leyenda y fábula se esconde otra historia hoy olvidada por viajeros y caminantes. Y es que se trata de uno de los muchos lugares de poder y peregrinación, mágicos y sagrados, desde tiempos megalíticos. Enclaves de culto líticos -a grandes piedras y rocas, expresión y símbolo de la perdurabilidad, con propiedades sanadoras-, dedicados a la fertilidad, fecundidad, naturaleza, a las estrellas, la luna y el sol, así como al espíritu, la muerte y el más allá. Siempre ubicados allí donde el astro rey muere engullido por el océano y renace todos los días, en los considerados 'fin del mundo'.
Según las creencias de los primeros pobladores o culturas como la celta, las almas acudían allí para emprender un viaje en una barca, al igual que egipcios, griegos y romanos, que les llevaba al más allá por las temidas y desconocidas aguas rumbo a la Isla de la Eternidad. Hoy se ha olvidado pero la implantación del cristianismo hizo que estas creencias y lugares -a los que habría que sumar Malpica, Padrón, Muxía o Finisterre, entre otros- fueran suplantadas y reinterpretados por los cristianos primitivos y la Iglesia desde el siglo VI, cuando el papa Gregorio el Grande ordenó no suprimir las celebraciones paganas sino trasladarlas a días dedicados a los mártires o la Iglesia.
Entre velas, exvotos, hierbas mágicas, aguas milagrosas y pan
Cultos paganos que han continuado, transformados, en los rituales que aquí se realizan, relacionados con el santo -el lugar-, el agua, la piedra, la naturaleza, así como con la muerte y el más allá. Y es que, como descubrirá el viajero curioso, todos los que aquí acuden hacen una ofrenda por los favores recibidos o por la petición de los mismos, dejando una vela o un exvoto de cera junto al altar mayor, o, como cuelgan en los muros, maquetas de barcos de marineros que salvaron sus vidas en temporales o pequeños ataúdes, de aquellos que esquivaron la muerte.
Tras la visita al templo, acuda a la llamada Fuente del Santo, conocida como 'de la vida y la muerte', para recoger agua que, según la tradición, nace debajo del altar mayor, por sus supuestas propiedades curativas. En otros casos para mojar telas y pañuelos con las que darse friegas en el cuerpo, que luego hay que dejar secar para que se evaporen los males. Un agua, además, con presuntas capacidades adivinatorias. En ellas, si lanza una miga de pan pidiendo un deseo y flota, significa que se cumplirá lo pedido.

No acaban aquí los rituales. Antes de abandonar el lugar, esté atento ya que son muchos los que recogen los 'Xuncos del Buen Parir', cañas que se regalan a las embarazadas para que tengan un buen parto, de donde viene el dicho: 'a San Andrés van dos y vuelven tres'. Así como el llamado 'Ramo de San Andrés', formado por una vara de avellano, ramas de tejo y la 'hierba de enamorar'. Y no olvide irse sin llevarse el 'Pan de San Andrés', los populares 'sandresiños'. Hoy para muchos es un souvenir, pero nace como muestra de fe y devoción, de lo mágico y sagrado en las romerías. Cinco figuritas -todas ellas vinculadas a la leyenda del santo-, hechas con miga de pan sin fermentar, para que así se pueda conservar, cocidas en horno, pintadas a mano, y unidas por un cordón, hoy poderoso talismán protector.
'Santuario de Ánimas' y 'Puerta al Más allá'
San Andrés de Teixido siempre ha sido, y sigue siendo, meta y principio para las almas, vivas o muertas. Hasta aquí, y desde aquí, desde la más remota antigüedad, el ser humano emprendía o terminaba un viaje sagrado. Y de ese mágico camino dan buena cuenta los llamados 'amilladoiros', amontonamientos de piedras dejadas por los peregrinos a lo largo del tiempo, que recuerdan a los túmulos prehistóricos, y que como no podía ser de otra forma, también están marcados por la leyenda, que afirma que el Día del Juicio Final hablarán y dirán quien visitó o no el lugar.
Y es aquí, solo cuando el viajero visite San Andrés de Teixido, cuando comprenderá y sentirá porqué es magia y mágico. Descubrirá, como todos aquellos que hemos recorrido las tierras gallegas, que este 'fin del mundo' atesora una mágica realidad paralela que cualquiera puede advertir y percibir, que está en el ambiente, que lo impregna todo, que no pasa desapercibida, un eco remoto ancestral que reconocemos y donde nos reconocemos. Y estén atentos; en este santuario de ánimas, puerta al más allá, cruce de caminos, los aparecidos susurran a los vivos que quieran escuchar.
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