Renovación
El icónico hotel Palace de Madrid estrena reforma y nombre en busca de su esencia original
El histórico edificio de 1912 concluye casi dos años de millonarias obras en fachada e interiores y deja atrás el nombre The Westin Palace
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Vuelve el Palace. El regreso a sus orígenes en cuanto a esencia, estilo y diseño ha sido el hilo conductor de la renovación integral que ha sufrido el histórico hotel madrileño situado en la Plaza de las Cortes, que estrena hoy su nueva imagen. ... Las obras, que demandaron una inversión de más de 90 millones de euros y casi dos años de ejecución, van acompañadas de un cambio de nombre, pues de llamarse The Westin Palace pasa a ser, a partir de ahora, The Palace.
El edificio construido en 1912 por el empresario belga George Marquet a instancias de Alfonso XIII en el antiguo palacio de los Duques de Medinaceli ha sido reformado por el estudio de arquitectura Ruiz Larrea y el interiorismo corre por cuenta de Lázaro Rosa-Violán, autor de gran parte de los proyectos actuales vinculados a la hostelería de lujo en España.
La intervención fue integral. Abarcó todas sus áreas comunes, las estancias privadas y los espacios gastronómicos. Comenzó por la imponente fachada, de 8.000 metros cuadrados, que recupera el 'color Palace', un beige cálido que contrasta con el terracota y pone de relieve los ornamentos y guirnaldas que habían estado cubiertos.
Este aspecto, recuperar el original, es la clave de todo el proyecto del hotel en manos de Marriott, que lo integra así dentro de su marca premium The Luxury Collection. Así, se han quitado revestimientos, trampantojos y elementos que ocultaban o restaban presencia a los detalles propios del Palace y de su época, al tiempo que se han pulido y asomado todos sus mármoles, y completado ciertas partes con nuevas piezas de esta piedra siguiendo los patrones de aquellos.
Tanto es así que la recepción se renovó emulando fotografías antiguas de principios del siglo pasado utilizadas para documentarse, de manera de poder dejarla tal cual era entonces. Para ello, la lámpara con forma de palmera que había en el vestíbulo ha vuelto a su posición inicial debajo de la emblemática cúpula del Palace, entre otras modificaciones.



La cúpula
Si hay algo que caracteriza al Palace es su imponente cúpula de vidrieras, situada en el corazón del hotel, encima del bar y salón circulares, que fue diseñada en 1912 por Eduardo Ferrés i Puig y ejecutada por los maestros vidrieros Maumejean.
Para limpiarla y revivir sus colores primigenios, los 1.875 vidrios que la componen fueron desmontados uno a uno. Se repararon en un taller montado allí mismo durante las obras en el hotel salvo algún caso grave, para el que se llevaron a Barcelona y puesto en manos de los artesanos Bonet, quienes participaron, por ejemplo, en la restauración de la Sagrada Familia.
El enorme domo vuelve a tener, además, la lámpara con forma de palmera que se había movido antes al vestíbulo. Debajo de ella se sirven los desayunos por la mañana, y a lo largo de todo el día funciona La Cúpula, el restaurante del hotel, que ofrece desde bebidas o picoteo -tanto en su sinuosa barra de mármol claro como en sus mesas bajas con butacones- hasta comidas, cenas y servicio de habitaciones.



Otro espacio singular que ha dado a luz esta reforma es 27 Club, en el antiguo Museo Bar, donde entre paredes de madera, ilustraciones y fotografías antiguas se rinde tributo a la Generación del 27 que tenía sus tertulias en el hotel. En este segundo bar, especializado en cócteles y con hincapié en recetas de la Ley Seca puestas al día, el ambiente es más íntimo.
En ambos, no obstante, el equipo de Rosa-Violán ha combinado sutilmente los detalles históricos con algunos contemporáneos como tapicerías en cuero castellano, tapices del siglo XVI hechos a medida, una colección de arte propia, lámparas complementarias y retratos de quienes pasaron por estas elegantes salas a lo largo del tiempo.
Las suites y habitaciones
Las 420 habitaciones y 50 suites distribuidas a lo largo de las seis plantas del Palace estrenan igualmente decoración. Rosa-Violán se ha librado de la moqueta para reemplazarla por suelos de madera y alfombras. También ha dejado una chimenea de mármol en cada una, que aporta calidez y se enmarca en su estilo elegante y clásico pero a la vez acogedor, con muebles de diseño de la época, ricos textiles en gamas ocres, azules y verdes y pocas piezas singulares de adorno, además de librerías.
En esta parte del hotel se rinde homenaje a Madrid, con detalles como los mosaicos de los baños y los tapices de los cabeceros -son todos distintos y únicos-, en los que se pueden reconocer escenas del Real Jardín Botánico, o los papeles pintados de las 'boiseries' recogiendo paisajes del Parque del Retiro.
Por otro, el interiorista ha querido destacar el paso de huéspedes ilustres como Pablo Picasso, Salvador Dalí o Ernest Heminway, y de ahí la alfombra de lana de los pasillos cargadas de figuras mitológicas y oníricas perdidas en un bosque o los lujosos tejidos y las lámparas Mid-Century escogidos.



Toda la fina sofisticación del nuevo Palace (desde 550 euros la noche) y su aire a la Belle époque se extiende a los uniformes del personal, diseñados por Juanjo Oliva, y al estilo comedido y atento de su servicio, que incluye la admisión de perros.
El hotel, propiedad del fondo Archer Hotel Capital, estrena hoy esta reforma, que aún rematará cosas en las próximas semanas y que ha incluido un apartado dedicado a la sostenibilidad, con la reutilización de materiales y la donación de muebles, por ejemplo, o la optimización de sus sistemas de consumo de agua y energía, entre otras medidas.
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