Judíos y católicos estrechan lazos en la primera jornada de convivencia entre ambas confesiones en Toledo
La Sinagoga de Santa María la Blanca acoge la plegaria conjunta del 'Shemá Israel', presidida por el arzobispo Francisco Cerro y el rabino Pinhas Punturello
La lengua de Jesús de Nazaret sigue viva en Madrid

'Shemá Israel, Adonai Eloheinu, Adonai Ejad'. Que el 'Shemá Israel', la plegaria más sagrada para el judaísmo, sonara de nuevo en la Sinagoga de Santa María la Blanca, en las voces del coro de la Capilla Musical de la diócesis de Toledo no fue el único momento símbolo de la fraternidad judeocristiana que vivió este domingo en Toledo, pero quizás sí el más emotivo.
'Escucha Israel, Adonai es nuestro Señor, Adonai es Uno'. En los blancos muros y las yeserías de decoraciones geométricas, reverberaron los versos de la Torá, quizás por primera vez desde hace más de seis siglos, después de que el templo fuera convertido en iglesia cristiana tras los progromos de 1391. Entre los fieles asistentes, las kipás, los solideos y las cruces, daban pistas sobre su procedencia.
Antes, la celebración multiconfesional se había iniciado en el templo, hoy desacralizado, con la lectura del salmo 113 y una bendición conjunta del arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves, y el rabino de Madrid, Pierpaolo Pinhas Punturello.
La celebración fue el acto central de la Jornada de Amistad Judeo-Cristiana que reunió en Toledo a más de un centenar de interesados y expertos de ambas confesiones en un evento organizado por las archidiócesis de Toledo, la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE) y el Centro de Estudios Judeo-Cristianos (CEJC). Una cita que había comenzado en el arzobispado con una conferencia del profesor emérito de Historia de la Universidad de Bar IIan (Israel), Moshé Orfali, sobre la importancia de Toledo para el mundo judío.
«Una convivencia inexistente»
Ya por la tarde, y en el mismo marco del salón de concilios del arzobispado, el exalcalde de Toledo, Agustín Conde, reivindicó las relación entre ambas confesiones con una provocadora expresión: «La convivencia judeocristiana no existe en Toledo». «Y no es por falta de entendimiento -precisó- sino porque no se ha constituido una comunidad judía en la ciudad», precisó Conde, que también fue secretario de Estado de Defensa, quien explicó los diversos cauces que desde la ciudad se había desarrollado para propiciar la relación entre ambos credos, y que «por fortuna, se materializan en actos como este, del que esperamos que tenga continuidad», añadió.
En la práctica, la presencia de la comunidad judía en nuestro país sigue siendo muy minoritaria, con unas cuarenta y cinco mil personas agrupadas en torno a unas treinta sinagogas, según datos de la Federación de Comunidades Judías de España. Sin embargo, las cifras podrían ser mayores si se tiene en cuenta la constante migración desde Iberoamérica y de Israel, que también está virando el perfil de las comunidades. La creciente presencia de judíos askenazís (tradición propia del centro y este de Europa) se suma a la tradicional sefardita, de los herederos de los judíos expulsados de España en 1492, y que preservaron su fe durante siglos en el norte de África, con una importante presencia en Ceuta, Melilla y Tánger.
Como también se puso de relieve en la mesa redonda, las relaciones judeo-cristianas, complejas a lo largo de la Historia, han avanzado significativamente en las últimas décadas, desde la publicación de la declaración conciliar 'Nostra Aetate' en 1965 y, sobre todo, por el especial apoyo que han mostrado los últimos Papas. Así, el director de Relaciones Interconfesionales de la archidiócesis de Toledo, Juan Manuel Uceta, recordó como Juan Pablo II llamó «nuestros hermanos mayores» al pueblo judío, de igual manera que Benedicto XVI y Francisco han mantenido una abierta relación tanto con los rabinos de Roma, como con los que se han encontrado en sus diferentes viajes.
A pesar de ello, tampoco ha sido siempre fluida la relación entre ambos credos en España. En ese sentido, el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, valoró como muy positiva la jornada y calificó como «fundamental el diálogo, el encuentro y el profundizar en lo que cada uno somos, ya que es muchísimo más lo que nos une que lo que nos separa», en declaraciones al medio Enfoque Judío.
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Por su parte, el presidente de la FCJE, Isaac Benzaquén también destacó el encuentro como «una oportunidad de actuar en coherencia con los valores que tanto peso tienen en nuestra vida comunitaria: la tolerancia, el respeto mutuo y la diversidad de religiones. Todos ellos valores que contribuyen para el desarrollo de un mundo en paz». Benzaquén y Mayte Rodríguez, directora del CEJC, clausuraron la jornada con el compromiso de volver a celebrarla en años sucesivos.
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