El Opus Dei se siente cercado por las medidas de control del Papa
Desde que Francisco puso fin a la singularidad jurídica de la Prelatura los problemas se multiplican en la Obra
Intervención de Torreciudad, acusación por trata de personas y denuncias periodísticas, algunos de los frentes abiertos
Los mitos sobre el Opus Dei
Opus Dei, las razones que llevaron al Papa a poner fin a la singularidad jurídica

La publicación, en agosto de 2022, del motu proprio del Papa Francisco, 'Ad charisma tuendum' —casi cuarenta años después de que el Opus Dei se convirtiera en la primera y única prelatura personal de la Iglesia—no fue tomada, aparentemente, con demasiada preocupación por ... los miembros de la Obra. Es un «asunto bastante técnico» que «internamente no afecta en nada», explicaba entonces a ABC Jesús Juan, su director de comunicación en España. En la práctica, la decisión de Francisco, como luego se ha comprobado, implicaba una revolución para la institución eclesial porque, aunque no la despojaba del rango de prelatura personal, sí la desposeía del estatus particular y la obligaba a un profundo proceso de refundación que aún hoy no se ha concretado. Además, afectaba a la esencia del Opus Dei, constituido por una mayoría de laicos que aspiran a la santidad a través del trabajo, y que ahora queda equiparado a una organización sacerdotal.
Pero aquella decisión del Papa, que reforzaría un año más tarde con otro 'motu proprio' que restaba más autonomía a las prelaturas personales—el Opus Dei es la única que existe—iba a tener un efecto colateral que entonces ni siquiera se podía intuir: Francisco había abierto la veda contra la Obra.
La otrora poderosa organización, que había situado a sus miembros en puestos de privilegio tanto en la Iglesia como en la sociedad y política española, parecía haber perdido su aura de protección. A las denuncias por trata de personas de antiguas miembros, el intento de control por la diócesis de su emblemático santuario o la caída por abusos de su principal cardenal se suman un libro y una serie documental que ponen en duda públicamente sus prácticas internas. «Ya nadie respeta al Opus Dei», concluye a este diario un profesor que conoce bien la Obra después de estar vinculado a uno de los colegios durante casi tres décadas.
Tras la decisión del Papa no tardaron en aflorar los conflictos, algunos nuevos, otros que se llevaban incubando desde hace años pero que han encontrado más repercusión mediática en este momento de debilidad. Así, el Papa, a raíz de la participación de una víctima de abusos en la película documental 'Amen' producida por Disney, ordenaba la reapertura canónica del caso Gaztelueta, en el que está implicado (y condenado civilmente) un numerario del Opus Dei. Poco después, el obispo de Barbastro intervenía el santuario de Torreciudad, —vinculado de forma directa con su fundador—, y entablaba un conflicto en el que ha tenido que tomar cartas el Papa para nombrar un comisario pontificio plenipotenciario que decida sobre la propiedad y gestión del lugar. En Argentina llegaba a la sede local la denuncia de 43 exnumerarias auxiliares que acusaban a la Prelatura de trata de personas y explotación laboral. Ahora está en manos de la justicia argentina.
Tampoco han faltado los frentes mediáticos. El primero fue el libro 'Opus', del periodista británico Gareth Gore, que presenta al Opus como «tenebroso», «secreto» y «distópico» y a sus miembros como artífices de un entramado financiero que influye en la política respaldando a la extrema derecha. Un Opus Dei como el que dibujaba años antes 'El Código Da Vinci', pero esta vez sin un ápice de ficción. También la reacción del Opus Dei ha sido muy diferente. Si frente a la obra de Dan Brown el tono fue positivo y aplicaron la máxima de «convertir los limones en limonada», ahora parecen haber descargado toda la artillería, auspiciando una serie de artículos contra el libro en diversos medios y elaborando un detallado documento que desmenuza página a página el contenido y señala, con aparato crítico y enlaces, lo que consideran errores. En la línea de la frase evangélica, tan repetida dentro de la Obra, de que «quien es fiel en lo poco también es fiel en lo mucho», el documento parece querer invalidar la tesis de fondo a través del exhaustivo señalamiento de errores y apreciaciones (más de 300). Más que hacer limonada, la estrategia parece haber virado a arrancar de raíz el limonero.
El otro problema que se suma a la imagen del Opus Dei es la serie que estrenará el próximo viernes 7 de febrero la plataforma Max, con el título 'El minuto heroico: yo dejé el Opus Dei'. «Hemos recogido el testimonio de personas de distintos lugares del mundo y diversas edades que han vivido circunstancias similares», explica a ABC su directora, la periodista catalana Mònica Terribas. «No quería hacer una serie sobre la historia o el poder del Opus Dei , ni sobre san Josemaría, de eso se ha escrito ya, sino sobre la vida de estas mujeres», explica. «El objetivo era centrarnos en sus vidas, en la coerción psicológica, el abuso espiritual, yo creo que lo que reflejan realmente es lo que han vivido estas mujeres, tengan la edad que tengan», añade.
Abusos de poder y de conciencia
Lo cierto es que la serie, a través de los testimonios, introduce en la historia del Opus Dei el que -encauzada la cuestión de los abusos a menores-, será uno de los temas clave en la Iglesia católica en las próximas décadas: los abusos de poder y de conciencia. Las trece participantes (que abarcan todos los tipos de pertenencia célibe al Opus Dei: numerarias, agregadas y numerarias auxiliares) coinciden en las presiones que vivieron hasta «pitar», la expresión en jerga interna para referirse a pedir el ingreso, y a lo largo de su vida dentro del Opus Dei.
Además, introducen otro elemento que sitúa el hecho fuera de la norma canónica y de los propios estatutos del Opus Dei, que oficialmente marcan la mayoría de edad como el momento para solicitar el ingreso en cualquier institución católica. Sin embargo, «todo el mundo sabe que los 14 años y medio es la edad de entrar en el Opus Dei, lo que significa que el proceso de ir poco a poco hablando contigo, empieza mucho antes», explica a este diario Marina Pereda, una de las protagonistas del documental. «Sólo cuando ya has firmado la carta de admisión se lo dicen a tus padres», añade.

Un extremo que matizan desde la Oficina de Prensa del Opus Dei en España, que señalan que a partir de los catorce años y medio se habla de «aspirantes» y que siempre cuentan «con la autorización paterna». «Lo que reciben los aspirantes es orientación espiritual y formación para conocerse mejor, profundizar en la doctrina de la Iglesia y los sacramentos, ser mejores hijas e hijos de sus padres, mejores amigos y estudiantes», añaden. Sin embargo, sí que reconocen que «la figura del aspirante ha cambiado con el tiempo, tanto en el modo de comprenderla como en el modo de vivirla» y citan como ejemplo a que «durante un tiempo, se animó a los aspirantes a vivir lo más parecido posible a una persona del Opus Dei. En cambio, desde hace años, la formación se centra en ayudarles a crecer personalmente como cristianos en medio del mundo».
Sobre la cuestión del abuso espiritual, las mismas fuentes señalan que desde hace un tiempo «se ha prohibido que los cargos de gobierno puedan hacerse cargo de la dirección espiritual« y que en la Obra existen cauces para que cualquier miembro pueda manifestar un problema de este tipo de forma directa, incluso al prelado». Con respecto a los exmiembros, han habilitado un procedimiento, a través de un mail, para «reclamaciones serias y razonables».
Solicitud de admisión
Según explican en el documental, las cartas manuscritas que los aspirantes envían al prelado para solicitar su admisión tienen una aceptación verbal, por lo que no queda un acuse de recibo que constante la edad en que la fue escrita. Sin embargo, en el documental aparece una evidencia de las solicitudes a los 14 años y medio. Es el caso de Mabel Mena, quien, tras su salida del Opus Dei, pidió a través de la Agencia de Protección de Datos que borraran todos sus registros. En la comunicación que recibió de la Obra, tras un largo proceso judicial, se le comunicaba que sólo se conservaban las fechas de «incorporación y baja de en la Prelatura». Y en la relación de los datos se especificaba que la fecha de «petición de admisión» correspondía a 1978, cuando Mabel tenía catorce años.
«A partir de los 14 años y medio puedes manifestar al Opus Dei que te gustaría formar parte, pero nadie puede incorporarse antes de los 18 años», explican desde la Oficina de Prensa sobre estos casos. «Hemos aprendido. Por ejemplo, se han flexibilizado los plazos en el proceso para garantizar el protagonismo de la persona», añaden.
Crecimiento reducido de vocaciones
¿Está influyendo toda esta situación en las vocaciones al Opus Dei? Oficialmente, las cifras que se presentan desde la Prelatura hablan de un crecimiento reducido, pero constante, a nivel global, aunque sí reconocen que «en los países más secularizados, compartimos las mismas dificultades que el resto de la Iglesia». En una entrevista para el diario chileno 'El Mercurio', el prelado Fernando Ocáriz hablaba de que en el Opus «aumenta el número de laicos y laicas que desean buscar a Dios y están abiertos a formar una familia», los conocidos como supernumerarios, aunque disminuye el número de personas «que acogen el celibato, un don de Dios que quizá hoy se entiende menos».
La percepción del prelado es corroborada por exmiembros como Marina. «De los que entramos en aquel momento, apenas quedan tres o cuatro. Y otro dato que me falta y que yo pelearé por conseguir es saber cómo están las personas que se quedan, saber cuántas sufren depresiones, cuántas se encuentran medicadas, cuántas han tenido que volver con sus familias y se encuentran, en términos religiosos, exclaustradas», explica a este diario. Más allá de todos los frentes, el foco eclesial sigue puesto en la que es la raíz del problema: la petición del Papa Francisco de que el Opus Dei remarque la dimensión «carismática y subraye menos lo jerárquico», un juego de palabras eclesiástico que implica el mandato de una refundación, que pasa por un cambio drástico de sus estatutos.
Un proceso en el que la Obra lleva empeñada desde aquel verano de 2022. Para ello, lo fio todo a la convocatoria, en abril de 2023, de un congreso extraordinario en Roma, precedido por encuentros nacionales, en el que se discutió el modelo de estatutos que se iba a entregar al Papa. Según se explicó entonces, tras las discusiones en distintos grupos de trabajo —mujeres y hombres se reunieron por separado, sin llegar nunca a juntarse, ni siquiera para la aprobación final—, «el prelado formulará una propuesta unificada que será sometida a votación plenaria, y se aprobará) por mayoría simple». Y añadían que «la propuesta resultante se presentará posteriormente a la Santa Sede. La aprobación final corresponde al Papa, que es el legislador competente». Sin embargo, el texto no gustó y la respuesta pública del Vaticano fue el motu proprio que modificaba las prelaturas personales.
Aprobación de los estatutos
Fuentes vaticanas hablan de que la Santa Sede ha rechazado hasta tres versiones de los estatutos, aunque desde el Opus Dei sostienen que nunca se ha presentado un documento definitivo sino «que se trabaja con borradores». Después de aquel revés, en junio de 2024, el prelado se reunía de nuevo con el Papa para informar «sobre los trabajos que se están realizando con el Dicasterio del Clero para la adecuación de los estatutos».
Este enero, en una carta, el prelado mostraba su confianza en que este año sea el de la aprobación definitiva, aunque la propuesta todavía no se ha entregado al Vaticano. El siguiente hito será en abril, cuando el Opus Dei tiene convocado un congreso general ordinario en el que, entre otros temas, se tratará la cuestión de los estatutos. En 2022, los detractores de la Obra difundían que la estrategia de la Prelatura pasaba por dilatar los plazos de estudio y redacción de los estatutos, en espera de tiempos mejores o un Papa más a favor.
La semana pasada se sumaba a todo este entramado un último elemento. Se hacía público que el que fue uno de los miembros más influyentes del Opus Dei, el cardenal Juan Luis Cipriani, había sido apartado del arzobispado de Lima por una acusación de abusos perpetrados a un menor en el marco de la confesión. Aunque el cardenal lo niega, lo cierto es que aceptó las sanciones y desapareció de la esfera pública hace seis años. El único comunicado público sobre el tema, el del vicario del Opus Dei en Perú, incide más en pedir perdón a la víctima por no haberla atendido que en la defensa del que fue su miembro con mayor rango eclesial. Sin embargo, la cuestión, más que en la ofensiva contra el Opus Dei, hay que enmarcarla en el entorno del caso Sodalicio, la entidad eclesial de origen peruano que el Papa ha disuelto definitivamente este enero tras numerosas denuncias por abusos psicológicos y sexuales, y a la que Cipriani protegió durante años como arzobispo de Lima. Aunque las diferencias son grandes, lo cierto es que Figari tuvo como modelo al Opus Dei cuando fundó el Sodalicio en 1971.
La contundencia del Papa con el Sodalicio ha añadido un nuevo componente sobre cuál será la solución definitiva al proceso de refundación del Opus Dei. De hecho, la pregunta que circula en ambientes eclesiales es si esta cadena de 'ataques' al Opus Dei es consecuencia de la debilidad a la que está sometido en este proceso de refundación o si, por otro lado, más bien ya están anticipando cuál será el sentido final de la decisión pontificia sobre este proceso.
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