PASTOR ALEMÁN INQUIETO
Condenan a un hombre a pagar 3.500 euros a sus vecinos por los ladridos de su perro: «Nadie está obligado a soportarlo»
El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Sanlúcar la Mayor obliga a este vecino de Villanueva del Ariscal a pagar una multa por los ruidos que generaba su mascota
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Tras varios años de conflictos vecinales, un juez de Sanlúcar la Mayor ha condenado a un vecino de Villanueva del Ariscal por las molestias que durante más de cuatro años han causado los ladridos de su perro a los vecinos de su entorno. El juez lo condena al pago de 3.500 euros por los daños morales causados así como al cese inmediato de estos ruidos. Tal y como queda recogido en los hechos demostrados de esta sentencia, los ladridos del perro llegaban a alcanzar los 90 decibelios en el exterior y sobrepasaban los 6 decibelios permitidos en el interior de la vivienda.
En la sentencia emitida por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Sanlúcar la Mayor se recalca que «nadie está obligado a soportar en la intimidad de su vivienda determinados niveles de ruido» y también deja claro que «la propiedad no puede llegar más allá de lo que el respeto al vecino determina». Esta resolución marca un precedente en la defensa del derecho a la tranquilidad en el hogar y en la responsabilidad de los propietarios de animales de garantizar la convivencia pacífica en entornos residenciales. En resumidas cuentas, que los derechos de los propietarios y los animales terminan donde empiezan los derechos de los demás.
El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Sanlúcar la Mayor dictó sentencia contra este vecino incívico por las molestias que los ladridos incesantes de su perro causaron a los vecinos entre 2018 y 2022. Además, fue condenado penalmente por amenazar de muerte varias veces a una de las denunciantes. Según relataban estos vecinos de Villanueva del Ariscal, los hechos se remontan al año 2018, cuando, a pesar de los intentos iniciales por mediar directamente con el propietario del animal, éste no mostró disposición para resolver el problema, sino todo lo contrario, dio riendas sueltas al animal y se incrementaron las molestias por ladridos del pastor alemán.
Los denunciantes iniciaron formalmente una petición de proceso de mediación para intentar una solución pactada y de conformidad para acabar con esta situación, pero el vecino dueño del animal abandonó la mediación sin querer llegar a entendimiento alguno. El conflicto escaló rápidamente con la interposición de multitud de denuncias individuales y colectivas ante el Ayuntamiento, el cual no puso tampoco remedio al problema. Sin embargo, las molestias acústicas persistieron, afectando gravemente la calidad de vida de los vecinos, quienes enfrentaron problemas de salud mental, como insomnio y ansiedad.
El enfrentamiento llegó a su punto más crítico cuando el vecino molesto amenazó con quemar viva a una de las denunciantes en su propio domicilio. Por esta amenaza, fue condenado penalmente y en sentencia firme por la Audiencia Provincial de Sevilla a indemnizar a la víctima con 5.600 euros.
Durante el proceso, la multitud de pruebas aportadas confirmaron que los ladridos se producían de manera frecuente (mañana, tarde o noche) y además excedían los niveles acústicos permitidos, haciendo que los afectados no pudiesen disfrutar de tranquilidad en sus hogares. Una de estas pruebas fue el informe pericial emitido por un ingeniero industrial, en el cual se demostró que los ladridos del perro llegaban a alcanzar los 90 decibelios en el exterior y que sobrepasaban los 6 decibelios permitidos en el interior de la vivienda en zonas como en el dormitorio o en el salón de los afectados.
El juez subrayó en la sentencia, haciendo especial referencia a la jurisprudencia en materia de contaminación acústica y derechos fundamentales, como el Tribunal Supremo indica que «nadie está obligado a soportar en la intimidad de su vivienda determinados niveles de ruido» o también deja claro que «la propiedad no puede llegar más allá de lo que el respeto al vecino determina».
Tal y como se refleja en la sentencia, este caso pone de manifiesto la importancia de las relaciones de buena vecindad y los límites legales frente a las inmisiones acústicas. Según explican a este periódico, los vecinos «celebran» el fallo, y sobre todo que la justicia les «reconozca su derecho a vivir en paz».
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