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EN CUARENTENA

Rafael

Con el simple movimiento de sus pupilas, su protestación de fe es un gigantesco ejemplo de amor y de compromiso con la vida por más pesada que sea la cruz que ahora debe cargar

Eduardo Barba

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A unos metros de los Baños de la Reina Mora, en la capilla del Dulce Nombre, se puede ver con las manos. La Vera-Cruz guía a los invidentes para que contemplen al Crucificado palpándolo lentamente. A la misma hora, en una bocacalle de Afán ... de Ribera, Antonia, anciana y ahora ya impedida, camina con el olfato. Cinco flores de la Virgen de los Dolores perfuman su dormitorio transportándola a los pies del palio para seguir los pasos de la Madre del Cerro, como tantos otros años. Seguirá haciéndolo, aunque de otro modo. Los prodigios y paradojas de Sevilla, donde el Cristo de la Expiración en realidad inspira, no tienen fin. Se mira con los dedos. Se anda con la nariz. Y se habla con los ojos. Hasta se da un pregón con el iris. En un canto inconmensurable a la fraternidad y a la esperanza, lo ha hecho hace unos días Rafael Castejón. Con el simple movimiento de sus pupilas, su protestación de fe es un gigantesco ejemplo de amor y de compromiso con la vida por más pesada que sea la cruz que ahora debe cargar.

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