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Más allá de la Aurora: estas son las Vírgenes de Sevilla que no tienen lágrimas
Uno de los rasgos más definitorios de una dolorosa son las lágrimas. Sin embargo, en la Semana Santa de Sevilla existen algunas excepciones y la Virgen de la Aurora, advocación ligada al misterio pascual de la Resurrección, no es la única
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Sevilla es tierra de María Santísima. El propio Silvio Fernández Melgarejo cantó aquello de que «María es la Pura Concepción que, antes que Roma, mi Sevilla proclamó». La defensa del dogma concepcionista se remonta al siglo XVII, pero no sería hasta 1854 ... cuando la Santa Sede, bajo el pontificado de Pío IX, reconociera la Inmaculada Concepción de María como dogma de fe.
Esta tierra ha configurado una iconografía muy reconocible de la Virgen. Más allá de presentarla como una joven muchacha de ropajes sencillos –como hiciera Murillo–, el fervor popular se ha encargado de enjoyarla, vestirla y ensalzarla como Reina. Además, la ha dado un rictus doloroso para representar el trance de María durante la Pasión y Muerte de su hijo Jesús, dando así cumplimiento al oráculo de Simeón: «Y a ti misma una espada te traspasará el alma».
¿Cuáles son las Vírgenes de Sevilla que no tienen lágrimas?
Una de las características más llamativas de las dolorosas son las lágrimas. Para ello, se suelen añadir motas de cristal en forma de gota en las mejillas de las tallas marianas para simular el efecto del llanto. Un llanto que se hace más doloroso aún con el entrecejo fruncido, las cejas levantadas en su parte central, los labios caídos y la barbilla elevada para aportar más dramatismo al rostro.
Sin embargo, en la Semana Santa de Sevilla existen algunas excepciones. En concreto, son tres las Vírgenes sevillanas que carecen de lágrimas, el elemento definitorio de la tristeza.
Vírgenes de Sevilla sin lágrimas
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Virgen de la Quinta Angustia. Tallada por Vicente Rodríguez-Caso en 1934.
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Virgen del Patrocinio (El Cachorro). Realizada por Luis Álvarez Duarte en 1973.
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Virgen de la Aurora (La Resurrección). Tallada por Antonio Dubé de Luque en 1978.
Siempre se suele asociar la ausencia de lágrimas a la Virgen de la Aurora. El júbilo de la resurrección del Señor ha borrado de su rostro el rictus doloroso y las comisuras de sus labios comienzan a dibujar una ligera sonrisa que introduce al devoto en la gloria del tiempo pascual. A pesar de ello, existen otras dos imágenes que, sin perder ese rictus doloroso, también carecen de lágrimas. Se tratan de las vírgenes de la Quinta Angustia, titular de la hermandad homónima, y Nuestra Señora del Patrocinio, de la trianera Hermandad del Cachorro.
La Virgen de la Aurora y la alegría de la Resurrección
La Virgen de la Aurora, obra de Antonio Joaquín Dubé de Luque, es una imagen mariana que se distingue por su singular expresión de esperanza y recogimiento. A diferencia de la práctica totalidad de dolorosas sevillanas, no presenta lágrimas en su rostro, un detalle que responde a la intención de la Hermandad de transmitir su papel en el misterio pascual en toda su plenitud. En lugar de reflejar solo el dolor de la Pasión, la talla de la Virgen de la Aurora evoca la fe inquebrantable de María en la Resurrección de Cristo, mostrando una serena introspección que equilibra el abatimiento con la certeza del triunfo de la vida sobre la muerte.

Dubé de Luque reforzó esta visión mediante una policromía que resalta unos ojos grandes y vivos, labios elegantemente entreabiertos y una expresión de firmeza y confianza, en lugar de un llanto explícito. Su rostro, sin lágrimas, no niega el sufrimiento de la Madre, sino que sugiere un instante de reflexión y fe en las promesas divinas. Así, la Virgen de la Aurora se convierte en un símbolo del paso del dolor a la alegría, de la espera a la certeza, reflejando en su mirada la esperanza que precede al gozo de la Resurrección.
¿Hay más Vírgenes sin lágrimas en Sevilla?
La respuesta es sencilla: sí. La idea más extendida es que la Virgen de la Aurora es la única que no lleva lágrimas por su evidente vinculación con el misterio pascual. Sin embargo, hay otras dos imágenes marianas en Sevilla que, a pesar de su carácter doloroso, tampoco llevan lágrimas. Son las Vírgenes del Patrocinio y la de la Quinta Angustia.

La Virgen del Patrocinio, de la Hermandad del Cachorro y más conocida como la Señorita de Triana, es obra de Luis Álvarez Duarte y está fechada en 1973. Viene a sustituir la primitiva imagen de la dolorosa trianera, que se perdió entre las llamas de un incendio declarado en su templo en febrero del mismo año. Aquella imagen sirvió de inspiración a Duarte para tallar la actual Virgen del Patrocinio, que repite la torsión de su cabeza hacia el lado izquierdo, así como la ausencia de lágrimas. Esto se debe a que el busto de la primitiva dolorosa procedía de una escultura mariana de gloria. Sin embargo, Duarte consigue un efecto sobrecogedor en la mirada de la actual Virgen del Patrocinio. Aunque carece de lágrimas, el barniz aplicado en el borde de los párpados inferiores da la sensación del comienzo del llanto. Parece que, de un momento a otro, las lágrimas van a empezar a brotar por sus mejillas.

Otra Virgen sin lágrimas en Sevilla es la de la Quinta Angustia. Está considerada como una de las mejores dolorosas del siglo XX y fue realizada por Vicente Rodríguez-Caso en 1934. A pesar de ser una imagen relativamente moderna, casa a la perfección con el conjunto barroco de Pedro Roldán. En este sentido, la ausencia de lágrimas no resta un ápice de dolor en el rostro de la Virgen de la Quinta Angustia. La mirada, elevada hacia el cuerpo muerto de su hijo en la cruz, muestra una profunda tristeza que se ve agravada por el ceño fruncido y los labios caídos, técnica que permite transmitir esta emoción en la madera.
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