Juanita Reina, la última dama de la copla

25 AÑOS DE LA MUERTE DE JUANA REINA
Más de 3.000 personas la acompañaron tras el féretro aquel 19 de marzo de 1999 cuando Sevilla despidió a la artista que nunca podrá olvidar
La muerte de Juanita Reina (1925-1999) sacó a la calle a más de 3.000 sevillanos. Hay que ser muy grande para que la ciudad te despida de esa manera. Después de ella sólo lo hemos visto dos veces más, primero con Rocío ... Jurado y la última con la duquesa de Alba. Aquel 19 de marzo de hace veinticinco años el centro colapsó para decir adiós a la última dama de la copla, protagonista de la crónica sentimental de España durante décadas. Hasta dos años antes de su fallecimiento estuvo doña Juana subida a los escenarios, ya casi sin voz, pero con la elegancia intacta y el mismo tronío.
A la artista sevillana nunca se la relacionó con el mundo de las folklóricas, siempre fue tonadillera, la única que llegó a hacerle sombra a Concha Piquer y ahí estuvo el origen de una enemistad que duró toda la vida. La valenciana intentó imponerse tratándola de imitadora por haber alcanzado la fama cuando ella ya era una estrella consagrada, pero desde el principio Juana Reina mostró un estilo personalísimo que se antepuso a cualquier valoración. Y a diferencia de su gran rival sí tuvo los brazos abiertos y buenos consejos para las que llegaron después como Rocío Jurado, que defendió su legado en una entrevista en 1992 con el periodista especializado en el género Manuel Román, quien en un momento de la conversación se refirió a las dos grandes cantantes como Juanita y doña Concha. La Jurado lo cortó en seco y lo corrigió: «Dirá Juanita y Conchita o doña Juana y doña Concha, digo yo».
Artista de cabecera de Franco, fue una de las habituales en las recepciones que el dictador celebraba cada 18 de julio en La Granja, donde se embelesaba escuchándola y haciéndole confidencias. Luego toda aquella admiración se le volvió en contra cuando llegaron los años de la Transición y la copla se vino a menos, eclipsada por los nuevos géneros que estaban de moda. Pero su sello siguió vigente, lo defendió hasta el final de sus días, así como las tradiciones y sus profundas raíces sevillanas.
La cantante

A Juana Reina nadie le regaló nunca nada. Nació en el seno de una familia humilde en el barrio de la Macarena el 25 de agosto de 1925. Su padre, que era pescadero, se las arreglaba cada día para poner un plato de comida en la mesa mientras ella y su madre cuidaban de la numerosa prole.
La niña no soñaba con muñecas y vestidos cuando tenía un ratito libre, se colocaba delante del espejo para imitar a las grandes artistas del momento como Imperio Argentina, Pastora Imperio e incluso a Greta Garbo a la que veía de vez en cuando en el cine cuando acompañaba a su abuelo. Fue él quien se dio cuenta de que tenía dotes para el escenario. Y a escondidas de su padre, la llevó al cine Cervantes donde debutó con sólo trece años en los pases matinales. Lo hizo al principio formando parte del coro de la zarzuela La Rosa del Azafrán y luego en solitario.
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La actriz
La relación de Juana Reina con los escenarios no vino por la canción, sino por el cine, pero las circunstancias familiares impidieron que diera el salto al mundo del celuloide. La niña Juanita pasaba las tardes en las que se liberaba de las tareas de la casa soñando despierta ante el espejo imitando las poses de Greta Garbo y de Imperio Argentina en las películas que veía junto a su abuelo. De su mano y a escondidas de su padre se subió por primera vez a las tablas del Teatro Cervantes, donde debutó con 13 años.
Aquellas primeras giras por varias ciudades de Andalucía le dieron fama y los empresarios audiovisuales de la época empezaron a llamar a su puerta.
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La Reina de la calle Parras

Juanita Reina fue uno de los personajes más relevantes de la historia contemporánea de la hermandad de la Macarena. La cantante fue una de las grandes benefactoras de la corporación y ayudó a universalizar su nombre por todo el mundo. Su devoción por la Virgen de la Esperanza la llevó incluso a donarle el pelo, a incrementar su patrimonio hasta el punto de que fue camarera de honor en vida y la corporación, el año pasado, la incluyó dentro del listado de personalidades que forman parte del 'patrimonio inmaterial macareno', antropología pura del barrio y donde Juanita está al lado de figuras como Joselito el Gallo o Juan Manuel Rodríguez Ojeda.
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Silencio por un torero
Nacer en la calle Parras es consustancial a la devoción por la Macarena, como pertenecer a su corporación es consustancial a la veneración hacia Joselito el Gallo. Juanita, la reina de la copla que nació un lustro después de la muerte del rey de los toreros en Talavera de la Reina, encerró ese regio triunvirato en 'Silencio por un torero', la letra que había compuesto ese otro triunvirato de las buenas letras que formaron Quintero, León y Quiroga. Ya lo dijo Manuel Machado: «Hasta que el pueblo las canta, / las coplas, coplas no son, / y cuando las canta el pueblo, / ya nadie sabe el autor». Y ahora, más de sesenta años después, prácticamente nadie recuerda quién escribió esta copla o pasodoble, quién lo cantó e incluso a quién se dedicó. Pero ahí está: «Silencio el patio y la fuente, / que está de cuerpo presente / el mejor de los toreros».
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