Vuelta al cole
La vuelta a la normalidad y a las clases de una familia sevillana con cinco hijos
«Hemos ganado la guerra al confinamiento», dicen María y Ramón, que afrontan con ilusión el regreso de sus hijos a las aulas

Recuperar su vida. Volver a la normalidad y que los niños vuelvan a clase. Es la idea que repiten Ramón Pastor , María Molero y sus cinco hijos, una familia que tras el confinamiento, ahora sueña con retomar el curso y la normalidad. Tienen ... hijos que estudian en casi todas las etapas educativas. Desde Primaria a la universidad.
Y es que, si los largos meses de encierro fueron duros para la mayoría, más complicado debió serlo para esta familia de siete miembros (y dos perros) y con los que hasta dos días antes del estado de alarma también vivían dos estudiantes americanas.
Por eso, cuando se habla con Ramón y María o con sus hijos se les notan las ganas de volver. Cuentan como han pasado estos meses en su piso de 130 metros cuadrados y cuatro dormitorios que tiene una pequeña terraza llena de plantas y hasta una jaula con pájaro.
«Mis hijos van a ir a clase desde el primer día», dice María Molero, a la que todo «se le derrumbó» cuando se encontró en casa cinco hijos, marido y dos perros
Ellos no tienen miedo a la reapertura de las aulas. Su hijos irán desde el primer día. Porque, como dice el padre, «no se puede paralizar todo». Ramón Pastor, gerente de un laboratorio farmacéutico, tiene muchas ganas de recuperar el ritmo.
En el caso de esta familia, además, los hay de todas las edades. El mayor que empieza la universidad este curso, luego hay otra chica en 1º de Bachillerato, otros en 3º y 1º de ESO respectivamente y el benjamín que este curso empieza 1º de Primaria, todos ellos en los Padres Blancos.
Ni él ni su mujer tienen miedo al coronavirus aunque saben que, con más de 25 niños en cada aula, en los colegios pueden darse casos de contagios por muchas que precauciones que se tomen. «Siempre hemos tenido la suerte de que nuestros hijos han sido muy sanos. Apenas han pasado de un resfriado y, al ser familia numerosa, sabíamos lo que había que hacer», dice, comentando que su hija Cristina ni siquiera conocía al pediatra porque nunca se había puesto mala.
Ramón Pastor no tiene miedo de que sus hijos vayan a ir a clase.«Siempre hemos tenido la suerte que todos han sido muy sanos», explica
Por eso el miedo no va a poder con ellos. «Tenemos que salir, no podemos paralizarnos» , insiste este padre de familia que tuvo que comprar otro ordenador para que los cinco pudieran hacer sus tareas y él trabajar.
De hecho, sus deseos de que las clases vuelvan también se basa en que hay que «recuperar el ritmo» y en que, a su juicio, las clases virtuales no son lo mismo que las presenciales. Sobre todo para los más pequeños , para los que ha sido más difícil adaptarse a ese sistema sin un profesor que les explique la materia.
María corrobora esa insatisfacción con las clases virtuales que no le han gustado, sobre todo a los pequeños. «Los dos mayores han volado solos pero con los otros no ha sido igual», explica, insistiendo en que espera que este curso vuelva la normalidad y no tengan que recurrir a las clases on line. A las dificultades que entrañan algunos de los programas y plataformas informáticas que utilizan los colegios para dar las clases se une el hecho de que, a veces, no les explicaban la teoría. Y que no es lo mismo las explicaciones del profesor en el aula que memorizar determinados conceptos en el ordenador.
A Ramón jr le tocó la Selectividad y se pasó el confinamiento estudiando, haciendo deporte y tocando la corneta. Está deseando empezar la universidad
«No me gustaría tener que volver a esa situación» , dice María que, durante el confinamiento se encontró que no sólo tenía que atender a las tareas de la casa y hacer la comida, sino también ayudar a los pequeños con los deberes. Era una carga más. Y lo hacía siempre sonriendo y sin perder los nervios.
Seguramente ella ha sido la que más peso tuvo que asumir durante los meses que duró el estado de alarma. «Fue como si de la noche a la mañana todo se derrumbara. Las americanas se fueron, a mi marido lo mandaron a casa y los niños no tenían colegio», relata. Y había que hacerlo intentando que fuera «llevadero» para todos. Fue algo «estresante» para unos chicos que antes estaban casi siempre fuera. El padre porque, por su trabajo, tenía que viajar con frecuencia. Y los chicos, todos deportistas, acostumbrados a estar por las mañanas en el colegio y por las tardes haciendo deporte.
¿Como lo hicieron? Aunque al principio a les costó más, enseguida tuvieron que ponerse las pilas. Tras los primeros días, intentaron hacerlo todo con relativa normalidad y diferenciando los días laborables del fin de semana. Cada mañana la pareja se levantaba muy temprano, antes que los chicos. Ella sacaba al perro y se ponía con las tareas domésticas. Y luego todos los demás se repartían por los cuartos para hacer los deberes.
Acostumbrada a estar todo el día fuera haciendo deporte, Cristina necesita volver. «Ha sido agobiante. Estoy deseando ver a mis amigas», dice.
Uno tenía que usar la cocina, otro el salón y los chicos en los dormitorios. Cada uno a sus estudios. A Ramón y Cristina, los dos mayores no había que ayudarles y ellos se encargaban de hacerlo todo solos. Pero a los otros había que echarles una mano a veces. Tenían que usar todos los dispositivos que había en la casa, algunos el Ipad o el móvil.
Luego, después de comer todos juntos, tocaba el turno de los deportes. Se metían en las habitaciones. Mientras María practicaba su clase diaria de flamenco, Cristina hacía sus abdominales y cada uno lo que podía dentro de la casa. Y Ramón, el mayor, que además de la Selectividad que le tocó este año, está en la banda de Las Cigarreras, sacaba su corneta y tocaba cada día el himno nacional a le hora de los aplausos. «Hemos vivido la Semana Santa y la Feria a tope, relata.
Los fines de semana eran distintos. El padre cocinaba un plato internacional. Comida china, mexicana, italiana. Por la noche pizza y palomitas y todos juntos a ver una película. Al final consiguieron que los chicos disfrutaran y que estuvieran «deseando» que llegara el viernes. «Nos hemos unido muchísimo, pero ahora toca volver», dice María.
Ramón quiere volver a su trabajo y María que dice «haber ganado la guerra al confinamiento», está deseando que empiecen las clases. Sus hijos irán con la mascarilla y toda la protección necesaria y no harán actividades extraescolares en ningún polideportivo cerrado, sino al aire libre. «No voy a ponerlos en riesgo y tomaré todas las precauciones, pero tampoco tengo miedo» , recalca. Les hace falta un poco de normalidad.
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