Educación
Safa Blanca Paloma, un segundo hogar para los niños de Los Pajaritos
En Los Pajaritos un colegio concertado se ha convertido en el alma social del barrio. Ofrece desayunos, realiza labores de integración y apoyo y hasta da clases de castellano y árabe a los hijos de inmigrantes

En el colegio Safa Blanca Paloma lo de menos son los resultados académicos. No es que no les importen las notas de los chicos, sino que en Los Pajaritos, uno de los barrios más pobres de España, las prioridades son otras. La lucha ... del colegio, un centro concertado de la Compañía de Jesús con 700 alumnos, dos líneas por curso de Infantil, Primaria y FP básica, es sacar adelante a sus alumnos. Se trata de un centro en el que no hay Bachillerato porque es raro que los escolares lleguen más allá de la etapa educativa obligatoria, la ESO. En lugar del Bachillerato ofrecen Formación Profesional de Instalaciones Eléctricas para dar una salida a los chicos y chicas del barrio que no terminan la ESO. Este curso en ese ciclo son 24 alumnos.
Ignacio Orellana, arquitecto de profesión que dirige el colegio al que llegó en el año 2009, es un ejemplo del compromiso con la labor que realizan. Habla y no se cansa de explicar cómo se ha convertido en un ejemplo de integración en el barrio . Sólo hay que asomarse al patio para comprobarlo. Como no hay ningún muro que lo separe de las viviendas de la zona, las ventanas de los viejos edificios dan directamente a la pista de fútbol.
«Los vecinos saben que no pueden tender a la hora del recreo para no llevarse un balonazo. Y hay otros que cuando se le rompen las cortinas nos piden que se las repongamos», bromea Orellana, que dirige desde hace tres años el centro. Como él insiste, el Safa Blanca Paloma algo más que un colegio para la gente de la zona. Un espacio en el que están muy pendientes de los niños y en el que, por encima de otros canales, funciona «el puerta a puerta». Están en constante comunicación con los vecinos.
Los escolares juegan cada mañana al fútbol frente a las ventanas de los bloques en los que se ve la ropa tendida y los desconchones de los edificios de esa barriada que se volcó cuando en noviembre el Gran Poder estuvo allí en misión especial. De ese acontecimiento guardan un precioso recuerdo con una placa de la hermandad.

Tienen un perfil de escolares multirracial ya que no sólo acuden los niños y niñas de Tres Barrios (Pajaritos, Amate y Candelaria) , sino también hijos de inmigrantes afincados en Sevilla. Hay entre quince y veinte nacionalidades distintas aunque también les llegan chicos de otros barrios atraídos por la FP.
No hay Bachillerato ya que el porcentaje de los chicos que continúa sus estudios tras la formación obligatoria es bajo y los pocos que continúan estudiando se van. Como ocurre con casi todos los que prosperan en esa zona de Sevilla que se esconde a poca distancia de otros distritos donde se venden las viviendas más caras.
«Lo único que ha cambiado en el colegio en 35 años es que ahora tenemos inmigrantes y que todos los que pueden, en cuanto prosperan se van» , dice uno de los docentes encargado de las clases de refuerzo. En un colegio con esos perfiles «casi todos los niños son de educación compensatoria», aclara.
Y es que en el Safa Blanca Paloma hay chicos de familias del barrio que pasan por dificultades económicas severas. Con muy pocos ingresos, en muchos casos de familias desestructuradas y la mayoría en situaciones con riesgo de exclusión social.
Por eso una de los programas de los que más orgullosos están es el del desayuno gratuito que ofrecen cada día. Muchos de esos escolares no han probado bocado cuando llegan al colegio por la mañana.«Si no fuera por ello, probablemente esos chicos no desayunarían», recuerda el director.
«Somos la parte social del barrio. Muchos escolares cuando llegan no han probado bocado», dice el director, Ignacio Ayza
Son desayunos donados por la fundación Gota de Leche y por Kellogg's que llegan a 150 niños. Hay uno a las 7.30 de la mañana y otro a las 10. Ese último turno lo han retrasado para evitar que muchos niños a los que la familia lleva más tarde al colegio, se queden sin él . Antes de esa hora empiezan a prepararlos con esmero. Las monitoras los reparten por las clases. El jueves tocó leche con cacao y un bocadillo de salchichón.
Aunque el menú varía y algunos días incluyen piezas de fruta y yogur o queso fresco, los chicos se lo comen todo. Y si hay más peticiones de los menús que reciben sólo se les cobra un precio simbólico de 20 céntimos. «Tenemos que poner de más para que repitan» , dice una de las monitoras que reparte los desayunos por las clases de Infantil y Primaria. En cuanto al comedor, lo sufraga la Junta de Andalucía y se incluyen hasta menús especiales para los de otras nacionalidades.
Otro de los programas estrella son los idiomas. Se imparten clases de árabe y de castellano ya que existe una comunidad marroquí numerosa. A los chicos que no saben español les enseñan a hablarlo y a los que han nacido en España y las familias no quieren que se olviden de su idioma original les ofrecen árabe. Es un recurso que comparten con otro centro público del barrio.
Además de todo eso, el colegio permanece cada día abierto hasta las siete de la tarde. Cuando terminan las clases no sólo hay extraescolares sino también otras actividades. Son doce horas continuas con las puertas abiertas. Hay ludoteca para las familias que dejan a los niños pequeños multideportes, y para personas mayores se hacen talleres de gimnasia y mantenimiento e incluso el colegio hace las veces de polideportivo ya que no hay pistas por el barrio. «Somos la parte social del barrio. Impartimos docencia pero por las tardes tenemos todo tipo de actividades», dice el director.
Por eso cuando se le pregunta por el rendimiento académico de estos chicos, admite que los resultados dependen mucho de la situación familiar. « Muchas veces el de Secundaria es el primer título que entra en la familia» , dice el director, que explica que cuando se encuentran con alumnos que saben que no van a poder conseguir el título de Secundaria le ofrecen la opción de la Formación Profesional Básica. Por eso su prioridad no es implantar el Bachillerato sino ampliar la oferta con algún grado medio de FP, algo que de momento se hace difícil por la falta de espacio. Pero también hay otras salidas. Cuando detectan chicos de altas capacidades les dan la posibilidad de seguir estudiando.
Mucho por hacer
¿Por qué no mejora la situación del barrio? Según Orellana, desde que hace varios años el Instituto Nacional de Estadística comenzó a incluir a Los Pajaritos en los rankings de los más pobres de España llamó la atención y muchos se interesaron, pero luego esa ayuda no se tradujo en más acciones.
«Aunque la sensación es que no ha ido a peor, sigue habiendo muchas carencias. Sigue siendo un barrio al que le falta la apuesta definitiva de las administraciones», dice Orellana dejando muy claro que aún queda mucho por hacer para superar esa situación.
El colegio, de hecho, mantiene tantas actividades gracias a las ayudas de fundaciones, voluntariado y otras colaboraciones.
Ahora se encuentran con otro problema añadido. La baja natalidad de los últimos años también se ha dejado sentir. «Tenemos mucha demanda de la gente del barrio» dice el director. Pero cuando la natalidad cae, al centro le cuesta mucho que las familias de otras zonas de Sevilla soliciten las plaza vacantes. Por eso el año pasado estuvieron a punto de perder una unidad, algo que preocupa en el Safa Blanca Paloma, un centro que en Los Pajaritos se ha convertido casi en un segundo hogar.
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