EL RINCÓN DE... RIGOBERTO CARCELLER IBARRA
«Lo de Oswaldo Payá sigue lleno de sombras y el único que no ha hablado ha sido El Sueco»
Líder de la disidencia cubana en España, enamorado de Sevilla y de su centro histórico, abandonó la pelea cuando la libertad que le otorgaba la política era más pequeña que la que deseaba. Se reinventó descubriendo el vino.
«No, no, no soy trianero nostálgico. Me gusta vivirla al día, como es»

-Personas como usted podrían plantarse delante de Neruda y decirle al poeta que confiesa que ha vivido.
-No solamente he vivido, he bebido, he sufrido y he sobrevivido soñando con la libertad.
-Pero su vida no ha sido nada fácil. Ni para ... usted ni para su familia. De hecho, pasó usted por dos de los mejores «hoteles del castrismo»…
-Usted se refiere a las cárceles para presos políticos de Combinado del Este y la prisión de Boniato. Yo me pasé dos años entre ambas. Y vi arbitrariedades, torturas, compañeros con largas condenas y el eco de los fusilamientos en el presidio.
-¿Volvió a soñar con aquel infierno?
-Sí, muchas veces después de mi deportación. El sueño era recurrente: siempre soñé que escapaba, siempre soñé con planes para escapar. La prisión aún me acompaña porque llevo en mi corazón, entre otros, a José Antonio Reyes Dupont, con más de veinte años de prisión, viejo guerrillero que luchó en el Escambray y, previamente, contra Batista.
-¿Qué era más indigesto: el menú del día o el trato dado a los presos políticos?
-Odio las acelgas con patatas ácidas, que era el menú diario. Vi a presos sacar de las bolsas de basura las cáscaras de naranja para quitarle lo que otro preso habían dejado en ellas y comérselas.
-Usted desembarca en la disidencia en Oriente, por medio de los grupos católicos organizados para conseguir reformas desde el interior de la dictadura. ¿Fue así?
-Así fue. Me uní al Movimiento Cristiano de Liberación fundado por Oswaldo Payá, dentro del cual asumí la responsabilidad de extender el movimiento a todo Oriente y Camagüey, la mitad del país.
-Pero lo ficharon, lo metieron en el tanque y a su esposa, embarazada, no la dejaban vivir.
-Mientras yo estaba en los calabozos de la Seguridad del Estado, me amenazaban para que yo hablara, intimidándome con que la iban a atropellar en la calle para provocarle un aborto. Decían que, si mi descendiente tenía mis mismas ideas, lo mejor era anularlo desde la barriga.
-¿Cómo salió usted del infierno?
-El Nuncio Apostólico español, monseñor Faustino Sainz, fue quien gestionó mi liberación con mi obispo, don Pedro Meurice Estiut, arzobispo de Santiago de Cuba. En la liberación intervinieron directamente Felipe González y Javier Solana.
-En España tuvo una importancia relevante uniendo a los disidentes y dándole una voz política. ¿Se sintió instrumentalizado por el PSOE o por el PP en algún momento?
-Sí, recibí cariños de todos, intentando acercarme a sus partidos. Pero yo siempre tuve claro que represento a una causa: la de la democratización de Cuba.
-Por cierto ¿lo de Oswaldo Payá fue accidente o se intentó que pareciera un accidente?
-Hay grandes sombras que acompañan su muerte. Me cuesta pensar que El Sueco, copiloto en aquel viaje, fuera dormido y Carromero condujera el carro. El que debe de hablar es El Sueco, que nunca dijo nada y para mí no está libre de sospechas.
-Creo que guarda un inolvidable recuerdo de Moraga…
-Sí, de él y de su equipo, de Pablo Hispán y de Rafa Rubio. Con ellos aprendí los entresijos de la política, eso que se llama vulgarmente los fontaneros de La Moncloa.
-Y Fraga logró traer a su mujer desde La Habana.
-Don Manuel, a quien siempre recordaré con cariño y gratitud, sacó en seis meses a mi esposa y a mi hija María Teresa de año y medio entonces. Cinco veces le pedí que me recibiera y me recibió las cinco sin más protocolos. En la última comimos juntos.
-En algún momento a usted lo acusa la prensa de trabajar para la CIA y Castro. ¿Por qué?
-Sí. La prensa progresista y no progresista. Nunca supe los fundamentos de aquellos infundios.
-En qué mal lugar dejaba aquella campañita a Felipe González, ¿no?
-Eso tiene que responderlo los periodistas que montaron aquella campañita. Incluyendo 'Interview' donde dijeron que era un disidente homosexual. Fue curioso que todo ocurriera durante 2010, cuando llevaba veinte años en España como un activista muy transparente.
-¿Desertó o se hartó de ser un activista disidente?
-Creo que hoy soy más libre que cuando peleaba por la libertad y España me dio todas las oportunidades que me negaron en mi país.
-Lo más grande es que lo salvó el vino…
-(Risas) El vino y la filosofía.
-He oído miles de opiniones sobre la salida de Cuba de la dictadura. ¿Cuál es la suya?
-El hambre y la miseria llevarán a enfrentarse a los cubanos entre sí.
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