Episodios locales
Acción de gracias al Cristo de San Agustín: un concejal, un voto
Hace nueve décadas, en los tumultuosos años de la Segunda República, sólo un edil del Ayuntamiento de Sevilla acudió a renovar la acción de gracias ante el crucifijo de San Agustín
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«Ayer, día 2 de julio, y en conmemoración del voto en que en la misma fecha y mes del año 1649 hiciera el Cabildo municipal sevillano ante la soberana imagen del Santo Crucifijo de San Agustín, que se venera en la parroquia de San ... Roque, tuvo lugar una solemne misa de acción de gracias por haber salvado a Sevilla de la epidemia del citado año 1649. Asistió por delegación del jefe de la minoría municipal de Acción Popular el concejal D. Tomás de A. García». La nota es del periódico del 3 de julio de 1934.
Eran los años convulsos de la Segunda República, en los que el anticlericalismo supuso un anticipo de la persecución religiosa que vino después sembrando de mártires España. El único concejal que asistió a renovar el voto era Tomás de Aquino García y García, de la Comunión Tradicionalista Carlista, a quien se debe, por ejemplo, la conversión del pabellón de México de 1929 en maternidad municipal. La mayoría conformada por radicales, socialistas, republicanos y comunistas se habían desentendido de la tradición al advenimiento del nuevo régimen en 1931, fecha en que ni siquiera se celebró.
Al año siguiente, en 1932, pudo llevarse a cabo porque la oposición municipal costeó la función. Acudieron cuatro concejales que habían puesto dinero de su peculio para la solemne misa en la que el beneficiado de la Catedral José Díaz Arnosa alertaba de «los dos males que constituyen la peste o epidemia de la sociedad presente, cuales son la soberbia y la sensualidad» después de ponderar «los beneficios que Sevilla había recibido del Santo Crucifijo de San Agustín».
El voto al crucifijo de San Agustín ha cumplido 375 años con fuerza renovada desde que en 1991 la hermandad de San Roque recuperara esa función votiva en recuerdo del acuerdo plenario adoptado el 9 de mayo de 1650 en agradecimiento por la intervención milagrosa de la imagen devocional que los agustinos tenían en su convento de la Puerta de Carmona. Aun así, la epidemia de peste de 1649 había acabado con la vida de entre un tercio y la mitad de los vecinos de Sevilla y supuso el inicio del declive de la ciudad en todos los órdenes. El Cristo era invocado con ocasión de calamidades públicas en la ciudad y su participación en rogativas era frecuente.
Segunda República
La función religiosa se interrumpió en 1931 y sólo se recuperó porque la costearon los ediles de su propio bolsillo
El abad Gordillo lo reseñaba así: «El cabildo y regimiento de la ciudad por voto que hizo va todos los años el 2 de julio y la tarde antecedente a misas que se cantan con gran solemnidad y aparato, y concurren todos los veinticuatro y regidores con gran devoción a dar gracias y los caballeros de la Ciudad se encargaron de la cofradía alistándose en ella y saliendo todos con sus túnicas en la procesión del Viernes Santo en la tarde con los rostros descubiertos, con sus jubones y faldas de esterlín negro y sombreros y los que eran caballeros de las Órdenes Militares, con las veneras de sus hábitos imitando lo que se usaba en la cofradía».
La solemne función del voto municipal al Cristo de San Agustín se interrumpió el 18 de julio de 1936 cuando ardió la parroquia y se consumieron los enseres de la hermandad en la oleada de quemas de iglesias que siguió al pronunciamiento de Queipo de Llano. El Ayuntamiento recuperó la función religiosa con la nueva talla gubiada por Agustín Sánchez-Cid en 1944 pero pronto decayó hasta su rescate definitivo a partir de la última década del siglo pasado.
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