El cine tiene un problema: ¿quién sustituye a Bruce Willis?

Curiosamente, el personaje que con más éxito y talento interpretaba en la pantalla, pongamos el policía John McClane de la inacabable serie 'La Jungla de cristal', aunque hay otros muchos de ese jaez, combinaba a la perfección el arrojo físico con una osadía de verbo espectacular, y sus diálogos eran cínicos, chisposos y expulsados de su boca con la mezcla perfecta de chulería y simpatía. Sin ellos, todo su centenar largo de películas de acción pierden el acento, lo singular, lo que gusta de ellas. Y probablemente McClane lo sabe y toma otra decisión heroica, retirarse a sus aposentos.

El anuncio de su retirada tiene, no obstante, un cláusula prometedora, la palabra temporal, aunque sobre ello habrá que ver cómo se desarrolla el guion y cómo se comporta el villano , en este caso la afasia, enfermedad de difícil cura pero de posible tratamiento y con esperanzas de cierta mejora. Una de las cualidades de Bruce Willis, y que, en el fondo, tal vez no lo sea, es que era capaz de hacerse una docena de películas al año, y todas ellas de alto riesgo (no tanto físico, como artístico, pues últimamente la mayoría no le acarreaban lo que se dice gloria interpretativa), y tal vez, y si el proceso de su enfermedad se lo permite, a su vuelta más comedida a la pantalla nos encontremos con la sorpresa de un actor distinto , en unos personajes mejor elegidos, y con una profundidad interpretativa ahora insospechada. Y quizá sin un arma en las manos, o sea, un Bruce Willis nunca visto, si no se cuenta aquella película de Blake Edwards, 'Cita a ciegas' , donde estaba completamente desarmado frente a Kim Basinger y ¡John Larroquette!

Mientras tanto, el cine tiene otro problema que resolver además de quién sustituye a Daniel Craig en la serie de James Bond, y mucho más difícil: ¿quién sustituye a Bruce Willis? Con él no tienen sentido esos dilemas de raza, género y moral, el sello Willis ha producido un estampado indeleble en el cine (y no entramos en lo de fuera de él, pues su personalidad, tan alejada de los modos y usos de 'la corrección política' y de la conveniencia ideológica del Hollywood imperante y tal vez ya inoperante, lo tenían al borde de la temida cancelación) que no se reemplaza fácilmente con un cambio de chaqueta. Nadie con la cara tan dura como aquel David Addison de 'Luz de Luna'.