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PÁSALO

La cantina del Titi

Ni es venta ni chiringuito. Es otra cosa. Es, quizás, lo que perdimos

Félix Machuca

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Hace ya demasiados años, tras un programa de televisión con ventanas al sol de Andalucía, conducido por Domi del Postigo y producido por Paco Cervantes, un espíritu benefactor nos condujo a la gloria en San Fernando. La gloria no es la apoteosis de un delirio ... de fe y colorido de un maestro del barroco. La gloria, al menos en la tierra, es la sorpresa natural de zamparte una dorada a la plancha mientras la marea inunda el velador donde estás comiendo, subiéndote las aguas atlánticas hasta las rodillas, en un remake en absoluto dramático de la escena de los violinistas del Titanic. Tal y como suena. Comes sobre terreno imperial de la mar y la mar, cuando se le sube a la cabeza su tronío, reclama lo suyo inundando los veladores donde lo gozan los clientes. No hay miedo. La pleamar es el plato sorpresa de un menú que no viene en la carta, pero que todos los parroquianos esperan disfrutar como un regalo de la casa. Como agasajo de la casa hay quien da un chupito de hierbas y en la cantina del Titi en San Fernando es el Atlántico quien invita a remojarte los pies. Hay en nuestras vidas veraniegas muchísimos chiringuitos y ventorrillos. Pero les aseguro que como este que les describo en la humilde casería de Ossio en San Fernando, yo, al menos, he contado muy pocas.

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Sobre el autor Félix Machuca

Articulista de Opinión en Pasión en Sevilla

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