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La Alberca

El eco del Calvario

La muerte de José Luis Garrido Bustamante alza la mirada de la Virgen de la Presentación a la Sevilla más alta

Alberto García Reyes

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Tiene los párpados caídos la Virgen de Juan de Astorga, mediatriz de las esperanzas, porque bajo sus frondosas pestañas de dolor se ha dormido a la sombra uno de sus hijos pródigos. Cualquiera diría que los cuatro hachones de tiniebla que alumbran la muerte manierista ... de Ocampo se han encendido hoy como velas funerarias para dar la luz del mundo a José Luis Garrido Bustamante, el eco del Calvario. Hay en Sevilla voces de ruan que hablan con el silencio. Sonidos negros. Una música susurrada en andaluz machadiano que parece estar dirigida por la batuta de un querubín invisible. Y en aquel atril antiguo del Lope de Vega, cuando el monasterio de Santa María de las Cuevas estaba aún en los albores de la exposición universal, ese soniquete de alpargatas de esparto se escuchó a los pies de la Virgen de las Fiebres de la Magdalena una de las grandes arias de la sevillanía: «Costaleros de Sevilla, / ¡locos de amor!, ¡qué contento / cuando la voz del de Arriba / pregunte: '¿Estáis ya puestos, / que voy a llamar que vengan / conmigo todos al cielo». Garrido Bustamante ha dado su última levantá, la que le cruje al palio en sus entretelas, y ha dejado atrás la cruz de guía de la Esperanza. Se queda aquí, sin él, una Sevilla más baja, más gris, menos honda.

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